Al cumplirse el 40 aniversario de la invasión marroquí
del Sahara occidental nos encontramos ante una situación muy parecida a la del
conflicto entre Israel y Palestina. Aquí se repite la misma historia: muros, campos
de minas, alambre de púas, cárceles, represión, éxodo, deportaciones, desaparecidos,
refugiados.
Pero primero es
imprescindible analizar con detenimiento los antecedentes históricos que han
desencadenado esta dramática situación.
La pérdida de las últimas
colonias en Cuba, Puerto Rico y Filipinas -mejor conocida como “el desastre del 98”- marca el ocaso del imperio español. España debe
consolarse con mantener sus colonias africanas de Guinea Ecuatorial y Sahara
Occidental y el protectorado del norte de Marruecos.
El imperio español desde
el siglo XV siempre ambicionó apoderarse de Marruecos por su posición geográfica
privilegiada con respecto al estrecho de Gibraltar y las islas Canarias. La
toma de Ceuta y Melilla es un claro desafío al enemigo musulmán. Más allá de
las columnas de Hércules España y Portugal pugnaban por abrir nuevas rutas de navegación
que a la postre las convertirían en la vanguardia de los grandes
descubrimientos geográficos.
Pero de repente surge el
imperio inglés como un poderosísimo rival que va a disputarles el dominio en
los mares. Un hecho que queda patente con la pérdida de Gibraltar y la derrota de la escuadra
franco-española en la batalla de Trafalgar.
De ahí el desesperado intento del imperio español por recuperar posiciones al
otro lado del estrecho. La victoria en
la batalla de Tetuán (en la
denominada guerra de África en 1860) le abre la puerta a sus anhelos
expansionistas.
Desde las islas Canarias
se organizan expediciones de reconocimiento comandadas por militares y miembros
de la sociedad geográfica española dispuestas a reafirmar la soberanía sobre el
litoral saharaui (banco de pesca) La exploración del Sahara embarca a España en una nueva aventura colonial en busca de
riquezas naturales y una ruta comercial que les permitiera conectarse con Tombuctú (Mali). Ese es el centro neurálgico de un importante mercado
de productos provenientes del África Negra monopolizado por el imperio francés.
En el año 1885 la monarquía borbónica reclama en la conferencia de Berlín (el Reparto de
África) el Sahara Occidental (Río de Oro) junto con Guinea y Annobón y Fernando Po. Aunque no fue hasta el año 1934 que ocupó oficialmente
el Sahara (donde fundaron los enclaves y factorías de Villa Cisneros, El Aaiún,
Villa Bens)
En el desierto no hay límites
ni fronteras, los estados en el desierto son invenciones y construcciones
humanas que no corresponden a la realidad de los pueblos que lo habitan. Los saharauis son en esencia un pueblo
nómada y ganadero (oveja, cabra, camello) dedicado también al tráfico de caravanas
o a la pesca en el litoral. El saharaui para enfrentar unas condiciones
climatológicas completamente adversas está dotado de una resistencia
sobrehumana. Las temperaturas en el área continental pueden alcanzar en algunas
épocas el año los 55 grados. Desde tiempos inmemoriales se mueven por una amplia
aérea que abarca miles de kilómetros cuadrados. Se suelen establecer
temporalmente en campamentos de jaimas cerca de los pozos o las fuentes de agua dependiendo
de sus necesidades. Carecen de títulos de propiedad aunque de generación en
generación se transmiten oralmente las áreas de pastoreo que le corresponde a cada tribu o a cada clan. Se les conocen como los “hijos de las nubes” pues se la pasan observando el cielo
esperanzados con localizar una tormenta los premie con la lluvia
fertilizadora. En un territorio tan hostil las leyes de solidaridad son imprescindibles para
asegurar la supervivencia. No hay oasis y por eso los recursos hídricos son el tesoro más preciado. El saharaui es
heredero de una cultura muy arcaica y artesanal con unos rasgos identitarios
propios como lengua, religión,
vestimenta, comidas o fiestas. Su eterna
trashumancia les ha llevado a establecer contactos con el Sahel o el África negra. Estos indómitos
guerreros han nacidos libres y jamás le rendirán pleitesía a ningún soberano.
Pero esa vida antigua y
tradicional se ha visto alterada por el colonialismo, las guerras y la sequía.
Hoy se impone la modernidad: los camellos han sido reemplazados por el Land Rover
y las caravanas que transportan las mercancías por los
camiones Mercedez Benz o Volvo. El antropólogo Julio
Caro Baroja ya lo advertía en su estudio intitulado “Adiós a los nómadas saharianos”
Las fuerzas de la antinaturaleza los ha sedentarizado y deben integrarse
en un mundo urbano que los conduce irremisiblemente a una lenta e extinción. Estas
son las consecuencias de la colonización española y la dominación marroquí.
En el protectorado español
de Marruecos fue donde el general en jefe superior Francisco Franco a la cabeza de los militares
africanistas planificaron el golpe de estado del 18 de julio de 1936. La
asonada fascista contra el gobierno legítimamente constituido de la republica movilizó
al ejército colonial en Ceuta, en Melilla,
Tetuán, Alcazarquivir, Larache, Alhucemas, Sidi Ifni, o el Aaiún (la legión,
los regulares, los tiradores de Sidi Ifni o las tropas Nómadas). “La gloriosa cruzada nacional” contaba paradójicamente
entre sus filas con miles de soldados musulmanes mercenarios (80.000) cuya participación
seria vital en el triunfo del nazi-fascismo franquista.
Durante la dictadura franquista
el Sahara se convirtió en un cuartel militar y campo de entrenamiento de las fuerzas
armadas españolas. El Caudillo Franco defensor de occidente y la cristiandad
anhelaba en sus delirios de grandeza resucitar el imperio español. El Sahara se consideraba el destino más
apetecido los oficiales y mandos de alta
graduación pues allí estaban mejor remunerados y gozaban de infinitos
privilegios.
En 1952 las Cortes decretan que el Sahara es una colonia africana y
por lo tanto todos sus habitantes pasan a ser españoles.
Cuando en el año 1955 España ingresa en la ONU la
Asamblea General se hallaba en pleno debate sobre los procesos de
descolonización. Es un momento trascendental pues los movimientos nacionalistas
africanos reclaman su soberanía. En 1956
Marruecos consigue la independencia de Francia y España e inicia formalmente
los trámites de reclamación del Sahara Occidental argumentando que le pertenece
por una supuesta vinculación histórica (El
mito del gran Marruecos)
En 1958 Francia y España suscriben
el tratado de las Palmas para detener
los ataques de la guerrilla del Ejército
de Liberación Saharaui que amenazaba sus posesiones. Entonces se lanza la operación Teide con el propósito de reducir a los rebeldes mediante un ataque relámpago
y contundente. Ambos países movilizan varias compañías paracaidistas, unidades
mecanizadas, helicópteros y aviones de combate. El principal objetivo es la
recuperación de Smara donde se
concentra el núcleo del foco insurgente. Los violentos ataques aéreos con bombas de fósforo y de napalm
siembran la muerte y la destrucción entre la población civil. En especial se
concentran en aniquilar sus medios de subsistencia como son el ganado; las
cabras, ovejas y camellos. Esta es una verdadera operación de exterminio que
obliga a los saharauis a escapar
despavoridos hacia la las ciudades de Tarfaya y de Tan Tan en la costa Atlántica. Tan demencial ataque traerá unas
consecuencias desastrosas para su economía pues pierden sus zonas tradicionales
de pastoreo. Al concluir la guerra España “en un gesto de generosidad sin
límites” le entrega a Marruecos la
franja de Tarfaya (saharaui)
A partir de la década de
los sesentas la lucha revolucionaria en el mundo entero entra en un periodo de efervescencia.
Algo que influirá decididamente en los jóvenes estudiantes saharauis que cursan
estudios en las universidades marroquíes. Entre los que se destaca el periodista
y maestro coránico Bassiri, fiel admirador de las corrientes del socialismo panárabe del partido
Baaz, Nasser y la revolución cubana.
Junto otros compañeros funda en 1968 al Harakat al Taharir o movimiento de
liberación nacional. Los discursos de Bassiri pregonaban una respuesta
nacionalista contra el colonialismo. Como consecuencia de su arrojo y carisma
los servicios secretos españoles lo catalogaron como “subversivo
de alto riesgo”.
En 1970 las Cortes franquistas aprueban que el
Sahara se convierta en la provincia
número 51 administrativamente hablando. Una polémica decisión que provocó
la ira de las tribus saharauis que convocan una jornada de protesta en el Aaiún.
Los manifestantes fueron duramente
reprimidos por las fuerzas de la legión
que causaron decenas de muertos y heridos en la que se conocería como la
matanza de Zemla. Bassiri cae detenido y lo trasladan a la cárcel provincial del Aaiún. Posteriormente las autoridades
españolas dan la orden de deportarlo a Marruecos. Pero misteriosamente
desaparece sin dejar rastro alguno. Se especula que los legionarios lo
fusilaron camino de la frontera. Desde entonces es considerado el padre de la
patria y principal mártir de la causa saharaui.
En los años setenta la
descolonización del Sahara se convirtió en un tema prioritario en las cumbres
de la Organización de Unidad Africana
y los No Alineados. La ONU recomendó
por entonces aplicar en el Sahara la resolución 1514 sobre la concesión de
la independencia a los países y pueblos coloniales.
El día 10 de mayo de 1973 un grupo de
estudiantes de Tan Tan y Tarfaya, junto con
trabajadores y ex militares exiliados,
fundan en Zouérate (Mauritania)
el Frente Polisario. El 20 de ese mismo mes se produce su primer ataque de los “muyahidín” a las tropas Nómadas españolas en lo que
sería su bautizo de fuego.
En el año 1975 el Tribunal Internacional de la Haya exige
que se lleve a cabo referéndum de autodeterminación en el Sahara Occidental para
preservar los derechos de la población nativa. Marruecos respondió lanzando una
campaña publicitaria a través de los medios de comunicación para explicar el por
qué pretendía anexionárselo. Según ellos en el siglo XIX las tribus nómadas saharauis
habían jurado fidelidad al sultán de Marruecos.
Pero Marruecos no tiene
derechos sobre esos territorios colonizados por España porque el Sahara nunca
hizo parte del sultanato. El sultán Mulay Abderrahman reconoció en el siglo
XIX que Marruecos no ejercía soberanía en esos territorios del Saguia El Hamra
situados al sur del rio Draa. Una prueba contundente que dio pie a la ONU para
concederles los derechos soberanos a los saharauis.
El rey Hassan
II de Marruecos aprovechó que el dictador Franco agonizaba en el hospital
de la Paz de Madrid para llevar a cabo su maquiavélicos planes (apoyado por
EE.UU y Arabia Saudita) El 6 de
noviembre de 1975 ordena que se embarquen en autobuses y camiones a miles
de pobladores de las provincias del norte para concentrarlos en la ciudad de Tarfaya -justo en el límite fronterizo
con el Sahara-. Los súbditos obedecen sin rechistar el discurso mesiánico del
descendiente del profeta Mohamed orgullosos de haber sido elegidos para tamaña
empresa. El día 6 de noviembre se inicia
la famosa Marcha Verde en la que miles
de escudos humanos se dirigen a pie hacia la frontera blandiendo banderas rojas
alauitas, sosteniendo el Corán y el retrato del rey Hassan II, el padre
protector de los creyentes. La multitud marchaba con firmeza entonando canticos
patrióticos decidida a ofrendar sus vidas como mártires.
Esta era en toda regla una
declaración virtual de guerra. Sin embargo el ejército español se veía impedido de
disparar contra una masa humana de más de 350.000
personas completamente desarmadas –sin contar a los 30.000 militares bien
pertrechados que les guardaban las espaldas-. Estados Unidos le exige a España que se abstenga
de utilizar la fuerza. En Tah, justo en el límite de la línea
roja, los legionarios habían colocado campos de minas y las unidades militares de
carros de combate y artillería pesada estaban listas para entrar en acción.
El
príncipe Juan Carlos, jefe
de estado en funciones, viaja al Aaiún el 2 de noviembre con el propósito de
aplacar los ánimos exaltados de las guarniciones militares y brindarles todo su
apoyo ante la amenaza marroquí. En el cuartel del III Tercio de la Legión en presencia de la tropa y altos mandos pronunció
un sentido discurso en el que aseguró que “España jamás abandonaría el Sahara”
“lo primordial es que nuestro ejército conserve intacto su prestigio y el
honor” añadiendo también que “se respetarían los legítimos derechos de
la población saharaui” (referéndum de autodeterminación incluido) Pero una
semana después se desató tal estado de
pánico entre la población civil que empezaron a evacuar la colonia.
El rey don Juan Carlos
realmente jugaba una partida doble porque en secreto envió a Washington a su
amigo íntimo Manuel Prado y Colón de
Carvajal para buscar la mediación de Henry
Kissinger. Kissinger sostuvo que su
gobierno apostaba por la entrega incondicional del Sahara a Marruecos. Colón de
Carbajal también visitó en secreto Casablanca para entrevistarse con las
autoridades marroquíes y arreglar el “impase” de la mejor manera posible. El teniente general americano Vernon Walters, director adjunto de la
CIA, interviene y prepara el terreno para que don Juan Carlos I acepte una
retirada “honorable” de las tropas españolas. Hassan II y José Solís, Ministro del Movimiento, en una reunión “realista, positiva, dura y fructífera”
acuerdan en secreto la entrega del Sahara “Para
preservar la tradicional amistad hispano-árabe”. Marruecos es un aliado
preferencial de los EE.UU (fue el primer país que lo reconoció) y esto pesa
mucho a la hora de tomar decisiones.
EE.UU y Francia defendían
la anexión puesto que el Frente Polisario al aceptar la ayuda argelina se había
alineado indirectamente con la Unión
Soviética. Era la época de la guerra fría y el mundo estaba dividido en
bloques. Argelia buscaba una salida al Océano
Atlántico en un claro desafío a su histórico enemigo marroquí. EE.UU no
podía permitir que el Sahara Occidental cayera del lado del comunismo. Mientras
tanto el Polisario realizaba continuos ataques, atentados y secuestros contra
las tropas españolas decididos a presionar a la metrópoli para que les
concediera la independencia.
El
día 20 de noviembre de 1975 muere el dictador Franco y
España renuncia al Sahara. “Mr. Kissinger, Im prince Juan Carlos. I will sign
the accord” Se inicia entonces el proceso de descolonización dejando su
administración en manos Marruecos y Mauritania. La yemaá o asamblea tribal saharaui fue comprada por Marruecos y
Mauritania para que aceptara el veredicto. En todo caso el acuerdo tripartito de Madrid les transfiere la administración pero no
así la soberanía. España sacrificó a los
saharauis ante el temor que se desatara una guerra colonial de impredecibles
consecuencias en la región. Había que pagar un alto precio en aras de la paz y la
fraternidad universal.
El gobierno español no
cumplió su palabra y traicionó a los saharauis a sabiendas de que eran
legalmente ciudadanos españoles.
En esos años Hassan II había
sobrevivido a dos intentos de asesinato y su reinado atravesaba un periodo de
crisis económica y social. De ahí que necesitara un hecho impactante para reivindicarse
ante sus súbditos.
Inmediatamente el ejército
marroquí traspasa la línea roja del Sahara y se lanzan a la caza de los rebeldes
saharauis. La aviación bombardea con napalm, fósforo blanco y bombas de
fragmentación: Dreiga, Amgala, Tafariti, Smara y los alrededores del Aaiún. La
orden es limpiar el terreno de “terroristas”. La magnitud de las matanzas poco a poco se
va descubriendo gracias al equipo de
investigadores vascos encabezados por Beristaín
y Etxeberria -que con la ayuda del gobierno vasco está llevando a cabo prospecciones para localizar
fosas comunes- Por ejemplo, en Meheris
los cadáveres afloran con huellas innegables de tortura y tiros de gracia.
En los primeros meses de 1976 miles de saharauis huyeron al interior del desierto en busca de refugio. Finalmente el presidente argelino Huari Bumedián les brindó asilo en Tinduf en donde instalaron los campamentos de resistencia (Aaiún, Smara, Aouserd, Dakhl) (Sede del gobierno del RASD) El Frente Polisario se organizó gracias al apoyo económico y militar de Libia y Argelia (países adscritos a la órbita de la Unión Soviética)
La
RASD declara la independencia en febrero de 1976 y
comienza la guerra de guerrillas contra el ocupante marroquí
y mauritano. El régimen de Gadafi les provee de armas, dinero y pertrechos. El Uali Mustafa Sayed, primer presidente
del RASD, lidera a los combatientes que realizan razias y emboscadas aprovechando
su buen conocimiento del desierto. “nuestra selva es el desierto, el siroco, el
calor, la oscuridad de la noche son nuestros aliados”. Desplegándose con
columnas móviles en una lucha desigual contra un enemigo que contaba con mayor número
de soldados, aviación y armamento
moderno suministrado por Francia y EE.UU. Los combates se desarrollan con tal intensidad que Mauritania decide retirarse acuciada por
la grave crisis social y económica y el golpe de estado que depone al
presidente Uld-Dadach. Marruecos
para neutralizar los ataques de la guerrilla saharaui -que ha llegado incluso a
cercar la ciudad santa de Smara- construye
(asesorado por Israel y EE.UU) una muralla con arena, alambre de púas y campos
de minas mejor conocida como el “muro de
separación” -que dará pie a la “batalla
de los muros”.
El rey Hasssan II
consciente de las tensiones que genera la guerra fría se proclama el adalid de la lucha contra el comunismo.
En 1988 el reino de Marruecos y
el Frente Popular para la Liberación de Saguía el- Hamra se sientan a dialogar
bajo la mediación la ONU y la OUA. Tras semanas de discusiones formalizan un alto el fuego con la promesa de
convocar un referéndum de autodeterminación que decida el futuro de la ex
colonia española. Pero Marruecos incumple
los plazos y se reanudan nuevamente los combates.
Hasta que en el año 1991 ambos contendientes agotados por
la guerra de desgaste firman un alto el
fuego (promovido una vez más por la ONU y la OUA) En éste se reitera el compromiso inexcusable
de celebrar un referéndum de autodeterminación. Pero hasta la fecha (año 2015)
no se vislumbra ninguna posibilidad de llevarlo a cabo.
El pueblo saharaui no
tiene capacidad de producción agrícola, ni industrial o tecnológica. Desde
hace 40 años está empeñado en sobrevivir en condiciones muy adversas gracias a
la ayuda humanitaria que le proporciona la
ACNUR, la Media Luna Roja, el Programa Mundial de Alimentos, la ECHO de la UE
y las ONGs. Y en especial la solidaridad
internacionalista que ha mantenido la moral alta y en pie de lucha. Entre las que
hay que destacar las 400 asociaciones pro saharauis que existen en España.
Marruecos
lleva a cabo la misma política que aplica Israel en los territorios ocupados.
Es decir, patrocina la emigración masiva con el fin de inclinar la balanza demográfica
a su favor. Estamos ante un proceso de colonización total y absoluta del Sahara
con la continua llegada de inmigrantes y la construcción de nuevos
asentamientos. Porque Marruecos debe elevar el censo de población previendo lo
que pueda suceder en el supuesto caso que se convoque en un futuro el tan mentado “referéndum”.
La
soberanía de Marruecos sobre el Sahara no es reconocida ni por la ONU, ni la Unión Africana, ni la Liga Árabe.
Marruecos renunció como estado miembro de la Unión Africana luego de que ésta
aceptara la entrada del RASD en su seno.
En la actualidad adentrarse
por el desierto y contactar con los
nativos saharauis es algo sumamente difícil. Existen infinidad de agentes
secretos marroquíes infiltrados que impiden el acceso a los extranjeros que no
justifiquen su presencia en la zona. Sólo de forma clandestina se puede
ingresar en sus kabilas. La situación de
los derechos humanos en el Sahara ocupado es enormemente grave pues no cesan
las torturas, las desapariciones forzadas, los encarcelamientos o las deportaciones.
De ahí que nadie se atreva a hablar de temas políticos y mantengan un prudente
silencio ante cualquier pregunta capciosa que se les plantee. Marruecos
está implicado en la guerra mundial contra el terrorismo en la que como no se ha
incluido al Frente Polisario.
Buena parte de los saharauis
son bilingües y hablan tanto el árabe -el
dialecto hassania- como el español. Aunque a partir de la invasión marroquí
se les ha obligado a escolarizarse en francés. Marruecos hace parte de la francofonía que es un pacto cultural que promueve
el neo imperialismo francés. El rey Mohamed VI está directamente comprometido
en el mismo por los múltiples acuerdos firmados con el gobierno de París
El Sahara Occidental es
una planicie desértica de 266.000
kilómetros donde tiene su hábitat el pueblo saharaui de etnia beduina
arabo-bereber y negra. La población total se calcula en 320.000 habitantes repartidos
entre Tinduf (160.000) y los territorios ocupados por Marruecos.
La capital es el Aaiún que ha experimentado un espectacular crecimiento demográfico
en las últimas décadas (supera los 250.000 habitantes)
El
total de colonos marroquíes se eleva al medio millón
y esta cifra se incrementa ostensiblemente cada año. A los colonos se les
ofrecen incentivos de tipo fiscal (exenciones
de impuestos, del IVA, renta de sociedades y la vivienda) y subvenciones
oficiales. La gasolina, el gasoil, la
azúcar, la harina y el té -que son los
productos más consumidos- cuestan la mitad que en otras provincias marroquíes.
Del mismo modo los saharauis (120.000 bajo su tutela) reciben una renta básica
con fines de “integración social” de
2.000 dírhams mensuales -cesta alimentaria incluida-. Comprar la lealtad al
soberano alauita es la mejor fórmula para que reine la armonía y el
entendimiento
Los
retornados de Tinduf tienen aún mayores beneficios económicos puesto que han decidido reconocer la soberanía
marroquí. Esta es una forma de chantaje
para estimular la deserción en los campamentos saharauis en Argelia. Los servicios secretos y la propaganda
gubernamental se están esforzando al máximo por lograrlo y parece que su
campaña ha dado buenos frutos.
Los funcionarios civiles
y militares marroquíes cobran del 50% al 75 % más que en otras regiones. En el Sahara hay más de 150.000 soldados
destacados a lo largo de los 2.720
kilómetros de la gran barrera de separación construida con arena, alambre
de púas y bunkers. (Diseñada al estilo Bar Lev del canal de Suez por ingenieros
judíos) Existe una compañía marroquí
cada cinco kilómetros, radares, campos de minas (uno de los más grandes del
mundo) que dividen de norte a sur a la
población nativa saharaui y cortan la comunicación, sus relaciones tribales,
zonas de pastoreo y trashumancia y el acceso a sus recursos hídricos. A Marruecos todo este impresionante
despliegue económico y militar le cuesta
el 5% del PIB nacional.
El Sahara Occidental aunque en apariencia es un territorio yermo y estéril cuenta con grandes recursos naturales y materias primas. Basta nombrar las minas de fosfatos de Bucraá (cuantificados en 3.400 millones de toneladas y del cual es el principal productor a nivel mundial) la inmensa riqueza pesquera del banco canario-sahariano, la energía eólica y solar, las reservas de agua subterránea, minas de hierro, de uranio o los hidrocarburos. Según estudios y prospecciones de la empresa británica Barrus Petroleum -efectuadas en los años setentas- en el Sahara existen yacimientos petrolíferos que podrían producir unos 80.000.000 de barriles. Aparte de las reservas de gas que están aún por cuantificar. La Unión Europea y multinacionales extranjeras firman acuerdos de explotación con Marruecos en el área minera y pesquera sin importarles que sea un territorio en reclamación.
La MINURSO (la misión de la ONU para el referéndum en el Sahara Occidental) no es más que un nido de funcionarios y burócratas que disfrutan de estatus diplomático y sueldos exorbitantes. El Consejo de Seguridad les ha encomendado la misión de verificar el alto el fuego y de los combates, la disminución del pie de fuerza del ejército marroquí, la liberación de prisioneros, identificar y registrar las personas con derecho a voto, organizar un referéndum justo y libre y supervisar sus resultados, velar por los derechos de los refugiados, la desmilitarización y el desminado. Lamentablemente su trabajo deja mucho que desear pues no se han colmado las expectativas para la que ha sido creada.
Lo cierto es que la población saharaui sufre un férreo control por parte de los organismos de seguridad e inteligencia. Se violan sus derechos más elementales pues carecen de libertad de expresión, libre circulación y participación política. La ONU no tiene potestad para proteger los derechos humanos en el Sahara ocupado. Esta es una tarea que ha asumido extraoficialmente la Oficina de la Unión Europea para el respeto de los derechos humanos y Amnistía International. A pesar de las constantes denuncias que señalan al gobierno marroquí como responsable de los abusos y crímenes, reina la total impunidad. Marruecos aplica una política represiva y autoritaria para desmovilizar la resistencia del pueblo saharaui. El terror es el método elegido para imponer la paz y el orden. De ahí el interminable número de presos políticos que se pudren en las cárceles.
Fruto de la impotencia y la desesperanza el discurso religioso va tomando fuerza entre los saharauis. En las mezquitas los imanes lanzan continuos llamados a la yihad. Porque la resistencia no es solamente armada sino también espiritual o religiosa. Esa juventud saharaui que ha nacido y crecido en los campamentos del Tinduf o bajo la ocupación marroquí tiende a radicalizarse. Las únicas fuentes de trabajo son el comercio caravanero entre Argelia, Mauritania, Níger y Mali, el contrabando de gasolina o de armas o la reventa de los productos de ayuda humanitaria. La creciente marginalidad que padecen solo se ve paliada con las remesas que envían sus parientes desde del extranjero. Pero el asistencialismo conduce nada más que a una humillante dependencia. Y encima Argelia, su principal valedor, se encuentra en una situación económica muy delicada a causa de la caída de los precios del petróleo. Gadafi ha desaparecido y Libia se halla sumida en el caos y la desintegración. La actual situación geopolítica de la región le es completamente desfavorable y tiene que adaptarse a las nuevas reglas del juego.
No hay futuro para el pueblo saharaui puesto que les han coartado sus justas aspiraciones de soberanía e independencia. La yihad no es una idea nueva pues fue proclamada por el Uali Mustafa Sayed cuando se redactaron los estatutos del Frente Polisario. Sin duda alguna que el extremismo yihadista gana adeptos y sería un error estratégico de consecuencias irreparables forjar alianzas con al Qaeda o el EI. Occidente se encuentra en plena guerra contra el terrorismo islámico y por ende el Polisario también sería un objetivo a batir.
¿Tendrán que resignarse a su agónico destino? ¿O es preferible tomar nuevamente las armas? Este dilema los coloca entre la espada y la pared. Mientras Marruecos aplica la mano dura y encarcela o expulsa del Sahara a los jóvenes más críticos y contestatarios. Se les ha incluso deportado en pateras con dirección a Canarias. Son un peligro latente que tiene que desmovilizar.
Las organizaciones
juveniles saharauis propugnan volver a la guerra de guerrillas mientras que sus dirigentes que residen en el
exterior prefieren agotar los plazos y
buscar una solución política negociada. La cúpula de la RASD y del Polisario goza
de privilegios, jugosos sueldos y viajan por el mundo representando la causa
saharaui. Se han desentendido del drama
que sufre sus hermanos en los campamentos de Tinduf o en los territorios ocupados. Y para
colmo el nivel de corrupción a nivel oficial es intolerable.
Mohamed Abdelaziz, líder del Polisario y defensor de la vía diplomática, el pasado 6 de diciembre renunció a su cargo en el que estuvo por más de treinta años. Argumenta que es la hora de renovar el Frente y que las nuevas generaciones asuman el mando. Con el proceso de paz estancado es casi imposible encontrar una salida a esta encrucijada.
Definitivamente en este contencioso el reino de Marruecos tiene todas las de ganar pues cuenta con el respaldo incondicional de EE.UU, Francia y España. Marruecos es una garantía de estabilidad y progreso. El reino Alauita representa la seguridad mientras que los saharauis son un elemento desestabilizador y peligroso. Además Marruecos cumple a cabalidad su función de dique contra el integrismo islamista (grupos y facciones afines a al Qaeda, Unicidad y Yihad de África del Oeste, Ansar al Sharia y del EI) y la avalancha de inmigrantes y refugiados clandestinos que intentan ingresar en Europa por el estrecho de Gibraltar o Canarias. Ese es el principal motivo de preocupación de Bruselas. Marruecos acusa al Polisario de colaborar con Al Qaeda y el Estado Islámico como parte de su estrategia por criminalizarlos.
Es imposible sustraerse a la demoledora realidad. En especial hay que resaltar las inmejorables relaciones que existen entre la monarquía marroquí y la española. Recordemos que el rey Juan Carlos I profesaba una gran admiración por Hassan II, su “hermano mayor” Hoy su hijo Felipe VI y Mohamed VI se prodiga en elogios y han confesado que a los dos reinos les unen lazos “indestructibles”. Así lo avala la firma de tratados de cooperación bilateral en el área agrícola, pesquera y comercial. Marruecos y España tienen la sagrada misión de ser los guardianes del estrecho de Gibraltar. España le vendió armas el pasado año a Marruecos por una cuantía de 340 millones de euros. Armas que sirven para reprimir las ansias de libertad del pueblo saharaui.
El mito del Gran Marruecos y el Sahara occidental está ligado a la misma existencia de la monarquía alauita.
Marruecos en un magnánimo gesto le cedió a EE.UU - su “aliado preferencial”- una extensa área de terreno cerca de Tan Tan donde han instalado la gran base militar del Africom (la más importante de África) -que también es sede del centro de inteligencia del Pentágono (espionaje electrónico) - Esta es realmente una atalaya de la OTAN para enfrentar la creciente amenaza de los grupos terroristas que se mueven por el Sahara y el Sahel. Es preciso velar por los intereses económicos occidentales como la minería, los complejos energéticos y gasoductos. Sin olvidar que por la costa sahariana discurre el 60% del tráfico mundial de superpetroleros. El imperialismo capitalista está decidido a consolidar el nuevo orden globalizador.
En el 2003 el Consejo de Seguridad de la ONU nombró como mediador para el Sahara a James Baker, amigo íntimo de Bush padre y ex secretario de estado. Él fue el que ideó el plan que lleva su nombre y que debería poner fin a este contencioso. El plan consistía en convertir el Sahara Occidental en una autonomía dependiente de Marruecos por un periodo de cinco años. Al cumplirse dicho plazo se celebraría un referéndum para que los ciudadanos inscritos en el censo eligieran libremente su futuro. Pero Marruecos boicoteó el papel de la MINURSO impidiendo elaborar un censo creíble -ya que exigían incluir a los colonos- El Frente Polisario también lo denunció porque entre sus cláusulas se omitía la palabra independencia. Al final el plan fracasó y Baker tuvo que dimitir.
La ONU, La Unión Europea, EE.UU ya no hablan de referéndum sino de encontrar una salida al impase ofreciendo cierta autonomía a los Saharauis -pero siempre bajo la tutela del reino de Marruecos- La MINURSO se limita a proteger la ocupación marroquí.
La causa saharaui está desahuciada. El reino de España ha ejercido el papel de verdugo colocándoles la soga al cuello. Esa es la herencia maldita que han dejado tras su cobarde retirada del Sahara hace exactamente 40 años.
El actual enviado especial para la misión de la MINURSO, el embajador americano Christopher Ross insiste en buscar una salida a este conflicto (el último territorio africano pendiente de descolonización) mediante una “solución negociada y mutuamente aceptable”. Pero Marruecos lo ha vetado lo considera un elemento perturbador y próximo a las tesis saharauis. De ahí que le haya impedido realizar sus funciones de mediador en un nuevo intento por boicotear el proceso de paz. Al enviado especial de la MINURSO se le ha prohibido visitar el Sahara.
Hace tan solo unas semanas que la RASD le ha comunicado a Christopher Ross un ultimátum: o hay referéndum o empuñaremos nuevamente las armas. El Polisario ya no habla de referéndum sino de reanudar los combates.
La finalidad del ocupante marroquí es agotarlos física y moralmente y borrar así el sentimiento independentista de las nuevas generaciones saharauis. Que acepten la soberanía de Marruecos y la legitimidad del rey Mohamed VI. El reino de Marruecos en su infinita bondad está empeñado en llevar la civilización hasta el desierto y redimir a aquellas tribus que se han quedado rezagadas en la edad primitiva.
Tal vez piensan que el pueblo saharaui debe asumir resignado su condena al igual que ha sucedido a lo largo de la historia con otros tantos pueblos del mundo víctimas del colonialismo. https://youtu.be/khG4lES2yZs
Las intrigas, traiciones y acuerdos secretos han provocado este fatal desenlace: el genocidio del pueblo saharaui del cual España es la directa responsable aunque diplomáticamente quiera lavarse las manos.
La comunidad internacional se desentiende de este conflicto puesto que no despierta ningún interés ni para la opinión pública ni para los medios de comunicación de masas -fuera del plano meramente turístico o folclórico-. Poco importan que unos miserables nativos se pudran en medio del desierto calcinante haciéndole compañía a los chacales y serpientes. Hace tiempo que han dejado de ser noticia de primera página.
Carlos de Urabá 2015