En
estas elecciones presidenciales hay que tener en cuenta un factor determinante y es el fantasma intervencionista
de las FFAA colombianas.
Las
Fuerzas Armadas la componen tres armas: ejército, armada y fuerza aérea y
cuenta con unos 300.000 efectivos. A los que hay que sumarle 140.000 policías y
también toda la reserva activa de la fuerza pública que conforman un gran total
del medio millón de efectivos. Estamos ante un estado dentro del estado que
recibe un presupuesto de 10.600 millones de dólares. Colombia es el segundo
país de América Latina con la inversión más alta en gasto militar.
El
ejército colombiano que es uno de los pilares fundamentales de la república se
revela como una institución
completamente hermética que resguarda en
espacios aislados al del resto de la población. Su patrimonio es infinito: cuarteles,
áreas residenciales, preciosos condominios, apartamentos y haciendas, universidades (escuela superior de guerra), centros
de enseñanza, editoriales, emisoras de radio, televisión, periódicos, emporio tecnológico
y cibernético, inmobiliarias, alimentación, farmacéutica, hoteles, turismo, ocio y vacaciones, bancos,
concesionarios de carros, comisariatos, puertos, aeropuertos, empresas de
seguridad, Caja Honor, Tribunal Superior Militar, hospitales, empresa de
trasporte aéreo y terrestre, clubes, casinos, equipos deportivos etc….Pero quizás el negocio
más lucrativo y que les deja mayores dividendos son los arsenales armamentísticos[cb1]
que negocian con sus proveedores
internacionales en buena parte conectados con en el tráfico ilegal de
armas. Estos son secretos de estado imposibles de revelar pues están protegidos
por la ley de seguridad y defensa nacional.
Porque
estamos ante una verdadera mafia enquistada desde hace décadas en pleno corazón
del estado y que no está dispuesta a renunciar a sus grandes privilegios. A lo
largo de la historia se han formado castas militares muy bien estructuradas
casi imposible de desarticular pues gozan de inmunidad y están bien conectados
con las altas esferas del poder civil. El ejercicio de la autonomía del
ejército se dio como nunca antes al finalizar el periodo presidencial de López
Michelsen.
Si
un día peligrase los intereses de los grandes oligarcas, terratenientes,
banqueros, empresarios estos serían favorables
a un golpe de estado militar para garantizar el imperio de la ley.
Resulta
que como el candidato Gustavo Petro encabeza las encuestas de intención de voto
a las elecciones presidenciales del 29 de mayo, eso ha puesto muy nerviosa a la
cúpula militar. No solo nerviosa sino histérica. Porque el lumpen, los parias,
los patisucios “la indiada y la negramenta” está a punto de tomarse el poder.
Una afrenta inadmisible para la oligarquía feudalista decidida a impedir que los tumbe los “nadies”
La
historia de Colombia desde la época de independencia es una historia de militarismo,
guerras y violencia. Los protagonistas siempre han sido en su mayoría caudillos,
dictadores, generales, coroneles, conspiradores, perpetradores de asonadas y
golpes de estado. No hay duda que en nuestro país se engendró un régimen cívico-militar en el
que participaban los más prestantes patricios tanto liberales como conservadores.
El
escudo del ejército nacional refleja toda esa prepotencia belicista de la que
presumen: presidido por un yelmo de
acero bruñido como símbolo de la legitimidad y
homenaje a los conquistadores españoles. Entre sus símbolos se destacan toda esa parafernalia de cañones, escopetas, sables, y castillos rematada con una cinta de oro donde están
escritas las palabras “patria, honor y lealtad” Estamos ante una institución de honda
raigambre patriarcal, misógina, machista, homófoba, racista y clasista. El
militarismo es el garante de la
soberanía nacional, de su identidad, de sus valores y tradiciones
cristianas.
En
1985 Gustavo Petro fue detenido por los militares cuando era concejal en Zipaquirá
acusado de ser miembro activo del M19. Lo
torturaron durante 4 días en la Escuela de Caballería y posteriormente un
juzgado de instrucción penal militar lo condenó a 2 años de prisión por porte ilegal de armas. La inteligencia militar
además lo señala de “cooperador
necesario” en la toma del Palacio de Justicia. Sus contradictores le reprochan
que todavía no les haya pedido perdón a las víctimas ni saldado sus cuentas. Según su versión: “la historia oficial es
falsa, la verdad está desaparecida”
El
día 28 de marzo las tropas de la división de asalto aéreo del ejército
colombiano desarrollaron una “operación antiterrorista” en la vereda Alto
Remanso, Puerto Leguizamo, Putumayo. En el transcurso de la misma asesinaron a 11 civiles a los que además supuestamente
les incautaron un copioso arsenal de guerra. La inteligencia militar les consideraba un
objetivo legítimo pues trabajaban como “narcococaleros” al servicio de las
disidencias de las FARC. Porque una de las prioridades del gobierno nacional es
erradicar las 245.000 hectáreas de coca existentes en el país. El presidente Duque, como cancerbero de la Seguridad Democrática de Uribe Vélez, advirtió:
“continúa la ofensiva sin tregua contra las estructuras narcoterroristas en
todas las regiones del país” El ministro de Defensa Molano llamó embustero a
Petro porque dijo que el asesinato de indígenas y de campesinos se trataba de
un crimen de guerra. El candidato del Pacto Histórico añadió: “En mi gobierno
el honor será el eje de la fuerza pública y se acaban definitivamente los
falsos positivos. Las armas defenderán libertades y derechos” Con toda
contundencia garantiza que ya no habrá más violaciones de los derechos humanos
durante su mandato. Que cobardía asesinar a la población civil a mansalva, a
campesinos e indígenas desarmados y no
solo eso, sino también rematarlos con un tiro de gracia cuando muchos se
encontraban malheridos. No cesa la campaña de
terror que parece una maldición que nos va a perseguir por los siglos de
los siglos.
Petro
ha acusado a las fuerzas armadas de tener vínculos con los paramilitares y
narcotraficantes y hacer parte de los crímenes de falsos positivos. “Esos
humildes soldados mueren en los
enfrentamientos contra el clan del Golfo mientras algunos de sus mandos están
en nómina de los carteles de la droga. Luego son ascendidos gracias a la
influencia de los politiqueros y narcotraficantes” Algo que provocó una dura respuesta del
general Zapateiro, comandante del Ejército Nacional de Colombia, quien le
contestó: “que si tiene pruebas de delitos en las FFAA que las presente ante
los jueces porque el único que si ha recibido dinero sucio en bolsas de basura
es el señor Gustavo Petro” “usted es el
que hace parte del colectivo al cual osa señalar como politiqueros del
narcotráfico” “porque el ejército es el que ha defendido por más de 200 años la
democracia de esta nación”
El
general Zapateiro furioso ha declarado que
“jamás me iré de la institución porque dejaré muchísimos Zapateiros en
el ejército” O sea, que cuidado porque generales Zapateiros sobran en las
fuerzas armadas.
¿Quién
se atreve a criticar al comandante del
ejército de Colombia el general Zapateiro?
Está en juego el honor de la FFAA, de su nobleza y la dignidad de los
“héroes de la patria”. La promesa de un
futuro de desarme y desmilitarización parece una utopía. Los planes parecen más
encaminados a multiplicar por tres el pie de fuerza en el combate del enemigo
interno que no es otro que el crimen organizado, el narcotráfico y la guerrilla.
(siguiendo los designios de Washington) O
sea, que padeceremos más represión y militarismo que es el principal eje sobre el que se sustenta el control
social. La actividad bélica y la fuerza letal de combate jamás ha cesado.
Tendremos
que resignarnos entonces a continuar sufriendo la guerra sucia, las luchas por
el territorio, el desplazamiento forzado, el sicariato, las masacres, el
asesinato de personas inocentes ¿A cuántos campesinos no los han cortado con motosierra para luego echarlos al río y que
los devoren los caimanes? La impunidad otorgada por los jueces militares
persiste y más ahora cuando los
victimarios se acogen a los beneficios
de la Justicia Especial para la Paz.
Una
de las máximas que más se repite en la
Escuela Superior de Guerra de Bogotá es la siguiente: “El soldado va a la guerra en busca de la paz.
El fin de la guerra es la paz”. En sus aulas se dictan cursos de alto estado
mayor para “formar íntegramente a los futuros oficiales del ejército con sólidas
competencias profesionales en Ciencias Militares” En esa escuela no solo
estudian militares sino también civiles -la mayoría relacionados con los
partidos de extrema derecha colombianos- que se
gradúan con calificación cum laude. Allí los adiestran y los preparan en el manejo
de las armas para enfrentarse a los “peligrosos terroristas comunistas” .
Este
choque dialéctico y con tendencias antagónicas nos revela perfectamente lo que sucederá si gana las elecciones el binomio
Petro-Francia del Pacto Histórico. Un conflicto
incendiario con un desenlace impredecible. La cúpula militar está totalmente en
desacuerdo con que el presidente de Colombia sea un exguerrillero del M19 que
tuvo nexos con el chavismo como aparentemente lo demuestran los documentos que
obran en poder del general bolivariano “pollo” Carvajal, preso en España y próximo a
ser extraditado a los EEUU . Y como si fuera poco la inteligencia militar tiene
en la mira a “Teodora” la nueva senadora del Pacto Histórico Piedad Córdoba, a quien el gobierno de Uribe Vélez autorizó como mediadora
con la cúpula de las FARC para liberar a los secuestrados. Hoy se encuentra
Investigada por la Fiscalía que la
vincula con el empresario Alex Saab, uno
de los testaferros de Nicolás Maduro, con quien supuestamente se le relaciona
en actos de corrupción y lavado de
dinero (160 millones de dólares)
Desde
luego que la campaña de Petro está
infiltrada. Mejor dicho, desde hace años
los agentes secretos del estado siguen al milímetro todos sus movimientos. El
DNI poseen los medios tecnológicos para mantenerlo completamente monitoreado. ¿Cuáles
son las fichas de Petro en las FFAA? ¿Quiénes son sus incondicionales; oficiales,
suboficiales o altos mandos, hombres y
mujeres de confianza? ¿Será que hay algún general petrista (tanto en el ejercito como en la policía) o
bolivariano? ¿tendrá un grupo de inteligencia y contrainteligencia para prevenir
y garantizar su seguridad y la de su entorno? ¿Acaso sus teléfonos,
computadores y sus cuentas digitales no están hackeadas?
Porque
uno no sabe en qué momento puede caerse un avión o un helicóptero que tenga
como pasajero al primer mandatario y a su comitiva. Todo es posible en este maquiavélico juego. ¿Acaso
los poderes fácticos en Colombia no han matado a la gente por pensar distinto? Como
es el caso de los magnicidios de Bernardo Jaramillo, José Antequera, Carlos Pizarro o el genocidio
de la UP.
La
tutela del estamento militar sobre el civil
ha sido una constante durante más de 200 años. Empezó con Bolívar, el presidente
vitalicio y dictador supremo de raigambre conservadora y centralista que defendía los cargos hereditarios y la
nulidad del voto popular. Principios fundamentales refutados por el general
Santander, fundador del partido liberal, hombre de las leyes y organizador de
la victoria.
Otro
punto álgido son las relaciones con Washington pues se han firmado acuerdos
bilaterales como el Plan Colombia y el Plan Patriota para perseguir a los
guerrilleros comunistas, los cultivos ilícitos y el narcotráfico. Para el
imperialismo norteamericano la elección de Petro significaría un gran obstáculo
para sus planes de dominación de una de las zonas geoestratégicas más
importantes del continente americano. En todo caso hay acuerdos de cooperación que
permite la presencia de soldados americanos disfrazados de contratistas en ocho
bases militares conjuntas. “Colombia es la cabecera de playa de la estrategia
de contención yanqui en la América del Sur” -llegó a expresar en su día Hugo
Chávez.
La Fuerza de Tarea Conjunta OMEGA (integrada
por el ejército nacional, fuerza aérea, la armada y la policía bajo el mando
del general Freddy Padilla de León) sellaron
la victoria contra la insurgencia. Exultante transmitió el ejército el último
parte de guerra. La firma de los Tratados de Paz de la Habana no es más que un
acta de capitulación o rendición incondicional de las FARC. Han fracasado en su asalto al poder y deben
asumir las consecuencias. El ejército y la policía se jactan de haber rendido a
las guerrillas tanto del M19, EPL, Quintín Lame, las FARC y también la
desmovilización de los paramilitares.
Yo
he sido testigo de esos encuentros de la élite colombiana cuando asistí en 1979 a un cóctel en el
Palacio de San Carlos convocado por el presidente Turbay Ayala. Allí se
reunieron los representantes de la
sociedad civil, los militares de
alta graduación, empresarios y jerarcas de la iglesia católica. Entre los que
cabe destacar el general Luis Carlos Camacho Leyva, el comandante de las fuerzas militares
Fernando Landazábal, el cardenal Aníbal Muñoz Duque o el afamado empresario
Carlos Ardila Lulle, sin que faltaran los presidentes de la federación colombiana de ganaderos, el de la
federación nacional de cafeteros, federación nacional de comerciantes o la
asociación nacional de industriales. El cóctel se desarrollaba en un ambiente
de gran camaradería y entre risotadas las fuerzas vivas” brindaban con
champagne por el extraordinario éxito del Estatuto de Seguridad con el que
Turbay Ayala pretendía acorralar a los grupos guerrilleros y generar
terror, violencia y desestabilización social.
Desde luego que el poder político, el poder militar, el poder económico y
el poder eclesiástico están íntimamente
ligados.
Petro ha dicho que: “en mi gobierno los generales
obedecerán al presidente y a la Constitución y el ascenso será por méritos
propios y no por la intervención de
politiqueros corruptos o narcotraficantes”. Los generales se ascienden
vía el vínculo político y obedecen muchas veces a intereses de organizaciones
criminales. Las fuerzas armadas según la
Constitución no son deliberantes y no pueden votar ni menos inmiscuirse en
asuntos políticos. Pero esto es algo teórico pues desde la misma independencia
solapadamente han hecho política, no públicamente -como es el caso de
Zapateiro- sino en privado. En incontables ocasiones obligaron o “aconsejaron”
a los presidentes o sus subordinados a tener en cuenta su “parecer” (órdenes). El
general Rojas Pinilla lo aplicó muy bien cuando en 1953 dio el golpe de estado en connivencia con la
facción más reaccionaria del partido conservador y en complicidad con el Partido
Liberal. Golpe de estado que recibió el apoyo entusiasta de la ciudadanía y de los sectores políticos,
económicos y religiosos de Colombia. La apoteosis llegó a tal punto que hasta
el Nuncio Apostólico y la embajada norteamericana lo celebraron.
¿Obedecerá
la plana mayor de las fuerzas armadas al exguerrillero arrepentido del M19 ? A
un “terrorista” que ha conspirado para
destruir el estado colombiano -según los términos que usa de la inteligencia
militar. El partido de las FARC ya le brindaron su apoyo incondicional. Será
que le van a jurar fidelidad a la vicepresidenta Francia Márquez que los
califica públicamente de genocidas y responsables de los falsos positivos y
otras lindezas? El senador Bolívar, a quien la SIJIN nombra como “el promotor y
financiador de la Primera Línea”, compadre de Petro, llegó a declarar por la muerte de la niña de
17 años Alison: “ malditos policías,
cerdos policías que la ultrajaron sexualmente” El ambiente está muy enrarecido y
difícilmente las aguas bravas volverán a su cauce.
Sus
contrincantes de ultraderecha denuncian que “existe un alto riesgo de que Petro
expropie la propiedad privada y a que se eternice en el poder siguiendo los
pasos de Chávez”. Pero esta argucia propagandística es muy fácil de refutar
pues lo cierto es que los militares y paramilitares han sido los grandes
expropiadores de la tierra en Colombia. Y el único que ha violado la
constitución para reelegirse es el expresidente Uribe Vélez, el “papá de la
Seguridad Democrática”. ¿Es viable garantizar la gobernabilidad para sacar al
país de la insostenible crisis social? Urge
aprobar las 5 reformas: el campo, justicia, política, salud, educación y
economía para darle una segunda oportunidad a nuestro país.
¿Cómo
democratizar las fuerzas armadas? Constitucionalmente el presidente de Colombia
es el jefe de Estado y de Gobierno, suprema autoridad administrativa de
Colombia y comandante supremo de las fuerzas armadas. ¿Se respetará su alta investidura? El aparato militar tiene que estar sometido a
la Constitución -afirman los más respetables juristas. Acuérdense que “los
militares planean y el presidente toma las decisiones” como ha sucedido en
tantas operaciones especiales y golpes contra la guerrilla, grupos
delincuenciales y narcotraficantes. El primer mandatario tiene la última
palabra. ¿Se atreverá Petro a desnazificar las fuerzas armadas? ¿cuadrará a los altos mandos para advertirles
que él es el comandante y jefe?
Seamos
realistas todos sus elementos de alta graduación son enemigos de la izquierda y
por ende del Pacto Histórico. “¿Cómo es eso que un guerrillero castro-chavista
va a ser el comandante general de la fuerza pública y ejército, el gran maestre
de la Orden de Boyacá? “A la
orden, mi presidente, con la novedad de que hemos dado de baja a x narcoterroristas o x narco guerrilleros”. ¿El
nuevo presidente de izquierdas entonces los aplaudirá y los premiará con
condecoraciones y ascensos?
¿Cómo
compatibilizar tantas contradicciones cuando supuestamente Petro se posesione el 7 de agosto? El presidente tiene la capacidad de pasar a
retiro o llamar a calificar servicios a
cuanto general no le inspire confianza, es decir, hacer una purga de militares reaccionarios,
corruptos y autoritarios dedicados
al enriquecimiento ilícito, vinculados a los carteles del narcotráfico,
culpables de desaparición forzada, ejecuciones extrajudiciales y también de
abusos sexuales. Petro y Francia
Márquez que tanto pregonan la defensa de la vida, el amor, la paz y la
democracia, presidirán las solemnes paradas militares y estrecharán las manos manchadas de sangre de quienes han
traicionado su juramento “ante Dios y la Patria de “defender la soberanía nacional y brindar
seguridad a los habitantes de las diferentes regiones del país”
Esta
es la explosiva situación que se encontrará el candidato Gustavo Petro si gana las elecciones. Él ha
intentado al máximo lavar su imagen para trasmutares en un socialdemócrata, el
guerrillero arrepentido partidario de la teología de la liberación, el
humanista, el ambientalista, el antimilitarista, el feminista, el pacifista bendecido por el Santo Padre que
vive en Roma. Incluso ha tenido que autoflagelarse confesando que “Colombia no
necesita socialismo sino democracia y paz” para sumar votantes indecisos y
congraciarse con los generalotes de tres y cuatro soles “árbitros de la
contienda electoral”
El
Pacto Histórico propone un “cambio por
la vida” y esto es algo que no va a tolerar la cúpula militar. Ya se escucha el
ruido de sables y las botas de los dragoneantes marcando el paso por las
avenidas de las grandes ciudades, las banderas tricolores ondean altivas sobre los
carros de combate y suenan las notas gloriosas del himno nacional “…soldados sin coraza
ganaron la victoria; su varonil aliento de escudo les sirvió…”. Y como dijera en su momento el coronel Plazas
Vega, líder de la retoma del Palacio de
Justicia en 1986, a la pregunta de un periodista -¿Cuál es la instrucción o la
decisión que hay por parte de las fuerzas regulares en este momento? Respuesta
fulminante: “a mantener la democracia,
maestro”. Es irónico, pero por si no lo sabían ¡aquí los más demócratas son los
militares! De acuerdo a su credo ellos son los que respetan y protegen el orden
constitucional ante los ataques de la “chusma narco-guerrillera”
El
General Álvaro Valencia Tovar,
comandante en 1973 de la
“Operación Anorí” para exterminar al ELN y presunto planificador de un golpe de estado contra el presidente
Alfonso López Michelsen, escribió estas sabias palabras en un ensayo sobre la
FFAA y derechos humanos: “la lucha del
hombre por la libertad y la justicia es tan antigua como la especie. Ninguna de
estas dos metas ha podido alcanzarse bajo regímenes despóticos, en los que el
estado prevalezca sobre el individuo” “por eso hay que inculcar en el hombre de
armas y en quien desempeña funciones policiales, el respeto inviolable a los
derechos humanos”. El cinismo de este sanguinario general adicto al estado de
sitio no tiene límites.
¿Los
soldados de la patria tendrán alguna idea política? no sabemos porque muchos se
limitan a acatar las predicas de sus superiores. Especialmente la instrucción
militar y la educación castrense se ha impuesto la idea que los demonios son “rojos
comunistas o castro-chavistas”. Y a esos enemigos hay que borrarlos del mapa. El
proceso de formación de los soldados en su inmensa mayoría pertenecientes de
los estratos más bajos de la sociedad campesinos, indígenas, obreros y
trabajadores; mestizos, indígenas, negros, mulatos, zambos es completamente
fascistoide. Se les entrena repitiendo consignas tales como: “guerrilleros mataremos, su sangre beberemos,
sus mujeres violaremos, sus hijos quemaremos” Los jóvenes reclutas reciben
tremendo lavado cerebral o una brutal manipulación para crear unos enemigos que
no son otros sus propios hermanos de clase empobrecidos y marginados. Porque
milicia es la disciplina y la obediencia ciega.
Perversamente están enfrentando a pobres contra pobres en beneficio de
la casta dominante. El lema del escudo de Colombia “Libertad y Orden”, nos revela dos palabras
contrapuestas que algunos las traducen como “libertad para el patrón y orden
para el peón” Porque sin orden no hay progreso ni bienestar
Tal
vez se esté gestando una catástrofe que va a ser mucho peor que la del 9 de
abril de 1948, mejor conocido como el “Bogotazo” cuando asesinaron a Gaitán. Porque
si Petro pierde las elecciones sus partidarios no lo aceptarán y dirán que han sido víctimas de un fraude. Seguramente
se convocarán violentas y multitudinarias manifestaciones donde el ESMAD tendrá
que aplicarse a fondo para reprimirlas. El año pasado durante el paro nacional
o estallido social hubo 1.200 civiles violentados y 80 jóvenes asesinados por
la fuerza pública. ¿Cómo aplacar esos sentimientos atávicos de rabia, de odio y
de rencor? La polarización política está que echa chispas y podría desatar una
voraz conflagración.
¿Cómo
puede recomponer Petro las relaciones
con los militares? ¿existe algún intermediario o mediador capaz de limar las
asperezas? Porque si sale elegido democráticamente como presidente esto es algo
que hay que tener en cuenta ¿quiénes serán los mandos, los oficiales de confianza? ¿existirán en las FFAA algunos elementos
progresistas, tal vez, de izquierdas, revolucionarios o bolivarianos?
Quizás
tendrá que hacerse un pacto de cohabitación o respeto mutuo en el que se blinde
los privilegios de la casta militar ¿cómo taparles la boca a los generalotes de
altos vuelos? De alguna manera hay que sobornarlos subiéndole los sueldos,
ofreciéndole millonarias prebendas, exención
de impuestos para sus negocios, cargos diplomáticos en el exterior
(preferentemente en EE.UU o Europa) o matriculas en las mejores universidades
del mundo para sus hijos. ¿Se firmará un acuerdo de impunidad y de olvido entre
ambas partes? ¿Perdón social?
Estamos
planteando demasiados interrogantes que somos incapaces de despejar. Solamente nos
queda invocar la intervención del Sagrado Corazón de Jesús para que nos ampare
y nos favorezca
Carlos
de Urabá 2022