En el mes de agosto del año 1993 diversos colectivos de la sociedad civil
llegados desde diferentes lugares del planeta se unieron a la “Marcha por la paz a Sarajevo”.
La expedición con el nombre de Mir Sada
(la Paz Ahora) tenía la finalidad de romper el bloqueo (1992-1996) que imponía con
brutalidad el ejército serbio y llevar toneladas de ayuda humanitaria a la
ciudad de Sarajevo. La caravana en la
que participaban más de mil activistas se embarcaron en el puerto de Ancona con destino a Split (Croacia) donde se
instalaría el campamento base.
En esta marcha por la paz, la
convivencia multiétnica y multicultural y la solución no violenta a los
conflictos me encontraba presente como miembro de la delegación de Andalucía.
Ese fue mi primer contacto con la guerra de los Balcanes, una guerra
étnica, religiosa y nacionalista que dejó una huella imborrable en la historia
europea del pasado siglo XX y principios del XXI. Croatas cristianos, bosnios musulmanes,
serbios ortodoxos, albano-kosovares, macedonios, eslovenos, cada uno se batía
en el campo de batalla en defensa de su religión, identidad cultural y
soberanía patria. Los serbios contaban
con el apoyo de sus hermanos rusos, los croatas de los católicos y los bosnios musulmanes
o los albanos kosovares recibieron ayuda de los países árabes y del yihadismo
internacional (Muyahidines) Poco sabíamos de ese conflicto bélico ajeno por
completo a nuestra realidad latinoamericana así que tuvimos que aprender sobre
el terreno cuales eran sus causas y sus desastrosas consecuencias.
Desde el año 1991 la Comunidad Europea había creado una misión de observadores
para monitorizar el conflicto armado en Bosnia, Croacia y Eslovenia. En febrero
de 1992 de acuerdo con la resolución 793 del Consejo de Seguridad de la ONU se
inició el despliegue de 22.500 efectivos militares o la fuerza de protección que
debía velar por el cumplimiento de los incipientes acuerdos de paz y proteger
los convoyes de ayuda humanitaria.
Lamentablemente el gobierno croata prefirió boicotear la expedición
ejerciendo presiones para impedir nuestra movilización por carretera. Por tal
motivo nos vimos obligados a anular nuestro
viaje a Sarajevo ya que ni las fuerzas serbias ni croatas se hacían
responsables de nuestra seguridad. Era una locura que unos pacifistas quisieran
convertirse en escudos humanos y parar la guerra a
punta de oraciones, cantos y
poesías.
Para intentar enmendar el fracaso nos permitieron llegar hasta Mostar,
ciudad también sitiada por las tropas bosnio-croatas que luchaban contra los
bosnios-musulmanes. En esta ciudad participamos en un multitudinario acto por
la paz y reconciliación presidido por grupos religiosos intercofesionales (cristianos,
ortodoxos, musulmanes y budistas) que tras varias horas de tregua pactada fue
acallado a balazos por los francotiradores. Antes de regresar nuevamente a
Split visitamos el santuario de la virgen de Medjugorje, bastión ultra católico
de los Balcanes controlado por las tropas croatas herederas de los ustasci
fascistas bendecidas por el Vaticano.
Los soldados croatas fuertemente armados portaban crucifijos y pendones con
imágenes de la virgen, el papa Juan Pablo II y la bandera roja, blanca y azul
con el blasón ajedrezado. Ellos asumían orgullosos el papel de defensores de la
civilización cristiana amenazada por los “herejes” serbios y bosnios. Por los
pueblos y aldeas que visitamos observábamos las huellas de los enfrentamientos;
las casas y edificios destruidos, los templos ortodoxos, católicos o mezquitas
quemadas, en fin, el patrimonio artístico sin ninguna consideración reducido a
cenizas. Algo que en Siria igualmente se
repite en una clara demostración de odio y de venganza.
Miles de refugiados victimas de limpieza étnica huían de las zonas de combate;
ya sean serbo bosnios, croatas bosnios, bosnios musulmanes; familias enteras,
niños, mujeres, hombres y ancianos cargando sus pertenencias buscaban un refugio seguro donde ponerse a salvo. Como
suele suceder en todas las guerras las
principales víctimas de la conflagración no eran otras que la población civil. La guerra de los Balcanes con sus 2,7 millones
de refugiados y desplazados se convirtió en la tragedia humanitaria más grande después
de la Segunda Guerra Mundial. Este fue el mayor reto de la ACNUR y que sentó
precedentes para sus futuras intervenciones en zonas de conflicto. El proceso
de normalización social y político de los Balcanes aún se encuentra en ciernes.
Bosnia y Herzegovina que antes de la guerra tenía un PIB comparable al de los
países más desarrollados hoy en día es uno de los países más pobres de Europa.
La mayor parte del millón de desplazados de los Balcanes que buscaron asilo
en la Unión Europea eligieron Alemania como destino preferencial.
Poco a poco fuimos metiendo el dedo en la llaga y comprendimos que con la utopía
y el romanticismo poco podíamos hacer frente a una realidad tan diabólica y
perversa. La ayuda humanitaria que trasportábamos en camiones y buses tuvimos
que depositarla en las bodegas de la ONU y la Cruz Roja donde lo más seguro es
que se la hayan transferido a los campos de refugiados croatas.
La historia comparada nos brinda argumentos para estudiar el caso de la
antigua Yugoeslavia y que nos sirve para predecir lo que sucederá en un futuro
no muy lejano en el actual conflicto sirio. Si bien es cierto que extrapolarlas
siempre es algo arriesgado porque estamos hablando de Oriente Medio donde
impera otra geopolítica y otros intereses de las potencias mundiales. Aunque en el fondo también es un
enfrentamiento étnico y religioso y nacionalista.
La federación Yugoeslava era un país constituido por seis repúblicas, doce
etnias y tres grandes religiones, veinte lenguas y dos alfabetos. La idea de la
gran Serbia centralista y unificada provocó el estallido de una sangrienta
guerra que se prolongó en una primera fase desde el año 1991 hasta el 1995.
Posteriormente se abriría un nuevo frente de guerra en el Kosovo entre los años
1998 y 1999.
En el caso sirio tras la descolonización francesa la casta militar y
oligárquica alauita (minoritaria) intentó forjar la unidad patria con etnias,
religiones e identidades muy dispares como los kurdos, sunitas, drusos o
cristianos. Su ideal supremo era retornar al sueño de la gran Siria y alzarse
como el faro del panarabismo.
En 1989 Milosevic pronunció el famoso discurso de Gazimestán en la conmemoración
del 600 aniversario de la batalla del Kosovo donde los serbios fueron derrotados
por los turcos. Frente a miles de incondicionales lanzó sus proclamas ultranacionalistas
y racistas llamando al pueblo a vengar esa derrota y construir la gran Serbia a
costa de sus vecinos bosnios y croatas.
Los rusos les brindaban y les brindan un respaldo incondicional a sus hermanos
serbios pues ambos son pueblos eslavos que comparten las mismas raíces
religiosas, lingüísticas y étnicas. Hoy Rusia tiene un especial interés por
Siria ya que desde la época de la guerra fría conserva la base naval de Tartús
que le concede una salida a la flota rusa sobre el Mediterráneo oriental (mar dominado
completamente por la OTAN)
El desarrollo de la guerra de los Balcanes perjudicó notablemente a los serbios
que fueron acusados por la comunidad
internacional de crímenes de guerra, exterminio y limpieza étnica. Sólo hay que
recordar la masacre de Srebrenica ordenada por el presidente de la república
Srpska Radovan Karadzik, siendo su principal ejecutor el general serbio-bosnio
Ratco Mladic. “La causa de los serbios de Bosnia era justa y sagrada” “Teníamos
que actuar con vigor pues los Bosnios pretendían crear una república islámica”-declaró
Karadzik ante el tribunal de la Haya.
Rusia impedía con su veto una intervención humanitaria y sostenía que todo
esto hacia parte de una conspiración imperialista que, tras destruir la Unión
Soviética, ahora se ensañaba con
Yugoeslavia.
Serbia sufría un durísimo embargo y los intensos bombardeos de la OTAN que
pretendían destruir la infraestructura militar (en la guerra del Kosovo en 1999).
Esta operación de castigo con el visto bueno de la ONU se justificaba en
defensa de la civilización occidental y en prevención de la catástrofe
humanitaria.
El problema de los Balcanes pasaba por el derrocamiento de Milosevic (Como
en Siria pasa por la caída de Bachar Al Assad) Al final el presidente ruso Boris Yeltsin, en
un momento en que Rusia se encontraba sumida en una gran inestabilidad política
y social, cedió a las presiones de EE.UU y abandonó a su suerte a su aliado serbio.
En el año 1997 Milosevic, mejor conocido
como “el carnicero de los Balcanes”, se vio obligado a renunciar a su cargo a
raíz de las numerosas manifestaciones ciudadanas que lo acusaban de corrupción
y fraude electoral. Serbia quedó sumida
en la miseria y aislada a nivel internacional.
En el año 2001 el presidente Serbio Kustunica entregó a Milosevic al Tribunal
de la Haya para que se le juzgara por genocidio y crímenes contra la humanidad.
El chantaje de EE.UU surtió el efecto deseado ya que Serbia necesitaba con
urgencia la ayuda económica y rebajar la presión del bloqueo. Sergei Lavrov, el Ministro de Exteriores ruso,
condenó con firmeza la extradición “de un hijo de la madre Rusia”. Cuando
Milosevic murió en la cárcel la Duma de la Federación Rusa acusó al tribunal de
la Haya de asesinato. Rusia es hoy el principal valedor de Bachar al Assad al
que la ONU -en base a un extenso expediente- acusa de crímenes de lesa humanidad.
Las potencias apostaron por promover la estabilidad política en los
Balcanes con un proceso de transición ordenado y pacífico que abriera el camino
hacia una democracia liberal y de economía de mercado.
El programa europeo PHARE y la agencia Europea de Reconstrucción en el 2001
estimaron en 525 millones de euros la primera fase del plan de reconstrucción
física y económica de los Balcanes. Sin ese presupuesto millonario iba a ser
muy difícil consolidar una democracia participativa y respetuosa de los derechos
humanos.
La resolución del conflicto de los Balcanes servirá indudablemente de
ejemplo para acometer en la postguerra en Siria. Otras experiencias nos remiten
a los planes de reconstrucción Dawes y el plan Marshall promovidos por EE.UU
para atender la situación de emergencia de las zonas devastadas tras la I y II
Guerra Mundial. Estaba en juego la supervivencia de millones de personas que se
encontraban en una situación de extrema vulnerabilidad e inminente peligro de
muerte a causa del hambre y las enfermedades.
Al cumplirse 5 años de brutal y desgarradora guerra civil en Siria las
potencias implicadas (EE.UU y Rusia) han pactado el día 27 de febrero un alto
el fuego. El agotamiento de los bandos
en litigio es más que ostensible por no decir descomunal. Si no fuera por la
intervención de agentes externos ya se habría producido la derrota de Bachar Al
Assad que se mantiene en el poder gracias a la ayuda de Rusia, Irán y Hezbollah.
Recordemos que la minoría alauita no llega a más del 11% de la población y este
déficit demográfico es un factor negativo
que incide en el reclutamiento de combatientes. La única manera de reemplazar las miles y
miles de bajas y deserciones ha sido gracias a las unidades especiales de
Hezbollah, Irán, Irak y el apoyo aéreo de Rusia. Bachar Al Assad en unas
elecciones libres nada podría hacer ante la arrolladora mayoría sunita y es por ello que debe imponerse por la
vía militar, la represión, la cárcel y el exterminio de sus enemigos.
Rusia (miembro permanente del Consejo de Seguridad) bloquea cualquier
solución política al conflicto y sostiene que se debe contar con Bachar Al Assad
en un futuro gobierno sirio.
Al parecer Siria quedará dividida en zonas de influencia americana y rusa
en un claro rezago de la guerra fría. Pero primero para que exista una verdadera
transición será necesario la firma de un acuerdo de paz firme y duradero. Un
asunto que está aún muy lejos de materializarse por las notables
discrepancias entre los alauíes, sunitas, kurdos, Los turcos-sirios (que
reclaman también una región autónoma), Drusos, beduinos o cristianos. Aparte de los grupos yihadistas que se niegan en rotundo
a negociar pues ellos lo que pretenden es consolidar al máximo el Califato o
los territorios conquistados.
Hay que tener en cuenta la enorme influencia que van a detentar en una mesa
de negociaciones Rusia, Irán, EE.UU, Arabia
Saudita, Turquía, La Liga Árabe o la Unión Europea. Por el contrario la milicia
chií libanesa de Hezbollah será excluida de este proceso ya que es considerada un grupo terrorista por EE.UU y la Unión
Europea.
Con los grupos yihadistas del EI o a las facciones afines de al Qaeda no
existe ninguna posibilidad de diálogo. Para occidente el único “acuerdo de paz”
es la aniquilación total de esos terroristas
enemigos de la civilización y la democracia. Este es el objetivo tanto de Rusia y sus aliados como de la Coalición Internacional liderada
por EE.UU y la OTAN.
Además se sabe de antemano que el proceso de reconstrucción, tal y como
aconteció en la antigua Yugoeslavia, será largo y costoso. La Conferencia de Donantes
de Siria reunida la 4 de febrero del 2016 en Londres, bajo el auspicio de la
ONU (especialmente Noruega, Kuwait, Alemania, Reino Unido y las ONGs) a la que
ha asistido Ban Ki-moon y líderes de más de 70 países logró recaudar 10.000
millones de dólares (jamás se había reunido esta cifra en su historia) a lo que
hay que sumar 40.000 millones destinados
a financiar los programas de ayuda a los refugiados en los países de acogida (Líbano,
Jordania, Turquía o Irak) Para mantener
la paz social es imprescindible fomentar el tejido productivo y generar empleo.
(Aunque sin fábricas y complejos industriales
es imposible que se cumplan dichos fines)
La población civil no sólo tiene que bregar con los bombardeos del régimen
baazista sino también con los de la coalición internacional y los ataques
indiscriminados del EI o al Qaeda. Las
cifras de este holocausto son más que elocuentes: 300.000 muertos, casi 5
millones de refugiados (mitad de éstos menores de edad) 3 millones de
desplazados internos, es decir, un horroroso drama social al que hay que
sumarle, los heridos, los lisiados, las viudas o los huérfanos. El cataclismo
sirio ha superado al de los Balcanes y se sitúa como la tragedia humanitaria
más importante desde la Segunda Guerra Mundial.
La magnitud de la guerra ha sobrepasado las fronteras regionales hasta
internacionalizarse pues la amenaza del yihadismo es a nivel global. Si hay un
ganador en esta guerra no son otros que la industria armamentística, los contrabandistas
y traficantes de armas. Aparte de la impresionante movilización de tropas, navíos,
aviones de combate, drones, unidades de blindados, equipos técnicos y de logística que han
realizado tanto la coalición internacional liderada por EE.UU como Rusia y sus
aliados.
Hoy la máxima preocupación de la Unión Europea es detener el flujo
migratorio que amenaza su seguridad y estabilidad. Para ello se ha comprometido a aumentar la
ayuda a los países de acogida como Jordania, Líbano, Turquía e Irak. Lo ideal para la ACNUR es que los refugiados
permanezcan cerca de Siria aguardando el momento en que se acaben las
hostilidades y puedan regresar a sus lugares de origen.
La frontera más crítica es la de Turquía con Grecia y por ello que la Unión
Europea ha ofrecido 6.000 millones de euros al gobierno de Ankara para que
ejerza el papel de gendarme o “carcelero”. Y es
que en los últimos 10 meses más de 800.000 refugiados han logrado penetrar en
el espacio europeo y la predicción es que de aquí a fin de año se duplique la
cifra.
La guerra de los Balcanes dejó más de 250.000 muertos, miles de desplazados
internos y más de 1.000.000 de refugiados. Hasta que en 1995 bajo la presión de EE.UU y los ataques aéreos
de la OTAN se consiguió un alto el fuego que más tarde condujo a la firma de
los acuerdos de Dayton (promovidos por el presidente Bill Clinton y con el aval
de las Naciones Unidas) entre serbios croatas y bosnios.
Para afrontar la reconstrucción de los Balcanes fue necesario el compromiso
irrestricto de las grandes potencias y de los organismos como la ONU, el FMI o el Banco Mundial, ONGs. A
continuación presentamos un ejemplo de
la hoja de ruta que se redactó para acometer tamaño desafío:
1-Reconstrucción económica
2-Reconstrucción de infraestructuras carreteras, puentes, aeropuertos, vías ferroviarias, etc…
3-Energía eléctrica
4-Producción y comercio
5- Creación de empleo y oportunidades para generar ingresos.
6- Creación de Empresas medianas y grandes en base a la inversión
extranjera y proyectos de privatización neoliberal.
7-Educación y reconciliación.
8-Sanidad y soberanía alimentaria.
9-Remoción de minas, bombas de racimo, proyectiles y misiles.
10-Repatriación de ciudadanos o reasentamiento.
11-Reconstrucción del capital humano y social.
12-Sostenibilidad y transición a una democracia representativa.
13-Seguridad social (especialmente a huérfanos, viudas y mutilados)
14-Vivienda.
15-Memoria histórica, exhumaciones de los desaparecidos, justicia
trasnacional y reparación.
Además se pactó el despliegue de una fuerza multinacional de interposición
de la ONU (UNPROFOR) con el objetivo de vigilar el cumplimiento del cese el
fuego y la estabilidad en las fronteras. En Siria con toda probabilidad también
sucederá algo muy parecido pero en este caso con la participación de las
unidades de la Liga Árabe.
El Tribunal Internacional de la Haya para la ex Yugoeslavia asumió la
responsabilidad de perseguir y juzgar a los criminales de guerra, genocidio y
limpieza étnica. Moralmente tales delitos no podían quedar impunes y por lo
tanto en Siria se procederá con la misma contundencia. No podemos descartar que
en cualquier momento cambie la situación
política en Rusia y tal como sucedió con Milosevic los rusos entreguen a Bachar
al Assad a cambio de rebajar las sanciones impuestas por EE.UU y Europa a causa
de la guerra de Ucrania y la anexión de Crimea.
La máxima preocupación de EE.UU es perpetuar su dominio en Oriente Medio, proteger las rutas de abastecimiento de hidrocarburos
y velar por la seguridad de Israel que es uno de sus principales aliados.
Israel es el mayor favorecido con la guerra civil Siria puesto que se ha
quitado de encima a un enconado enemigo. El ejército árabe sirio ya no
representa ninguna amenaza para su seguridad pues ha visto mermado
considerablemente su poderío bélico. Sólo Hezbollah puede intimidar a los
sionistas, sobre todo, en los Altos del Golán y en el norte de Israel. De ahí
que el Tzahal se encuentre en estado de emergencia en prevención de cualquier
infiltración o ataque por sorpresa.
Francia y Alemania están empeñadas en que se implante en Siria un gobierno legítimo
y democrático (en el que se excluye por completo la participación de Bachar Al
Assad) antes de iniciar el proceso de reconstrucción. Una condición sine qua non
puesto que de ella depende el éxito del proceso de paz y reconciliación. Lo que
significa redactar una nueva constitución (posiblemente de una república
federal) y la convocatoria de elecciones libres en el más breve plazo de
tiempo. En el GIAS (grupo internacional de apoyo a Siria) lo componen más de 20
países del mundo entero que desde noviembre del 2015 han asumido tal compromiso.
Últimamente Bachar Al Assad ha recibido el respaldo del FN francés, del Partido
Popular español y del candidato republicano Donald Trump. Al parecer se ha
convertido en héroe de la ultraderecha occidental por su “heroica” ofensiva contra la amenaza
yihadista.
Tal vez sea necesario instituir un Mandato para Siria bajo los
auspicios de la ONU, es decir, una especie
de protectorado. Aunque es poco probable que los países árabes lo acepten pues
lo verían como una clara señal de neocolonialismo.
Como era de esperar el apocalipsis
sirio ha dejado miles y miles de muertos,
otros tantos miles de heridos, de desparecidos,
encarcelados, torturados, pueblos y
ciudades literalmente demolidos, las infraestructuras colapsadas, los terrenos
de cultivo arrasados. La población civil huye despavorida a los países vecinos
Jordania, el Líbano, Turquía o Irak por física supervivencia buscando
protección y asilo.
Siria ha perdido su capital humano, ha perdido la fuerza de trabajo y de
producción representada por los trabajadores, obreros, peones, campesinos, como también, estudiantes, ingenieros, médicos, profesores,
artistas o intelectuales. El país se ha
desocupado y este es un factor muy negativo que tendrá graves repercusiones en
el próximo futuro.
Para los sirios o los iraquíes la peregrinación ya no es a la Meca sino a Alemania
o Suecia pues allí es donde brilla una
lucecita de esperanza.
Porque lo que realidad lo que buscan
los refugiados es reiniciar una nueva vida, adquirir una nueva identidad y
olvidar el torturador castigo a que han sido sometidos. Psicológicamente se
sienten derrotados y muchos sufren serios traumas psicológicos que dejarán
serias secuelas por el resto de sus días. Han perdido sus hogares y los lazos
que los unían a su patria y deben integrarse en una sociedad europea muchas
veces opuesta a su fe e idiosincrasia.
Pero quizás el fenómeno más relevante sea el efecto llamada que se
multiplica exponencialmente a través de Internet, Facebook, o los teléfonos
móviles: “Estamos en Alemania. Aquí los
esperamos” Ellos también tienen derecho al futuro y se merecen un hogar de
acogida que les brinde paz y seguridad.
Es por ello que los que cuenten con recursos económicos no van a resignarse
a malvivir en los campamentos de refugiados. De alguna u otra manera intentarán
cruzar de forma clandestina hasta las islas
griegas aunque sea a riesgo de
perder sus vidas. El premio que les aguarda no es otro que los grandes oropeles
de la sociedad de consumo capitalista donde supuestamente podrán satisfacer
todos sus deseos.
De hecho no están exceptos de explotar el victimismo pues se encuentran en
una situación límite en la que requieren urgentemente ayudas estatales,
manutención, sanidad, estudio, vivienda y trabajo.
Tal y como ha ocurrido con la inmigración de latinoamericanos a EE.UU
muchos pueblos y ciudades en México, en Centroamérica se quedaron sin la fuerza
laboral de los hombres, sólo permanecen las mujeres los viejos y los niños esperando las remesas
en dólares para poder subsistir. Las mafias de coyotes o traficantes son las
encargadas de colarlos, previo pago de fuertes sumas de dinero, en las entrañas
del imperio. Que es lo mismo que sucede con
los refugiados sirios o los iraquíes que
desesperados intentan alcanzar por mar las islas griegas o la isla de Lampedusa
(Italia)
Para nadie es un secreto que Europa sufre un severo déficit demográfico, el envejecimiento de
población es más que ostensible y se necesita urgentemente sangre joven, sangre
nueva que mantenga el sistema de pensiones y la seguridad social. Se necesita
mano de obra-especializada o no- para que ocupen los puestos más sacrificados
del mercado laboral y eleven la curva de crecimiento de la economía
capitalista.
Según los expertos gracias a la llegada de los refugiados (se calcula en
800.000) el PIB alemán crecerá este año 2016 entre 1,7 este año y 2.0. (El
mayor de la zona euro) El estímulo al consumo interno, que es el pilar más
importante de la economía alemana, se disparará imparable. Sólo hay que pensar
en los puestos de trabajo que genera el acoger a miles y miles de refugiados, el
levantar las infraestructuras, los complejos habitacionales, la logística,
restaurantes, servicios médicos, pedagógicos, etc.
La mayor parte de los demandantes de asilo son jóvenes ansiosos por integrarse en la
sociedad europea del bienestar y las libertades. Las víctimas de este éxodo o migración han
vivido durante décadas bajo el terror de la dictadura baazista y el eterno
control del muhabarat o los agentes secretos. En Siria antes de la guerra ya
existía una migración económica hacia Arabia Saudita y los países del golfo Pérsico
atraídos por mejores oportunidades laborales y los altos salarios.
Los refugiados buscan más la salvación individual o familiar que una
salvación colectiva. Estamos hablando del clásico de “sálvese quien pueda”. Porque
ellos no tienen la intención de organizarse como alternativa política que
participe en la formación de un futuro gobierno. Sus intenciones son más
económicas que revolucionarias.
En estos últimos cinco años Siria ha acaparado las grandes portadas en
prensa, radio o televisión o Internet. Una propaganda vital para remover las
conciencias y despertar los sentimientos caritativos del mundo “civilizado”. Para
acometer la magna tarea de reconstrucción tendrá que movilizarse la plana
mayor de la “industria humanitaria”: las ONGS, la Cruz Roja, Manos Unidas,
Médicos Sin Fronteras, Unicef, la FAO, ACNUR, Banco Europeo de Reconstrucción y
Desarrollo, Save the Childrens, Caritas.
Se pondrá aprueba el espíritu de altruismo y generosidad que es algo muy
arraigado en la filosofía cristiana. Como afirma el papa Francisco “Occidente
debe demostrar su compromiso solidario con los que más sufren” La paradoja es
que el presupuesto gastado en la guerra Civil Siria por la Coalición
Internacional (comandada por EE.UU) y Rusia con sus satélites supera con creces
el que tendrán que invertir en su reconstrucción.
Aunque no hay que olvidarse que también están en juego multimillonarios
presupuestos que se proponen desembolsar las grandes potencias (G8: EE.UUU
Canadá, Japón, La Unión Europea, China, Arabia Saudita o los países del Golfo
Pérsico). En el fondo existe una tremenda competencia entre todos los organismos
humanitarios por captar la mayor cantidad de donaciones. Al fin y al cabo el
sentimiento de caridad rinde infinitos réditos. Sin lugar a dudas la burocracia
y el funcionariado humanitario vivirán una época dorada de bonanza y esplendor.
¿Será Bachar Al Assad -quien ha demolido literalmente el país- el encargado
de su reconstrucción? ¿La ONU dialogará y firmará acuerdos con alguien acusado
de crímenes de guerra y genocidio? ¿EE.UU o Europa lo reconocerán como interlocutor válido?
¿Se le confiarán a este personaje tan
nefasto ligado a casos de desfalco y corrupción las donaciones y los
presupuestos de ayuda humanitaria?
Al gran matadero sirio tras la orgía de bombas y misiles parece que ha
llegado la hora de las palomitas y las flores, de los discursos compasivos y
fraternos.
Cuando comience el periodo de reconstrucción los cooperantes o activistas (extranjeros)
se ocuparán de las gestiones meramente administrativas. Es decir, su papel será
dar órdenes para que otros las ejecuten. Porque los peones y obreros nativos tendrán
que encargarse de empuñar los picos y palas y remover los escombros. Esta titánica
labor de resucitar un país será muy difícil
efectuarla sin la movilización masiva de la población siria o de lo contrario quedarán
completamente hipotecados a las grandes
potencias y sus satélites (Algo que pasó en los Balcanes con los inversionistas
extranjeros). De ahí que el regreso de los refugiados sea un asunto
prioritario.
Pero los refugiados que han pedido asilo en Alemania o Suecia o en cualquier
otro país de la Unión Europea difícilmente regresarán a Siria a enfrentar la
posguerra en unas condiciones extremas: sin empleo, sin vivienda, ni escuelas o
los servicios básicos como agua o electricidad.
Hace unas semanas la Unión Europea aprobó una serie de medidas altamente restrictivas
para detener el flujo migratorio que amenaza sus fronteras. Ya comienzan los primeros
brotes de xenofobia y el racismo promovidos por los partidos de ultraderecha
que incluso han alcanzado éxitos electorales en Alemania, Hungría, Polonia, Austria
o Francia. La alarma social despertada
por los atentados
de Paris y de Bruselas cometidos por el EI bajo la directa supervisión del
califato de Siria e Irak son argumentos suficientes para criminalizar a los
refugiados. El terrorismo islamista no es que se haya infiltrado en
Europa sino que los hijos de inmigrantes musulmanes de segunda y tercera generación
han abrazado la bandera de la yihad. En Europa residen 38.000.000 de
inmigrantes -entre estos 14.000.000 son musulmanes- Este es un hecho histórico
irrefutable que requiere un estudio más profundo sobre el ambiente que se
respira en esos guetos donde se han forjan sentimientos de odio y de rencor.
Las autoridades de la Unión Europea han puesto en marcha medidas antiterroristas
propias de un estado de sitio. Son comunes las detenciones y redadas o el endurecimiento
de los controles fronterizos para expulsar a los clandestinos que intentan infiltrarse.
La policía y el ejército están movilizados y listos para actuar en las zonas
más conflictivas (barrios o guetos islamistas) y cortar de raíz “la semilla del mal” (que es como se define
el desarraigo y exclusión social)
Estamos ante una crisis migratoria de impredecibles consecuencias por su
desproporción y complejidad. Para encontrar algo semejante tendríamos que
remitirnos al final de la Segunda Guerra Mundial cuando millones judíos víctimas
del nazismo buscaban desesperadamente una tierra donde rehacer sus vidas. Fue
tal el impacto mediático que La ONU se apiadó de ese drama humanitario y les
concedió un estado en Palestina. Mientras, los sirios abandonaron todo huyen
despavoridos hacia el norte de Europa, prefieren exiliarse lejos de su patria antes
que permanecer en un país donde se les ha tratado peor que animales, donde se
les ha martirizado sin medida ni clemencia.
Es tal estado de emergencia que reina en Oriente Medio que las perspectivas
a corto plazo no pueden ser más pesimistas. Si analizamos con detenimiento las
circunstancias nos daremos cuenta que los sirios no son los únicos que quieren emigrar
sino que también existen miles y miles de iraquíes, kurdos, iraníes, paquistaníes
o afganos que luchan por conquistar un futuro mejor. Y como si fuera poco no
podemos olvidar a los 4 millones de palestinos que desde hace décadas sobreviven
en campos de refugiados aguardando el regreso a sus hogares. Ante la indiferencia de la comunidad
internacional no es extraño que en cualquier momento decidan sumarse a este éxodo
bíblico rumbo a la tierra prometida.
Carlos de Urabá 2016