Hay cosas que se tienen
que ver para creerlas porque de lo contrario es difícil aceptar que sean realidad.
En este caso por una casualidad del destino yo fui el testigo directo de uno de
los más disparatados episodios que haya tenido que experimentar en mi vida. Me
encontraba de viaje en bicicleta por Marruecos y el Sahara Occidental y al término
del mismo debía cumplir mi última etapa entre Tánger y Tetuán para
posteriormente dirigirme a Ceuta y cruzar en ferry a Algeciras.
Primero hay que decir que
la distancia que separa Tánger de Tetuán es de 57 kilómetros. Ya desde que salí
de Tánger comenzaron los controles policiales imprevistos en el camino. Luego
observé como cientos de trabajadores de la limpieza comenzaron a barrer el arcén y arreglar los jardines y el
arbolado. Por lo general en Marruecos se va acumulando la basura a ambos
costados de la carretera así que yo pensaba que cumplían una labor rutinaria (pero
nunca había visto tal despliegue personal)
Otro signo inquietante es que cada 300 o 400 metros se izaban
banderas alauitas rojas con la estrella entrelazada de cinco puntas. Esto ya me
hizo sospechar que alguien de gran importancia iba a pasar por allí. Intrigado le pregunté a
uno de los barrenderos pero este se negó a contestarme. Y lo increíble del caso es que estaban
limpiando por completo los 57 kilómetros de carretera. ¡Esto no puede ser! Sin
duda que se trataba de alguien cercano a la divinidad y ese no es otro que el descendiente directo del profeta Mohamed que se
merecía un camino de rosas.
El ulular de sirenas de
las patrullas policiales se abría paso apresuradas mientras innumerables
camiones del ejército cargados de soldados se desplegaban en toda la zona. Era
imprescindible velar por la seguridad de su majestad el rey Mohamed VI, el jefe
espiritual de los marroquíes, comendador de los creyentes, líder religioso de
los fieles y 18 monarca de la dinastía alauita.
Las brigadas cumplían su
labor con toda la prestancia y dedicación mientras los capataces verificaban
que el suelo quedara completamente limpio pues cualquier impureza podría
manchar su santidad.
La policía me comunicó
que a partir de las 2 de la tarde la circulación por la carretera quedaría completamente
clausurada. Yo intenté que me explicaran el por qué pero de malas maneras me
mandaron a callar exigiéndome que me retirara.
En todo caso sobre el
terreno la gente ya comentaba que el que iba a pasar por ahí-como en otras
ocasiones había sucedido- no era otro que
el malik Mohamed VI.
Apresurado continúe la
ruta con el afán de llegar lo más pronto posible hasta Tetuán. A esta ciudad de
raigambre andalusí ingresé justo a la hora en que se cerraban las calles y
avenidas para dejar paso expedito a la caravana de Mohamed VI. Me aproximé a la
plaza donde está situado el palacio real que se encontraba a esa hora completamente
abarrotada de súbditos y fieles ansiosos por darle la bienvenida al soberano
alauita. En previsión de cualquier incidente las fuerzas militares habían
tomado por completo la ciudad. Quise hacer algunas fotos del palacio real pero
la policía a manotazos me lo impidió. Celosos
cumplían a rajatabla las órdenes recibidas y por mi actitud displicente fui insultado
pues ellos estaban allí para velar por la integridad del sagrado recinto.
Nadie quiso contestarme o
comentarme que iba a pasar por allí, nadie se atrevía pronunciar el nombre del
malik. Mientras tanto la gente curiosa desde hacía horas que se agolpaba en las
calles y avenidas (igualmente trabajaban con denuedo las brigadas de limpieza
desplazadas expresamente para la ocasión en buses y camiones) engalanadas con
banderas alauíes y guirnaldas.
Y sin saber muy bien porqué
la policía nos fue empujando hacia las calles adyacentes pues la multitud
estaba a punto de invadir la avenida principal. Arrastrado por el gentío y sin
querer me tope de frente con la comitiva real que venía encabezada por una
docena de motocicletas. Pilotando su
flamante Mercedes Benz descapotable color platino modelo 1970 (vendido en 2
millones de euros en una subasta benéfica) iba su majestad el rey Mohamed VI de
porte rechoncho (obesidad mórbida causada por su gula y sibaritismo) en mangas
de camisa y luciendo unas gafas Ray-Ban con marco de oro. A su paso los militares y policías se pusieron
firmes saludándolo con marcialidad al tiempo que la gente gritaba enardecida ¡aich el malik! -¡Que
viva el rey!- Algunas mujeres lloraban
emocionadas; otras prorrumpían ese clásico zaghareet de las bodas para expresar
su inmensa alegría. Yo le grité ¡hola! y
el monarca me devolvió el saludo agitando con donaire su mano diestra y acto
seguido aceleró su bólido con dirección al palacio real escoltado por una larguísima
caravana de autos oficiales y patrullas militares. Fue una escena en la que no transcurrieron
más de 5 o 6 segundos pero que resultó de lo más absurda y delirante. Al pasar frente a nosotros el malik
se dignó saludarnos o, mejor dicho, bendecirnos.
De todo esto fui testigo gracias a que en el último momento y por motivos de
seguridad la comitiva cambió el sentido de la ruta sin que nadie pudiera prever
sus intenciones. Yo apresurado me alejé del lugar por si acaso algún policía se
le ocurría decomisarme las imágenes que había grabado. https://youtu.be/vbzkHt7nAKk
Lo cierto es que todo
este monumental montaje y el impresionante despliegue de medios se realizó
únicamente para que Mohamed VI gozara de un agradable paseo a bordo de su Mercedes
Benz preferido. Parece una locura pero para este fin los operarios y brigadas y jardineros se
encargaron de limpiar y embellecer esos
57 kilómetros de carretera que une las dos
ciudades. Además, se movilizó al ejército,
policía, agentes secretos, escoltas, helicópteros, ambulancias, bomberos y
personal de servicio.
En el palacio real de Tetuán
el malik tan sólo hizo una pausa -quizás se tomaría un té deleitando la
deliciosa repostería de la región-. El hecho es que nadie se movió de la plaza
a la espera de volverlo a ver una vez más y vitorearlo como corresponde. Transcurrió
media hora e inesperadamente se escuchó una sirena y los guardias reales abrieron
las pesadas puertas de bronce del palacio y entonces apareció otra vez el fulgurante
Mercedes Benz plateado de su majestad
que en esta oportunidad iba muy despacio con la intención de hacer el paseíllo
de la victoria: un baño en olor a multitudes que tanto placer le produce al
monarca. En un gesto de buena voluntad y decidido a congraciarse con sus fieles
el malik detuvo su auto y se bajó del
mismo dirigiéndose a la multitud que histérica prorrumpía alaridos de júbilo. Mohamed VI ponía sus pies en la tierra y se
dignaba abrazarlos, incluso a besarlos olvidándose de su pertenecía al mundo
etéreo y celestial. Mientras desesperados los guardaespaldas se peleaban
por apartar a la multitud que pugnaba por tomarse fotos con el soberano. Mohamed
VI saludaba con las manos en alto cual estrella del rock y sonreía satisfecho
al saberse querido y adorado por sus súbditos.
El malik por su
personalidad ególatra y narcisista siempre le ha gustado lucirse; estrechar las
manos de sus súbditos, abrazar a los ancianos y los niños. Hasta tal punto que
a la fuerza fue obligado por sus guardaespaldas a regresar a su Mercedes Benz
en el cual se puso nuevamente en marcha con dirección a su palacio de Tánger. Allí tenía otra cita muy especial pues le aguardaban los cortesanos y las autoridades de
dicha ciudad para ofrecerle una cena de gala. El malik se encontraba sin su
esposa la princesa Leila Salma -que se había quedado en el palacio de Rabat
atendiendo a sus hijos Moulay (príncipe heredero) y Laila Khadija- De ahí que tenía todo el tiempo del mundo
para dedicarse a la bohemia. Según las malas lenguas muchas veces se le ha
visto en las discotecas de Tánger junto a sus amiguitos secretos (gigolos y
efebos). “La perla del norte” es muy famosa por ser un lugar de encuentro de
la comunidad homosexual.
Pero aquí no termina la
historia pues tras pasar una inolvidable velada en Tánger al día siguiente el
rey debía volver a su palacio situado en la playa de M’diq (una de las zonas
más lujosos y exclusivas de Marruecos ubicado en el kilómetro 5 de la carretera
que conduce de Tetuán a Castillejos) Las autoridades regionales le tenían preparado
un merecido homenaje por su sacrificio y dedicación en pos del progreso de la
patria. Este palacio de verano es un inmenso complejo que ocupa más de doscientas
hectáreas protegido por muros y alambradas y donde siempre está apostada en las
garitas la guardia real. Aquí el soberano y su familia pueden disfrutar de unas
playas paradisíacas y embarcadero donde suelen fondear sus lanchas planeadoras y
yates de lujo. En la maravillosa fiesta se anunciaba la actuación de cantantes
famosos del país, conjuntos musicales, danzarines, y sin que faltaran, por
supuesto, las delicias gastronómicas preparadas por los mejores chefs
nacionales y extranjeros. Desde luego que hay que brindarle el mejor servicio y
complacer todos los caprichos del 38 descendiente del profeta Mohamed.
Las brigadas de limpieza
continuaban con dedicación barriendo las calles junto a los jardineros que
regaban las flores para que el soberano contemplará extasiado un paisaje de
ensueño. Aunque sus siervos recibieran a
cambio de sus servicios un sueldo miserable de nada importa pues todo lo compensa
su inmenso amor por el malik. ¿Qué más se puede decir? Al verme en mi bicicleta
los policías que montan guardia en el retén me obligan a detenerme pues mi aspecto les
parece sospechoso. Revisan minuciosamente mi documentación y me advierten que
lo mejor es que me aleje lo más rápido de la zona.
En todos los palacios que posee Mohamed VI, según una
tradición instaurada por su padre el rey Hassan II, deben prepararse los mejores
banquetes por si el monarca se presenta por sorpresa. Para su sostenimiento la familia real recibe de
las arcas públicas 280 millones de euros anuales (partida secreta en los presupuestos
oficiales) –una suma infinitamente superior a la de cualquier casa real europea-
Y es que es necesario mantener los 27 palacios y residencias reales más las
propiedades en el extranjero (campos de golf, piscinas, playas privadas,
puertos deportivos, clubes de hípica, pistas de tenis, bosques) de las que se
ocupan 1200 personas y que cuestan 1 millón de euros al día. Asimismo deben
cuidar con esmero la colección de autos de lujo Ferrari, Lamborghini, McLaren,
Rolls-Royce, Mercedes Benz, aparte de las motos, helicópteros, yates o aviones.
El malik acostumbra a viajar acompañado por un séquito de 200 personas.
Mohamed VI es considerado
por la revista Forbes una de las personas más ricas del mundo. Y no es para
menos pues esa empresa llamada “Marruecos” (con 32 millones de súbditos leales
y fieles que se desviven por complacerlo) le reporta extraordinarios
beneficios. La familia real es la que
maneja los contratos y concesiones con las empresas multinacionales (suelen
llevarse una comisión del 10%.)
Ellos otorgan la patente de corso en los
asuntos mercantiles y financieros. Entre los negocios más florecientes se
encuentra el tráfico de hachís. Desde hace décadas la corrupción y el abuso de
poder es algo inherente a la dinastía alauita cuyo principal objetivo es velar
por proteger sus propios intereses y los de la aristocracia. En todo caso de nada deben preocupase pues
reciben el apoyo irrestricto de EE.UU, la Unión Europea y las casas reales de
medio mundo-especialmente de la española con la que mantienen extraordinarias
relaciones- Mohamed VI es una figura clave en la lucha antiterrorista mundial y
esto le confiere un gran poder y respeto.
Aunque Marruecos
atraviesa una crisis social y económica con altos índices de paro y pobreza
endémica (ocupa el puesto 126 en desarrollo humano) el despilfarro y la
opulencia que disfruta la familia real no ha merecido el menor reproche. Por
encima de todo hay que respetar ese lema de “Allah, la patria y el rey”. Parece
mentira que a pocas millas náuticas de su palacio de verano sus súbditos tengan
que arriesgar sus vida intentando cruzar
el estrecho en pateras con la esperanza de alcanzar el paraíso europeo. Es
paradójico que todos esos inmigrantes marroquíes residentes en Europa -y cuyo número
se eleva a más de 3 millones- son los que realmente mantienen la paz social en
el reino con sus remesas de dinero (5000 millones de euros anuales)
La dinastía alauita se
eterniza en el poder gracias al mito de la divinidad del malik que le otorga el
ser considerado como descendiente directo del profeta Mohamed. La religiosidad
es un pilar muy importante en la sociedad marroquí y ésto es algo que han
sabido explotar con sabiduría e inteligencia. La manipulación ha llegado hasta
tal punto que sus súbditos se sienten orgullosos y le juran lealtad eterna al
malik e incluso, llegado el caso, ofrendar la vida en su honor. Por el momento
no existe una oposición critica, ni nadie que se atreva a levantar la voz en su
contra (los servicios secretos siempre están alerta para eliminar cualquier
tentativa desestabilizadora) Es tal el
afán expansionista de la dinastía que no contentos con invadir el Sahara Occidental aspiran a
conquistar parte del territorio de Argelia, Mauritania y Mali (el gran Marruecos)
Carlos de Urabá 2016
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