En honor a la verdad no ha sido el presidente derechista Duque el
causante de esta crisis en los acuerdos de paz en Colombia sino los propios
errores de la ex guerrilla de las FARC. El Ejercito y el gobierno colombiano
simplemente se limitan a cumplir con su papel de represores e inquisidores. Es inadmisible que sus integrantes tan duchos
en tantos años de conflicto armado no hayan detectado la presencia de varios
agentes encubiertos de la DEA y la CIA
que haciéndose pasar por intermediarios del Cartel de Sinaloa le colocaron un peón envenenado al comandante Jesús Santrich.
Uno de los protagonista de esta
maquiavélica historia es el sobrino de Iván
Márquez el señor Marlon Marín que desde que era comandante
del Bloque Caribe de las FARC le brindó asilo en los campamentos donde se ganó
su confianza. Hasta el punto que en los
diálogos de paz de la Habana Marlon Marín se le elevó al rango de “consejero de
la paz”- más tarde sería incluido en el grupo
de asesores de los proyectos productivos de las FARC- (inserción social de
la guerrillerada). A Marlon se le vio por la Habana y no especialmente en las negociaciones de paz con el
gobierno de Santos, sino en las playas y discotecas. Marlon realmente cumplía
la función de lazarillo de Santrich que
ha perdido la visión a causa de una grave enfermedad.
Es entonces cuando los agentes de la DEA y
de la CIA, con el visto bueno de la Fiscalía colombiana, le tienden una trampa
a una cédula supuestamente liderada por Santrich conocida como “la Familia” donde Marlon Marín alias “Pirulo” ejercía el papel de
intermediario-según sus allegados este “bohemio y amante de la dolce vita” despachaba desde Venezuela. Se trataba
de una serie de seguimientos, grabaciones, escuchas telefónicas pues ya
conocían sus contactos previos con los carteles mexicanos.
Para la guerrilla de las FARC Marlon también
es un “infiltrado de la DEA” (Timochenko jefe supremo del partido de las FARC
lo ha calificado de “bandido” y “pícaro”
al servicio de EEUU) como lo
consideró en su día con el comandante del Frente
Primero “Cesar” acusado de traidor al entregar al ejército a los
secuestrados en la “Operación Jaque”.
La ruta de la cocaína hacia Norteamérica tiene como punto de partida el Pacífico
colombiano
donde casualmente las FARC ejercían su dominio en amplias zonas antes de la
firma del tratado de paz (e incluso hoy la siguen detentando las disidencias) Iván
Márquez ya declaró que fue un error entregar las armas y a la fecha se
desconoce su paradero, “el Paisa”
(ex jefe de la Columna Móvil Teófilo
Forero) también escapó a lo profundo
de la manigua, el comandante Romaña
teme por su vida y la de su familia y como sus compañeros se niega a enfrentar
a los tribunales de la JEP. En otras palabras prefieren una tumba en Colombia que ser extraditados a EEUU. Hay una gran desconfianza entre muchos
comandantes y guerrilleros pues el gobierno ha incumplido varios puntos fundamentales
del tratado de paz que pactaron en la Habana.
Según la versión de Marlon Marín entre
junio de 2017 y abril de 2018 se habrían llevado a cabo las negociaciones con
el cartel de Sinaloa que incluyó la entrega de una muestra con 5 kilos de cocaína en Miami donde recibieron
como adelanto 5 millones de dólares falsos de los agentes infiltrados de la DEA.
Un
hecho inobjetable que demuestra que la operación tuvo lugar con posterioridad a
la firma del tratado de paz. Lo que significa la imposibilidad de acogerse
a la JEP (Justicia Especial para la
Paz) y que deberán enfrentarse a la justicia ordinaria con el riesgo de ser
extraditados a EEUU.
La policía colombiana tras recibir los
respectivos informes de la DEA allanó el día 9 de abril del 2018 la casa de Jesús
Santrich situada en el barrio Modelia
de Bogotá donde se incautó de abundante documentación y pruebas inculpatorias
entre las que se cuenta un dibujo que le dedicó Santrich al patrón del cartel de Sinaloa Caro Quintero en la que escribió el siguiente mensaje: “para Rafa Caro con aprecio y esperanza de
paz”. En la casa de Santrich, según las grabaciones de los agentes
infiltrados, se firmó la venta de 10
toneladas de cocaína valorada en 15 millones de dólares.
El núcleo duro de “la Familia” es detenido
y conducidos al bunker de la Fiscalía para ser judicializados. La INTERPOL
reclama su inmediata extradición después de que un juzgado de New York realizará una acusación por
narcotráfico EL CTI (inteligencia
colombiana) con anterioridad había detectado actos de corrupción en contratos
de salud de los reinsertados señalando a Marlon Marín, testaferro de Santrich, como la persona que
estaría lucrándose a base de sobornos con los fondos gubernamentales. Santrich
confesó que en efecto se reunió con unos intermediarios mexicanos pero únicamente
para hablar de inversiones destinadas a los “proyectos productivos” a los ex guerrilleros.
El negocio del narcotráfico -cobrar
impuestos a cultivadores de coca y traficantes- ha sido la principal base de financiación de la
guerrilla de las FARC pues de ninguna otra manera hubieran podido resistir la violenta
ofensiva del poderosísimo ejército
colombiano y sus aliados estratégicos
EEUU e Israel.
El punto
más álgido de toda esta rocambolesca historia tuvo lugar el 13 de abril de 2018 cuando Iván Márquez
se dirige a la cárcel de la Picota
en Bogotá para interesarse por el estado de salud de Jesús Santrich en huelga
de hambre. En la mismo complejo carcelario
también se encontraba su sobrino a quien NO
VISITÓ. Una actitud que hizo reflexionar a Marlon Marín quien
inmediatamente se dio cuenta que él iba a ser el cabeza de turco, es decir, que lo señalarían como el único culpable de
la trama con el fin de salvar los acuerdos de paz. Aunque días después aconsejado
por sus abogados inteligentemente decidió acogerse a los beneficios que le ofrecía
la DEA como testigo protegido.
Para premiar su “valiente actitud” el
gobierno de Donald Trump anuló la
orden de extradición que pesaba sobre él y el día 17 de abril del 2018 fue trasladado
a EEUU junto a su familia en un avión de la DEA. A cambio de su “inestimable” colaboración
se le ha prometido beneficios económicos, penitenciarios y una considerable rebaja
en su pena si declara contra Jesús Santrich e Iván Márquez y entrega las
pruebas necesarias que incriminen a la red “la
Familia” (¿FARC?).
Es por este motivo que Iván Márquez tras conocer
la deserción de su sobrino escapa a la zona de reintegración de las FARC en Miravalle (Caquetá) temeroso de ser
detenido pues aparentemente existen
pruebas irrefutables que lo incriminan en el tráfico de drogas. Toda este “absurda trama” el partido de las
FARC la considera un “vil montaje”. Para rematar la JEP hace unas semanas
ordenó la liberación de Santrich y desestimó
su extradición a EEUU al no hallar pruebas suficientes para su procesamiento.
Pero ante el monumental escándalo que supuso entre la opinión pública nacional tan
polémica decisión la Fiscalía volvió a encarcelarlo al validar la declaración
del testigo protegido Marlon Marín.
Se sospecha que si se complica este
increíble y surrealista caso, que ha provocado ya la renuncia del Fiscal General Néstor Humberto Martínez,
el presidente Duque azuzado por la ultraderecha del Centro Democrático decrete el Estado
de Conmoción Interior (poder absoluto) y extradite a Jesús Santrich a EEUU. Una decisión que definitivamente condenaría
al fracaso el tratado de paz con las FARC. El gobierno de Donald Trump, su máximo aliado, lo
apremia para que entregue lo más rápidamente posible al guerrillero
“narcoterrorista”.
Hay un antecedente muy esclarecedor que
nos debe hacer recapacitar sobre este infausto suceso y es lo que aconteció en
la famosa “Operación Jaque” gracias
a la cual fue liberada la rehén Ingrid
Betancourt, los tres contratistas norteamericanos y varios soldados
secuestrados. El ejército colombiano con ayuda de la CIA y la empresa israelí Global CST consiguió infiltrar mediante
interceptaciones (engaño electrónico) los radioperadores del Bloque
Oriental y el Frente Primero de las
FARC. Con gran astucia y sigilo los militares y los agentes de inteligencia
hicieron creer a los comandantes guerrilleros alias “Cesar” y “Enrique Gafas” que por orden del Mono Jojoy (Estado Mayor Central) debían reunir a los secuestrados
cerca de Tomachipán (Guaviare) donde
una supuesta ONG humanitaria -con el aval de la ONU y la Cruz Roja- los
trasladaría en helicóptero hasta el campamento del jefe de las FARC Alfonso Cano. Se anunció que se preparaba
por todo lo alto un intercambio humanitario que el mismo presidente Uribe había falsamente aceptado. Como en el caso de Santrich también cayeron en la trampa. A partir
de ese craso error se inicia el declinar de las FARC que culmina en el proceso
de Paz que no es otra cosa sino la rendición
incondicional del grupo guerrillero.
La sagaz política del gobierno colombiano
y sus aliados solo busca el desarme y la desmovilización de las guerrillas; no
están pensando en los problemas sociales y económicos del país. Mientras las disidencias crecen, la paz se
percibe cada vez más como un espejismo inalcanzable.
Carlos de Urabá 2019