La pandemia del coronavirus y el
riguroso confinamiento ha provocado en Colombia un estallido social sin
precedentes. La quiebra económica y la recesión se ha ensañado con la población
más vulnerable. No es necesario ser videntes para predecir al
pie de la letra lo que iba a suceder en este mes de mayo del 2021. Como olvidar
el asesinato de Dilan Cruz-transmitido en vivo y en directo- por parte de la policía en las protestas de Bogotá en el 2019 y que marcó el inconsciente
colectivo de la juventud.
Esta es una coyuntura de naturaleza
social y económica que ha provocado una inusitada ola de indignación tanto en el campo como en la
ciudad. O sea, los indígenas de la Minga,
del CRIC, de la ONIC, campesinos, obreros,
afrocolombianos, y jóvenes de los sectores populares que después de décadas de
exclusión y abandono reclaman ser escuchados y tenidos en cuenta. Estamos ante una montonera, una guerra de
castas, una guerra popular entre pobres y ricos. El alzamiento popular se ha acelerado
vertiginosamente tras el intento del gobierno nacional de imponer una reforma
tributaria (paquetazo neoliberal) y subirle los impuestos a un pueblo
colombiano víctima de un modelo de desarrollo que lo asfixia. Para salir de
pobres se necesitarían 12 generaciones.
Pero no es la primera vez que esto
ocurre pues si nos remitimos a los datos históricos en el año 1781 los Comuneros del Socorro (Santander) también se levantaron
como respuesta a la Real Cédula expedida por Carlos III que cargó de impuestos
a súbditos americanos y se reservó el monopolio en el cultivo del tabaco y el
aguardiente. Todo se repite cíclicamente en estos últimos 500 años y tan solo
cambian las fechas del calendario.
América Latina ha sido la región
del mundo más impactada por la pandemia del coronavirus pues en un año se ha
retrocedido casi una década en los
logros conseguidos en el combate contra el
hambre y la miseria. Si no se reactiva el sector productivo solo nos espera la ruina y la bancarrota.
En Colombia existen 20.000.000 de personas ganando tan solo 3
dólares al día y otros tantos millones que solo hacen una comida diaria. La
angustia y la desesperación acelera las enfermedades psíquicas y mentales, el
estrés, la depresión, la ansiedad y los intentos de suicidio.
Hacemos parte de un sistema medieval
capitalista que clasifica al ser humano en
estratos sociales, en castas de
parias e intocables, de invisibles, lo más bajo y ruin, los impuros que deben “aceptar”
el destino o carma de una raza nacida para sufrir y servir a los amos de los
estratos superiores. Los desheredados no
tienen un proyecto de vida y solo les aguarda la desesperanza y el desasosiego.
No hay trabajo, ni un subsidio de desempleo, ni jubilación ni ahorro ni
vivienda ni patrimonio alguno que les asegure un futuro digno. Soñar con un
mejor mañana no cuesta nada. Al fin y al cabo:
nacer pobres para morir pobres. El
ex alcalde de Cali Maurice Armitage afirma que esto no lo va a solucionar el
estado, sino la empresa privada que debe invertir en programas sociales a corto
y largo plazo con el respaldo de fundaciones y la iglesia católica representada
por monseñor Darío Monsalve. Se ha de fomentar un proceso de industrialización
y la formación profesional de 30.000 jóvenes.
En las barriadas populares de los
extrarradios se concentran los emigrantes y desplazados de las áreas rurales.
Una población de diversidad étnica impresionante hacinadas en comunas-ratoneras
que carecen de los servicios básicos. Las nuevas generaciones antes que
resignarse a su destino han decidido echarse a la calle, y a pecho descubierto
luchar por sus derechos una y mil veces conculcados. Las escuelas están cerradas y los niños y
jóvenes sin accesos a la educación
virtual han desertado de las aulas. Hastiados de las cuarentenas tras 14 meses
de confinamiento la tragedia humanitaria es inconmensurable.
El único destino de esos jóvenes de
una generación perdida es engrosar las filas de las bandas delincuenciales o
del narcotráfico. A los que llaman despectivamente escoria o lumpen víctimas de
las adicciones ya les han colocado la soga al cuello y los conduce al patíbulo.
¿Cómo transformar una sociedad tan injusta y estructurada bajo unos principios
clasicistas y racistas?
Lo ideal para el sistema es que
esos jóvenes y adolescentes de los estratos más bajos se evadan de la cruel realidad a base de
drogas y alcohol, la televisión, redes
sociales, PlayStation o videojuegos. La sociedad de consumo capitalista produce
un embrujador éxtasis opiáceo. Alienados y embrutecidos ya no representan una
respuesta desestabilizadora.
Colombia -según un informe del
Índice de Desarrollo Regional de América Latina (Idere-Latam) es uno de los
países más desiguales de América Latina
especialmente a lo que se refiere al bienestar socioeconómico. Desigualdades
que se originan desde su mismo nacimiento como nación.
A raíz de la pandemia del
coronavirus la pobreza crónica ha aumentado en un 7% con relación al 2019 y ya afecta
a 23 millones de personas . En Cali, por ejemplo, están censados 600.000 jóvenes de los cuales un alto
porcentaje pertenecen a las clases bajas. La mayoría no cuentan con empleo ni
ingresos económicos estables. (en Colombia el 60% se dedica al trabajo
informal) De ahí que sea urgente implementar una renta básica que supla tantas
privaciones y carencias. Además, tenemos que sumar más un millón de refugiados venezolanos (80.000
en Cali) que hacen aún más dramático el panorama. En Cali las comunas populares
están integradas por emigrantes del campo procedentes del sur del país (Cauca,
Nariño y toda la costa del Pacífico) Generaciones que han nacido y crecido en
el seno de la violencia. (desplazados del conflicto armado y la arremetida de los carteles del
narcotráfico) Factores que agudizan el odio de clase y la venganza social.
El gobierno de Duque debe asumir
las dramáticas consecuencias de una reforma tributaria que pretendía financiar
los proyectos sociales mediante el incremento de impuestos sobre la renta y
productos básicos (aunque también se tenía prevista la reforma del sistema de
salud, educación y laboral) Pero eso sí había que rescatar a los bancos para
aliviarle las pérdidas de la pandemia o comprar 24 aviones de guerra F-16. Esta
ha sido la tormenta perfecta que ha desatado la ira e indignación de las clases
populares como jamás se había visto. Un motín de desheredados que pone en jaque
al régimen narco paramilitar colombiano. El 28 de abril del 2021 nació el
Movimiento Juvenil Popular y de Barriadas.
Algunos politólogos y analistas
creen que la única esperanza real de cambiar el sistema son las próximas
elecciones del 2022. Algo muy improbable pues históricamente jamás los poderes
fácticos (organizados en partidos) renunciarán a sus privilegios.
Desde el Palacio de Nariño el
presidente Duque, como jefe supremo de las fuerzas armadas, ordena a la policía, policía motorizada a los GEOS,
el ESMAD y al ejército disparar contra los manifestantes para desmovilizar las
protestas. Promete aplastar la conjura castro-chavista- que está sembrando el
caos y el terror entre la ciudadanía. El Ministro de Defensa responde: “el
estado no se va a arrodillar ante unos pandilleros inadaptados cuyos pliegos de
peticiones son inaceptables”. Se ha elegido el genocidio juvenil como la mejor
manera de pacificar el país. Lo más perverso es enfrentar a jóvenes policías y
militares, hijos de obreros y campesinos cuyos superiores les ordenan disparar contra jóvenes de las barriadas que
perfectamente pueden ser sus propios hermanos de clase. Se ha enquistado la semilla del mal y los
militares gobiernan la democracia.
Fieles a los principios ideológicos
de Seguridad Democrática sea como sea hay que desmovilizar la asonada. No se puede consentir que estas
marchas y bloqueos amenacen la soberanía patria. Según los manuales
antiterroristas se debe capturar a los líderes, torturarlos, desaparecerlos y
darlos de baja para que escarmienten sus secuaces. En unas cuantas semanas las aguas volverán a
su cauce y reinará nuevamente la paz y la tranquilidad en “la capital mundial
de la salsa”. Solo hay que dejar que pase el tiempo hasta que los “chusmeros”
se cansen y se rindan ante el imperio de la ley. “Porque este es un macabro
plan de la izquierda radical y el narcotráfico para desestabilizar la
democracia” La fiscalía va a judicializar por “terrorismo y concierto para
delinquir” a quienes permanezcan en los puntos de resistencia. La estigmatización y persecución promovida por
los sectores acomodados temerosos de una invasión de los vándalos que pongan en
peligro su patrimonio y la propiedad privada.
Así que no queda más remedio que
atrincherarse en Primera línea, Segunda Línea o Tercera Línea, izar las
banderas blancas en esos espacios liberados o republicas independientes donde
se realizan las asambleas populares o las ollas comunitarias. Los montoneros a
pecho descubierto se baten en las barricadas
dispuestos a sacrificar sus vidas por la causa. Porque la fuerza pública
aplica sin contemplaciones la pena de muerte -proscrita constitucionalmente
desde 1910- Se declaran espacios
liberados Puerto Resistencia, el Portal Resistencia, en Siloé, en Puerto
Rellena, la Candelaria, la Loma de la Cruz, La Loma de la Dignidad, el puente
de las mil luchas, el paso del comercio, Portada del Mar, Jamundí, Jumbo, Buga,
Bogotá en el portal de las Américas, el monumento a los Héroes, la Plaza de
Bolívar etc., etc. Hoy Cali es la capital de la resistencia y foco de la
insurrección colombiana y latinoamericana. Un levantamiento que ha trascendido
las fronteras y que ha colocado a Colombia en la primera plana de los medios de
comunicación del mundo entero.
El Congreso de la República se ha convertido en
el nido de los mayores atracadores del país. Los padres de la patria, la burguesía usurera,
los terratenientes junto a sus socios
extranjeros se reparte a manos llenas el robo de los recursos naturales y de
las materias primas. Recogen a manos llenas la bonanza de dólares del
narcotráfico. La avaricia de esa mafia
de 200 familias dueñas del 46% de las tierras, no tiene límites: evasión de impuestos, delitos fiscales, testaferrato,
lavado de activos, cuentas en paraísos fiscales, contratos ilegales o
comisiones. Un expolio que asciende a 50 billones de pesos.
En estos momentos las fuerzas
armadas cierran filas entorno el presidente Duque se niega a dialogar con los
montoneros (presionado por el generalato encabezado por el sanguinario general
Zapateiro, el ministro de Defensa Molano
y el ex presidente Uribe) El gobierno no se va a sentar a negociar un pliego de
peticiones con el hampa juvenil, con los “vándalos terroristas” que siembran el caos. Si la cosa
se pone muy cruda no debe descartarse un autogolpe de estado al estilo Fujimori
en el Perú en 1992 anulando las garantías constitucionales y decretando el
estado de excepción. Por eso la frase del expresidente Laureano Gómez, el “basilisco”, pronunciada en 1951 cobra inusitada vigencia: “Hay
que incendiar el país para mantener el poder” Este tribuno del pueblo admirador del nazismo y el franquismo hacía
gala de una ideología racista, clasista
y segregacionista. Laureano Gómez gobernó bajo el estado de sitio y restringió
los derechos de los ciudadanos en la llamada “revolución del orden”
El resultado de esta infernal
arremetida que dura casi 5 semanas se calcula en 1000 heridos, más de 80 muertos, 1400
heridos, un número indeterminado de torturados, desaparecidos, presos políticos, abusos sexuales, mujeres violadas, tuertos, ciegos,
lisiados.
¿Serán las instancias
internacionales de derechos humanos las que puedan garantizar que sean
judicializados los culpables de cometer crímenes de lesa humanidad? por lo
general estos casos se dilatan en el
tiempo y tras un largo proceso, por falta de pruebas, se engavetan. Sentar en
al banquillo de los acusados a los miembros de la Policía o el Ejército es algo
poco probable como ha sucedido en otras ocasiones. A partir del 8 de junio la CIDH de la OEA verificará in situ las violaciones de derechos
humanos. Al final quizás todas las muertes serán en vano y como siempre los culpables gozarán de
impunidad.
En la toma al Palacio de Justicia por
el M19 en 1986 la cúpula del ejercito obligó al presidente Betancur a autorizar
el asalto al Palacio de Justicia masacrando a guerrilleros, magistrados,
trabajadores o quien se atravesará en el camino. “Muerto el perro, muerta la
rabia” son sus principios éticos y morales de las FFAA.
EEUU entrega 150.000.000 de dólares
de ayuda anual a la policía colombiana para el combate contra el narcotráfico. Los
equipos antimotines y armas usadas en la
represión de las protestas son made in USA o importadas de Europa o Israel.
Colombia es una ficha clave del
imperialismo norteamericano por eso se ha implementado el Plan Colombia y el Plan
Patriota. (invirtiendo miles de millones de dólares para combatir a las
guerrillas y los grupos de narcotraficantes) Para Washington la prioridad es
garantizar la seguridad y la estabilidad
del hemisferio. El gobierno Demócrata del
presidente Biden certifica positivamente al gobierno de Duque en el tema de derechos humanos. Mientras la alta
Comisionada de la ONU, Human Rights Watch, Amnistía Internacional exigen al
gobierno que pare la violencia y la
represión. En la gran marcha de
mañana 9 de junio “La toma de Bogotá” la
principal demanda será: renuncia del presidente y elecciones anticipadas.
Porque “la soberanía en Colombia reside
exclusivamente en el pueblo del cual emana el poder público”
El partido de gobierno y sus
aliados (Partido Conservador, de la U, Mira, Colombia Justa Libres, Cambio
Radical) aducen que esta
insurrección no es espontánea sino planificada por agentes infiltrados desde
Venezuela y Cuba con el apoyo de Rusia. Es un complot en toda regla y hay que actuar
con contundencia contra el enemigo interno. Es necesario decretar la
militarización del país. El principal
sospechoso de esta hecatombe es el
exguerrillero del M19 Petro, senador de la Republica por Colombia Humana y
líder de la bancada opositora Esta es
parte de la propaganda gubernamental para intentar justificar la sangrienta
represión. La contrainformación es parte de la guerra sucia que criminaliza la
protesta. El presidente Duque para rebajar la tensión en las calles se muestra
conciliador y promete una masiva vacunación anti Covid 19, además de establecer
una renta básica y la matricula 0.
Uribe Vélez desde su cuenta de Twitter
lanza su ciber artillería induciendo a la jauría fascista a armarse y salir a
las calles a despejar los bloqueos a sangre y fuego. ¡la patria está en
peligro! La solución es tipo plaza de Tiananmen, es decir, un golpe fulminante
y contundente que aniquile a los “terroristas”. La violenta respuesta del
estado es la de un régimen fascista y hay que extirparlo.
¿Cómo apaciguar la insurrección? Con
“mano firme y corazón grande” esta es una tarea encomendada a las autodefensas de las camisas blancas, los
paramilitares, los escuadrones de la muerte, los carros fantasmas, los sicarios
y francotiradores, policías infiltrados, o lo agentes del SIC o los servicios
de inteligencia. La opinión pública no se da cuenta y no dimensionan lo que
está aconteciendo en Cali. Estamos ante
una incontestable protesta generacional que hace temblar los cimientos
del estado colombiano. La ebullición social es el resultado de una profunda
crisis humanitaria
El régimen narco paramilitar
colombiano ha decidido que solo sembrando el terror se podrá recobrar la paz
y la tranquilidad. Según los manuales antiterroristas hay que capturar a
los líderes del paro, torturarlos, desaparecerlos para que sirva de escarmiento
a sus secuaces. En las calles de Cali se libra una batalla revolucionaria donde
una juventud a punta de piedras y palos
y con escudos de lata enfrentan a unas fuerzas del orden que cobardemente
disparan fuego real, balines, pelotas de goma o bombas de gases lacrimógenos.
Los paros y bloqueos son un auténtico teatro de guerra. Lo cierto es que no
será con palomitas de la paz ni con palabras de amor y amistad que se derrote a
esta demencial dictadura fascista. Como se demostró con el caso del cura guerrillero
Camilo Torres a mediados de la década de los sesenta que ante la intransigencia de la clase
dirigente decidió que no había otra alternativa que empuñar las armas para
derrocar a la oligarquía.
El gobierno aconseja a los
insurrectos que se acojan a la Constitución del 91 y creen su propio partido
político y que participen en las elecciones. Que tomen el ejemplo de los “indignados
españoles” que fundaron Podemos y obtuvieron un gran éxito electoral al
conseguir 5 eurodiputados y entrar en el
Congreso con 69 diputados. La
democracia colombiana es generosa y que defiendan sus demandas en el Congreso de
la República. Aunque para lograr un cambio real se requiere una votación mayoritaria
casi imposible de . Lo paradójico es que si se realizaran elecciones en este
momento tal vez ganarían las fuerzas de ultraderecha igual a lo que sucedió con el referéndum
revocatorio de los acuerdos de paz con las FARC.
Geoestratégicamente Cali es un
puerto interior del océano Pacifico muy disputado entre los carteles de la
droga y la delincuencia organizada, Hoy la capital del Valle del Cauca sufre una guerra de baja intensidad con
sobrevuelo helicópteros, aviones, drones y la movilización de miles de policías
y soldados curtidos en la guerra de guerrillas o en el combate al narcotráfico.
Los jóvenes de las localidades, los
barrios y las comunas. son un nuevo sujeto político y hay que darles voz y
visibilidad en las mesas de negociación pues solamente ellos se pueden
representar. Cualquier acuerdo con el gobierno que los ignore se considera
nulo. Las asambleas populares reclaman educación, salud, vivienda, trabajo,
sueldos dignos, renta básica o subsidios, reparación de las victimas la reforma de la policía, el desmonte del
ESMAD y la desmilitarización en todo el territorio colombiano. Pero de antemano
se sabe que un corto periodo de tiempo no se va a concretar ese nuevo pacto social que exigen los manifestantes.
La sociedad colombiana está
completamente polarizada entre los seguidores del uribista Centro Democrático y
las fuerzas progresistas de izquierda. Esto es algo que viene sucediendo desde
el siglo XIX y que ha sido el detonante de infinidad de guerras civiles entre liberales
y conservadores.
La ultraderecha contraataca y convocan
las llamadas “marchas del silencio”, contramanifestaciones en apoyo al gobierno de Duque y el “heroico”
accionar de la fuerza pública. Miles de personas marchan bajo el lema de “los buenos somos más” “no están solos” La campaña electoral ya ha comenzado.
Este estallido social se parece
cada día más a las revoluciones árabes del 2011, también al movimiento de los Indignados de España, la
plaza del Tahrir en el Cairo hay que derrocar el dictador ¡Fuera Mubarak! ¡Que
caiga Duque! Son los mismos encapuchados del movimiento zapatista o de las
protestas populares de Chile cuando el presidente Piñera decide subir el precio
del pasaje del metro de Santiago. Aprobando
una nueva Constitución y la convocatoria de una Asamblea Constituyente.
Las revueltas del siglo XXI en
comparación con las del siglo XX se
articulan a base de las redes sociales y los avances de la tecnología digital, Es
el resultado de la “modernidad liquida” en la que según los sociólogos “las
realidades sólidas del pasado se han desvanecido”. El éxito de los insurrectos
se debe a que se organizan a través de las redes sociales, ya sea vía Facebook,
Instagram, Twitter, mientras la prensa alternativa transmite en directo las 24
horas las incidencias del paro nacional. Un celular es una invaluable arma de denuncia
y de constatación de los crímenes de estado. Para impedir que se articulen los
grupos de resistencia se censura y bloquea Internet y las redes sociales. El
objetivo es ponerles el bozal y acallar así
las voces de protesta. Bakunin resucita en Colombia, con las asambleas
populares, son los milicianos anarquistas de la Guerra Civil española ¡ni Dios,
ni Patria ni Rey! ¡No hay que reformar
el sistema, hay derrocarlo! los amotinados no respetan jerarquías, son antisistema,
feministas, anti patriarcales, anticapitalistas, antimilitaristas, grupos
anarquistas de ACAB (todos los policías son bastardos) con un virulento rechazo
a los políticos tradicionales y por lo general abstencionista en las elecciones.
“No queremos asistencialismo ni renta básica ni que nos compren nuestras
conciencias con limosnas”- contundente mensaje que los enaltece. Se iza la
bandera blanca en primera línea
vanguardia de la movilización social donde los capuchos con sus escudos
azules repelen el ataque de las hienas policiales.
Esas plazas liberadas ahora son el ágora de la cultura, las artes, de la pintura, la música o la
poesía, a ritmo de rap, el Ska-p “la
Revolución”, la bella Ciao o ¿Quién los
Mató?. El romanticismo del Mayo del 68 es
el inspirador de una juventud contestataria que cree que “otro mundo es
posible” . En esta comuna solidaria y utópica se reúnen niños, jóvenes, hombres, mujeres, ancianos de todas
las clases sociales que arropan a sus “guerreros capuchos” y encienden velas en
honor a los mártires caídos en desigual lucha contra las fuerzas del orden.
Algunos ingenuos imbuidos en el
espíritu cristiano apuestan por abrir canales de diálogo con el gobierno que
permita levantar el paro nacional. No se puede caer en el juego de las
provocaciones, “el único que va a cambiar esta nación es Jesucristo nuestro
señor” convocando tedeums solemnes y cadenas de oración juntos como hermanos llegaremos a un
entendimiento que salve nuestra patria. Como se hizo al final de la Guerra de
los Mil Días entre liberales y conservadores consagrando al Sagrado Corazón de
Jesús el templo del Voto Nacional en Bogotá. La iglesia católica y las sectas
cristianas, el comité de paro se aprestan a hacerle el trabajo sucio al
gobierno desmovilizando la protesta. La táctica que ha elegido el gobierno es
que pase el tiempo para que los insurrectos se agoten y remita el terremoto
social. Entonces comenzará una campaña de limpieza social y la cacería de sospechosos de haber apoyado
los bloqueos. Como en los peores años de la violencia ya comienzan a bajar
cadáveres flotando por las aguas del río Cauca.
¿En dónde está el premio Nobel de
la Paz el expresidente Santos que reside EEUU y que no se ha dignado a hacerse
presente como mediador?
¿Cuál es el papel de las FARC-EP y sus comandantes guerrilleros desmovilizados?
Ellos
que en su día se proclamaron la vanguardia de los campesinos y los proletarios apenas
intervienen en esta grave crisis social y con su partido los Comunes se
mantienen al margen de los graves acontecimientos ocupando cómodamente una
curul en el Congreso de la República. Dónde están aquellos que predicaban:
¡Solo con las armas en la mano se podrá doblegar al estado fascista colombiano!
De que valieron 50 años de guerra civil que dejó más 200.000 muertos, miles de
desaparecidos y millones de desplazados. Además del fracaso de unos tratados de
paz firmados en Cuba que jamás cristalizaron. Como lo demuestra los 270
excombatientes y más de 1.184 de líderes sociales asesinados desde el 2016.
Carlos de Urabá 2021