Lo sucedido hace unos
cuantos días en el convento de las madres
Mercedarias de Santiago de Compostela
es algo que desde luego merece una profunda investigación no sólo periodística
sino también policial. Tres monjas hindúes (estado de Kerala) han denunciado su
retención en contra de su voluntad (en un lenguaje menos eufemístico secuestro)
tras ser engañadas vilmente por sus captadores.
Esa España, que un día
fuera proclamada por el caudillo Francisco
Franco como la “reserva espiritual
de occidente”, se ve azotada por un ciclón de laicidad y paganismo. Las jóvenes
españolas se han emancipado y esto ha traído como consecuencia una profunda crisis
de las vocaciones religiosas. Pocas chicas, muchachas o mujeres responden al llamado de Dios
y se niegan a encerrarse de por vida cumpliendo los votos de pobreza y castidad.
Esa entrega desinteresada a imitación de los grandes mártires de la iglesia católica
ha pasado a la historia.
Por lo tanto al no existir el relevo generacional, tan
necesario para renovar las órdenes religiosas, los conventos y monasterios o seminarios están
condenados a su desaparición. Es tal la decadencia que las autoridades eclesiásticas
han decidido reciclarlos en hoteles, hostales
o museos.
De ahí que la Conferencia Episcopal apremiada por tan
dramática situación se haya lanzado a la captura de seminaristas y novicias en
los países del Tercer Mundo. En el
Tercer Mundo existe una millonaria cantera de jóvenes dispuestos a entregarse
de cuerpo y alma a la causa de la santa madre iglesia.
Superada la fase de conversión de los gentiles-un genocidio
de ingrata recordación- ha llegado
el momento de explotar la materia prima para procesarla en la metrópoli. No
estamos hablando de oro, plata o piedras preciosas sino de un tesoro que no se
puede tasar como es el inagotable filón del
misticismo, la fe y la religiosidad.
La Iglesia católica a
todas luces se aprovecha de su autoridad y alta investidura para manipular a
sus devotos. Al fin y al cabo ellos son los representantes de Dios en la tierra,
¿no? La palabra de tan importantes dignatarios es infalible. Aquellos que predican el amor al prójimo, el amor a Cristo no tienen
ningún escrúpulo en aprovecharse de la manera más perversa y cínica de la situación de pobreza de sus hijos más desvalidos.
Los nuevos conquistadores
de la espada y la cruz se van de cacería
por el Tercer Mundo. Esta es una labor
que desempeñan con eficiencia los
soldados de Dios, la legión de Cristo entregados a su gloriosa misión
evangelizadora. Es decir, las ordenes,
misiones religiosas, las fundaciones, las ONGs
o las agencias de cooperación dedicadas a
redimir la humanidad.
Estos “ángeles del señor”
son los encargados de hacer la selección del personal y una rigurosa criba para
que no se infiltren indeseados. Aunque en algunos países existen ojeadores o nativos
que conocen el entorno, el idioma y la idiosincrasia y son capaces identificar con mayor premura los
mejores candidatos (huérfanos y hambrientos, afligidos, desheredados, desplazados
por las guerras, por ejemplo).
Los ojeadores cobran por
sus inestimables servicios (en el estado indio de Kerala) unos 150 o 200 dólares
por cada presa capturada. Igual sucede con el floreciente negocio de adopción
de niños que reporta fantásticas
ganancias tanto al nivel de las mafias gubernamentales como de los inescrupulosos
intermediarios.
Desde el púlpito el
padrecito o la madre superiora pronuncian brillantes sermones adoctrinando al
manso redil: “Muchachos o muchachas, amados hermanos y hermanas, es la hora de comprometerse. Estamos a las
puertas del apocalipsis”. La vocación
sacerdotal es un regalo de Dios y es una opción preferencial en una época en
que la sociedad ha caído en las garras del pecado y la lujuria. “Este mundo
corrupto y depravado será destruido igual que Sodoma y Gomorra”
Hoy
la reserva espiritual del planeta se encuentra en América Latina, Asia o África.
Los misioneros y
evangelizadores saben que es muy fácil engatusar a esas muchachas a esas chicas
o chicos y hasta niñas (que
lamentablemente también las hay) muchos de ellos analfabetos, sin estudios o
bajo nivel intelectual. “Iréis a España
a seguir los pasos de Santa Teresa de Jesús. Os vais a ganar el cielo”. La mejor estrategia es dramatizar y aterrorizarlos
con la realidad cotidiana que los rodea: el hambre, la violencia, la explotación,
el desempleo, la delincuencia, la prostitución, las violaciones. “En los conventos
y monasterios os podéis dedicar a la oración, a la vida contemplativa, allí recibiréis
las bendiciones de Dios y seréis ungidas por el espíritu santo. Os espera un
oasis de paz y de amor”.
En los países subdesarrollados
las mujeres son las que más sufren las consecuencias de la crisis económica y
social. Ellas son las más oprimidas y explotadas; carecen de los más mínimos
derechos y sufren maltratos y abusos. “En España no os va a faltar nada, no vais a pasar hambre, ni fatigas, tendréis hospitales, escuelas, bibliotecas. Recibiréis
un trato digno como corresponde a las futuras
esposas de Dios. La generosidad de
la iglesia católica es infinita.” “¡la
guerra, la guerra! Mirad a todos
esos refugiados que salen huyendo rumbo a Europa. Vosotras sois unas
privilegiadas.”
Sin ningún obstáculo ni
avales –porque hay que ver el papeleo que se le exige a cualquier persona
normal y corriente- a las elegidas se
les tramitara el pasaporte, las visas
ante los consulados y representaciones diplomáticas españolas. Recibirán su
billete de avión New Delhi –Madrid, Bogotá-Madrid, Manila- Madrid, Lima-Madrid,
Malabo-Madrid., Bamako-Madrid o desde cualquier parte del mundo más bolsa de
viaje incluida. El presupuesto que se utiliza para estos fines procede
de las aportaciones recibidas por la iglesia Católica a través de la
declaración del IRPF del reino de España.
La iglesia católica es un “paraíso
fiscal” de más de 11.000 millones de
euros.
Las candidatas después de
cursar sus estudios correspondientes pueden ingresar oficialmente en la orden –carmelitas,
clarisas, cistercienses, benedictinas, franciscanas,
escolapias, teresianas, carmelitas descalzas, etc.- Voluntariamente han elegido
la vida monacal y esto significa votos de castidad, pobreza, sacrificio y
austeridad. (En algunos casos votos de silencio) El compromiso con Dios padre
todopoderoso es eterno e indisoluble. Si por el contrario deciden retirarse tendrán
que pedir una dispensa y regresar a sus países de origen donde les espera “un abismo abierto de ingrata incertidumbre”
Según las estadísticas en
España existen 907 monasterios femeninos
y 44 órdenes monásticas con una
población total de 13.000 monjas. Su edad media es de 70 años. De ahí que
se necesiten con urgencia siervas, sangre fresca, mano de obra y cuidadoras que
atiendan con dedicación a las monjas ancianas que ya no pueden valerse por sí
mismas. Asumirán las responsabilidades de la intendencia y el mantenimiento de la “casa
de Dios”. Sobre sus espaldas recaerá el
trabajo más pesado, las más duras labores en la cocina, el obrador de
pastelería y la repostería, la limpieza del convento, planchado, costura, el cuidado
del huerto, y, por si fuera poco, en el tiempo libre, a orar y rezar por la
salvación del mundo. Estamos ante un
sistema que nos recuerda la época colonial cuando los españoles esclavizaban a
los indígenas en los resguardos, las mitas, las encomiendas o los obrajes.
Las monjas hindúes-según
la policía española- habían sido abducidas por una secta destructiva como
tantas otras que existen en el mundo. De la manera más infame les requisaron
sus pasaportes para impedir que
escaparan, se les controlaban las
llamadas telefónicas, la correspondencia y si no cumplían con sus
obligaciones al pie de la letra las amenazaban con deportarlas. Aisladas del mundo exterior sin
prensa, radio o televisión para mayor escarnio. Sus superiores utilizaban el
chantaje y el miedo para mantenerlas controladas. Los agentes de la comitiva judicial encargada de liberarlas afirman
que habían perdido la capacidad de pensar, les anularon su personalidad
y les prohibían mantener conversaciones con personas ajenas al claustro. Además
fueron obligadas a cumplir agotadoras jornadas de trabajo, mal alimentadas y quizás
sometidas a las típicas mortificaciones corporales.
¿Dónde están los
organismos de derechos humanos, el Defensor del Pueblo, Amnistía Internacional,
las asociaciones feministas? Por el momento nadie ha protestado ni se ha
manifestado.
El Arzobispado de
Santiago de Compostela se niega a reconocer los hechos. Nada se les podrá
probar porque es su palabra contra la nuestra. La palabra de los representantes
de Dios en la tierra es irrefutable. Argumentan que las “monjas rebeldes” firmaron voluntariamente su ingreso en la orden. (Lo
firmaron engañadas según se deduce del atestado) “Este no es más que un
malentendido fruto del nerviosismo y la confusión. Una crisis vocacional
pasajera que pronto se resolverá sin mayores consecuencias”. Algunos elementos anticlericales se han
aprovechado del “incidente” para sembrar
la cizaña en la viña del señor.
Los directos responsables
de este oprobioso acto delictivo son la Comisión
de Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal -cuyo presidente es Vicente Jiménez Zamora, Arzobispo de
Zaragoza- y en cuanto a los conventos Presencia
de la Vida Religiosa y Contemplativa
la reverenda madre Alegría del Espíritu
Santo (Clarisas) mientras el
presidente de la Conferencia Episcopal Ricardo Blázquez, Arzobispo de
Valladolid, no han emitido ninguna nota sobre el secuestro de tres monjas
hindúes en el convento de la Mercedarias en Santiago de Compostela. Como era de
esperar tampoco el Vaticano se ha pronunciado al respecto.
La
soberanía de la iglesia es inviolable así que para hacer una
redada en los conventos y monasterios es necesaria la autorización de la
autoridad superior eclesiástica. La iglesia católica se rige por el derecho canónico que cuenta con una la
regulación jurídica especial. Y es que aquí hay indicios de implicaciones en
las redes de inmigración ilegal.
Además
las novicias hindúes agraviadas no desean interponer una denuncia ni contra la
Madre Superiora ni contra el Arzobispado de Santiago.
Tienen miedo y prefieren rumiar su desconsuelo en silencio. Una lección bien
aprendida durante sus largos años de cautiverio. Por el momento se espera que la
presión de abogados progresistas, asociaciones de derechos humanos, o el periodismo
investigativo no dejen caer en el olvido este dramático caso. Pero tal y como
se presenta el panorama nos tememos que la instrucción se alargue y finalmente sea
archivado.
La pregunta es: ¿cuántas
monjas están obligadas a permanecer en contra de su voluntad en los conventos y
monasterios? ¿Hay algún mecanismo legal para verificarlo? Las coacciones son
brutales y el terrorismo psicológico una mordaza para que todos esto siga
impune.
La iglesia católica ha demostrado
una vez más con su actitud cobarde y desalmada cuál es su verdadero rostro.
Los principales bancos,
grandes empresas y fundaciones (entidades de interés social sin ánimo de lucro)
patrocinan el “imperio de la fe” Como
es el caso de la fundación Vicente
Ferrer en la India, Cáritas, etc. Estamos
hablando de la pujante industria de la
Caridad (solidaridad, filantropía y
humanismo) que obtiene incalculables réditos y donde igualmente se desarrollan
grandes escándalos financieros. La fórmula es muy sencilla: entre más pobres
hayan, mayores fondos se obtendrán de los presupuestos generales del reino de España,
de los organismos de cooperación y desarrollo (OCDE) o ayudas de la Unión
Europea. Por eso la Madre Teresa de
Calcuta hacia campaña contra el aborto y despreciaba los métodos
anticonceptivos. Lo mejor es llenar el mundo de parias con el fin de justificar
las facturas. La justicia social es un concepto político muy peligroso y que
puede provocar la aparición de movimientos subversivos desestabilizadores. Lo
mejor es aplicar la caridad para dejarlos sumidos en la eterna dependencia.
El catolicismo considera a
las monjas seres inferiores incapaces de valerse por sí mismas. Por lo tanto precisan
de un tutor, de un preceptor masculino. Se les prohíbe impartir misa, consagrar
hostias o ejercer el sacramento de la confesión. En el Vaticano, por ejemplo, no tienen ni voz
ni voto en la elección del Papa. Además
están excluidas de ocupar cargos de responsabilidad o de tomar decisiones. Pero eso si tienen que dedicarse a tiempo
completo a la atención de los prelados, obispos
o cardenales. Ellas realmente llevan
toda la carga en sus espaldas en cuanto a la logística y la intendencia. Son
imprescindibles en el mantenimiento de las universidades, colegios pontificios,
residencias, seminarios, conventos y
hospederías. Ese ejército de monjitas tiene el sagrado deber de cocinar, lavar,
planchar, coser, limpiar y atender a cuerpo de rey a los príncipes de la
iglesia. Y que Dios se lo pague. La Curia Vaticana está integrada únicamente
por hombres, santos varones y patriarcas elegidos por Dios a los que se les debe obediencia y respeto.
Carlos de Urabá 2016
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire