El pasado día 13 de febrero falleció
el general Rodríguez Galindo -habiendo recibido los Santos Sacramentos y bajo
el Manto de la virgen del Pilar- a consecuencia del coronavirus en la UCI del
hospital General de la Defensa de Zaragoza. No sufrió en lo más mínimo pues a pesar de
estar conectado con un respirador artificial se le proporcionaron altas dosis
de morfina para evitar una dolorosa agonía.
Y justo cuando acababa de cumplir 82
años, por coincidencia la misma edad del Generalísimo Franco. Ambos murieron en
la cama escapando al juicio popular que inevitablemente los hubiera condenado al cadalso. Ahora ambos ya gozan de la dicha eterna al lado del
Todopoderoso. Rodríguez Galindo llegó a ser el general de la Guardia Civil más laureado de la democracia y en su pechera
lucía varias docenas de medallas por sus “actos heroicos al servicio a España”.
Junto al Caudillo Francisco Franco son considerados por sus incondicionales grandes
patriarcas de la ultraderecha y símbolos eternos de la España Una, Grande y
Libre. La enorme paradoja es que haya muerto un 13 de febrero, por coincidencia el día contra la tortura en Euskal Herria que
se conmemora en honor Joxe Arregi, militante de ETA militar, quien según
relatan sus compañeros de celda ese luctuoso 13 de febrero de 1981 pronunció el
legendario “Oso Latza izan da” (ha sido
muy duro) poco antes de morir tras las torturas infringidas por los matarifes
en la Dirección General de Seguridad en Madrid. .
Los militares estaban muy decepcionados
con la clase política postfranquista pues habían traicionado los principios fundamentales del
movimiento: empezando por la legalización del Partido Comunista y la aprobación
del nuevo modelo de estado de las autonomías establecido por los artículos 143
y 151 de la Constitución del 78 y que atacaba la sagrada unidad de España. Y
encima para empeorar las cosas se multiplicaba imparable la campaña de
atentados lanzada por ETA. El
descontento entre los militares era más que latente pues la “democracia” les había
quitado su protagonismo y sus privilegios. Esta fue una de las causas tanto del golpe del 23F como
también de la fundación de los GAL. En el año 1983 el director de CESID Manglano
le ordenó al coronel Perote que redactara el acta fundacional de los GAL y,
además, que diseñara un emblema impactante -que se materializaría en el hacha
cortando la cabeza de la serpiente-
La “hidra vasca” contaba con un poderosísimo
aparato de propaganda: prensa, radio y televisión para llevar a cabo sus
maquiavélicos planes. Los vascos se creen una raza superior diferentes al resto
de los españoles y ese hecho diferencial le daba alas al independentismo para conspirar
contra la corona borbónica que es garantía de las unidad y estabilidad del
reino de España. Tenían que tomarse severas
medidas represivas e ilegalizar o clausurar las asociaciones, editoriales, radios,
periódicos, Herriko Tabernas, partidos políticos nacionalistas que patrocinaban
o apoyaban a ETA. Siguiendo el esquema franquista de “anular las culturas y las
lenguas no castellanas”.
Era necesario aplicar los métodos más
crueles de guerra sucia para neutralizar
la violenta ofensiva lanzada por el aparato militar de ETA con bombas,
atentados, extorsiones, el impuesto revolucionario y los secuestros. Como lo dijo en su momento Felipe González “Había
que utilizar las mismas armas y métodos de los terroristas” “El miedo tiene que cambiar de bando. La
libertad de España está en juego”
Y el comandante Rodríguez Galindo había sido elegido por Dios para la gloriosa
misión de pacificar las Vascongadas (termino despectivo franquista para
denominar Euskal Herria) del mismo modo que cuando en 1815 Fernando VII envió
Pablo Morillo a pacificar las colonias rebeldes de América. “La Benemérita asumió el reto de someter a sangre y fuego la colonia Vascongada al
grito de ¡Santiago y cierra España!
El día 15 de octubre de 1983 fueron
secuestrados en Baiona, País Vasco Francés, por agentes encubiertos de la
Guardia Civil, los miembros del comando Gorki de ETA Lasa y Zabala. Inmediatamente se les condujo
al otro lado de la muga o frontera para confinarlos en la 513 comandancia de la
Guardia Civil de Intxaurrondo, el centro neurálgico de la lucha contra ETA, y donde “esas ponzoñosas alimañas inoculaban a
sus víctimas el maléfico veneno rojigualda” -.Jon Idígoras destacado líder de
HB. En vista de su “alta peligrosidad” se les aplicó la Ley Antiterrorista que
daba margen para incomunicarlos 10 días. Luego de ficharlos y darles la
“bienvenida” a base de garrotazos y patadas fueron transferidos a los sótanos del
Palacio de la Cumbre, la residencia oficial del gobernador Civil de Gipuzkoa,
el dirigente socialista Julen Elgorriaga, en el que discretamente se había
instalado un centro clandestino de detención y de tortura.
El
responsable de la 513 comandancia era el comandante de la Guardia Civil Rodríguez
Galindo quien de inmediato comunica al Ministerio
del Interior en Madrid la detención de dos “valiosos etarras” que los podrían
llevar hasta la cúpula de ETA. Era tal la sed de venganza que estas hienas
rabiosas los someten a las más aberrantes torturas. Porque la clave era
ablandar a los detenidos para que “canten”, según la jerga de los verdugos,
delaten a sus cómplices y confiesen donde estaban los pisos francos o los zulos
de armamento. Pero se dejaron llevar por la “furia española” y les propinaron tan inclemente castigo que los
dejaron completamente masacrados ¿Cómo presentarlos así ante un juez? ¿cómo
reaccionaría la opinión pública? Definitivamente no les quedaba otra opción que
deshacerse de ellos. Entonces sus superiores jerárquicos les dieron luz verde para
desaparecerlos. Y así que se los llevaron a Alicante, a la otra punta de España,
donde en la finca “la Vitora” -
perteneciente al municipio de Busot- los sicarios Enrique Dorado y Felipe Bayo
obligaron a Lasa y Zabala a cavar su propia tumba para posteriormente ejecutarlos
con sendos tiros en la nuca. Y para borrar cualquier huella de su existencia sobre
la faz de la tierra los enterraron en
cal viva. Después de culminar su “patriótica tarea” los agentes se marcharon a una whiskería a
celebrar tan “heroica hazaña”. -Juerga pagada,
por supuesto, vía fondos reservados-
Pero en nada nos debe sorprender este
pavoroso asesinato pues dos años antes se produjo el famoso “Caso Almería”. Tres
jóvenes que viajaban en un coche desde Cantabria hasta la localidad almeriense
de Pechina para asistir a una fiesta fueron confundidos por la Guardia Civil con
un comando de ETA que habían cometido un atentado en Madrid. contra el teniente general Joaquín de
Valenzuela. Los detuvieron en la playa de Roquetas de Mar donde se los llevaron
a un Cuartel abandonado para someterlos a espantosas torturas. sin ni siquiera
comprobar sus identidades. Y es que no se podía ser condescendiente con los enemigos de España y en medio de un
orgiástico aquelarre los liquidaron a
balazos. “Todo por la Patria” seguro que esperaban ser condecorados con la Orden
del Mérito. Y para lavarse las manos el
Teniente Coronel de la Guardia Civil Carlos Castillo Quero preparó un burdo
montaje en el que supuestamente cuando los “terroristas” estaban siendo
trasladados a Madrid se hicieron fuertes en su propio coche que tuvo que ser ametrallado
para neutralizar su fuga. Sus cuerpos
aparecieron carbonizados y cosidos a balazos. No quedaba otra alternativa que
eliminar a los presuntos “etarras” (trabajadores
metalúrgicos) pues la presentación con vida después de tan atroces torturas
hubiera supuesto un duro golpe para la recién estrenada democracia. Finalmente,
solo tres de los once guardias civiles de la comandancia de Almería que
participaron en este “homicidio” (así lo denominaron los fiscales) fueron
condenados a penas de 24 y 14 y 12 años de prisión. Una sentencia que indignó a
la ciudadanía y a sus familiares. Gracias
a su buen comportamiento se beneficiaron con indultos y rebajas en sus condenas
decretadas por el gobierno de Calvo Sotelo y luego por el gobierno del socialista
de Felipe González. Un caso emblemático de terrorismo de estado del que los
asesinos salieron impunes.
Ninguno de los Guardias Civiles implicados
en este bárbaro crimen presentó el más mínimo arrepentimiento. Al contrario, al
recibir la sentencia -igual que Rodríguez Galindo- se reafirmaron en su inocencia. Para que no se “fueran
de la lengua” cobraron el retiro
correspondiente con el dinero de los fondos reservados del Ministerio del
Interior. España no podía dejar huérfanos a sus “hijos pródigos. El “caso Almería”
no se ha reconocido por las altas instancias como un acto de terrorismo.
El 26 de noviembre de 1985 en el
curso de una operación antiterrorista en San Sebastián fueron detenidos varios
jóvenes sospechosos de pertenecer a ETA. Los agentes de la benemérita los trasladaron
hasta al cuartel de Intxaurrondo para someterlos a un “interrogatorio de
rutina”. Entre ellos se encontraba Mikel Zabaltza que al negarse a colaborar
fue sometido a horripilantes torturas que le provocaron la muerte. La Guardia Civil declaró que cuando el occiso
los acompañaba a identificar un zulo de armamento de ETA, de repente se lanzó
esposado al río Bidasoa en un intento por escaparse. Nada pudieron hacer por
rescatarlo pues se sumergió en las caudalosas aguas sin dejar rastro. Unas
semanas después misteriosamente su cadáver apareció en el mismo río dando pie a
mil y una conjeturas. Las asociaciones de derechos humanos señalaron como
culpables del crimen a los agentes de Intxaurrondo bajo las órdenes del
comandante Rodríguez Galindo. “Se les ha ido la mano pues la bolsa de plástico que
le pusieron en la cabeza para asfixiarlo le provocó una parada cardíaca” Así consta
en un audio que se logró recuperar 35 años después y en el que el capitán
de la Guardia Civil Gómez Nieto le cuenta al director del CESID Perote lo sucedido
el día del interrogatorio. Nunca nadie fue condenado por este alevoso crimen.
Nadie podía llevarle la contraria
al general Rodríguez Galindo, ni siquiera el propio Ministro de Interior. Él se
jactaba en público de sus hazañas “ yo y
mis hombres éramos la primera línea de defensa de España y nos jugábamos
la vida porque la patria estaba en peligro” Psiquiátricamente lo
podíamos diagnosticar de un psicópata, síndrome que padecen innumerables integrantes
de la benemérita pero que tras la revisión médica para ingresar en el cuerpo
son calificados de: “personas mentalmente sanas y equilibradas”
El expresidente de Gobierno Felipe González
declaró en una entrevista que “el
comando de la lucha antiterrorista con sede en Intxaurrondo ayudó a implantar la plena democracia en
España”. En Madrid los responsables del Ministerio del Interior hablaban de
“una campaña de desratización. A las bestias hay que encerrarlas tras los
barrotes más gruesos” No cabía otra posibilidad que domar a esas “fieras
etarras”, e inculcarles el amor por
España y que acepten ser los más leales
súbditos del Rey Juan Carlos I .
Ante la escasa colaboración del
gobierno francés para perseguir a los cabecillas de ETA sin contemplaciones había que sembrar el
terror entre las filas del movimiento separatista y obligarlos a negociar.
El “generalísimo de Intxaurrondo”
inspiraba miedo y los políticos miraban para otro lado, callaban cómplices; y
como se creía intocable legitimado por el Decreto Ley Sobre Seguridad Ciudadana
de 1979 o Ley Antiterrorista aprobada en
la Constitución Española de 1978. Nadie lo denunció pues desde el propio Ministerio del Interior del Reino de España le otorgaron licencia para matar. En su prontuario se destaca en el periodo que
va de 1980 a 1995 -en conjunto con la Policía Nacional- la desarticulación de
278 comandos y la detención 1550 presuntos terroristas vinculados con ETA ( de
los que 437 se atribuyen a los agentes del cuartel de Intxaurrondo) El llamado “GAL verde” es culpable de 27
ejecuciones extrajudiciales. En el País Vasco en cinco décadas y, aunque lo nieguen las autoridades gubernamentales,
se ha torturado sistemáticamente a unas
4113 personas en las comisarías de
Policía, Guardia Civil y la Ertzaintza.
En 1984 se inician unos diálogos secretos
entre el Gobierno español y ETA. En uno de los encuentros exploratorios se
reúne el comandante de la Guardia
Civil Rodríguez Galindo (¡mediador por
la paz!) y el máximo dirigente de ETA Domingo Iturbe Abasolo “Txomin”. Pero al
final no prosperaron. Tras la detención en abril del 86 de Txomin en Iparralde las
autoridades francesas lo deportaron primero a Gabón y luego a Argelia. ETA
afectada por los golpes policiales envía una señal a través del PNV de que está
dispuesta a negociar. Y así se producen unos históricos contactos en
Argel que pretendían poner fin al llamado “conflicto vasco” con la convocatoria
de un referéndum de autodeterminación. Pero lamentablemente Txomin muere en un
accidente automovilístico en Argel y a partir de ese momento la dirigencia de
ETA la asume la facción Artapalo más intransigente y combativa. Vera y Alfonso
Guerra viajaron a Argel para reclamarle a las autoridades de ese país que los
“terroristas” de ETA se entrenaban en sus campamentos militares.
El general Rodríguez Galindo había
obtenido las mejores notas en los cursos de inteligencia y espionaje en la Brigada
Político Social y luego en la Academia General Militar de Zaragoza se
especializó en los manuales de tortura de la Gestapo. Este “noble picoleto” de
rostro pétreo y mirada de inquisidor participaba personalmente en los interrogatorios de los detenidos. Como buen
aficionado a los toros sacaba a relucir su alto grado de sadismo pues le
encantaba ver sufrir a sus víctimas. Algo que le producía un inmenso placer.
Solo sonreía cuando torturaba. Si el torero hunde el estoque en el morrillo del
morlaco y comienza a correr la sangre a borbotones en el albero eufórico el “respetable” aplaude la
antológica faena. Y él aplaudía pues “la tortura es trágica, pero salva vidas” Esas
bellas artes de la fiesta nacional las aplicaban en los detenidos sin ninguna compasión.
Que confiesen sus delitos los terroristas en la bañera, la picana eléctrica, el
quirófano, la colgadura, la asfixia, los electrodos, y si se terciaba vejaciones sexuales o simulacros
de ejecución. -¿dónde están los compañeros del comando? ¿las armas? ¿las bombas?
¿los pisos francos? ¡canta alimaña que si no te vamos a machacar! Rodríguez
Galindo como buen profesor aconsejaba a sus alumnos: “La capucha debe ser
transparente para que él vea la vida y la sensación esa de muerte que está
cogiendo” Si cumplían cabalmente con la tarea encomendada recibían una serie de
estímulos económicos, ascensos y condecoraciones. Por cada etarra detenido
cobraban unos jugosos sobresueldos, y si lograban desarticular algún comando, aparte
de la paga extra, se les premiaba con días de asueto que aprovechaban para
vacacionar en la Costa del Sol o en Canarias.
El 12 de octubre de 1984,
coincidiendo con el día del Pilar, la
patrona de la Guardia Civil, fueron condecorados y ascendidos el Comandante
Rodríguez Galindo y una veintena de agentes implicados en la guerra sucia
-entre los que se encontraban Dorado, Villalobos, Felipe Bayo y el capitán y jefe del servicio
de información Ángel Baquero -un real decreto aprobado por el gobierno español
y firmado por su majestad Juan Carlos I- premiaba su sacrificio y valentía para
enfrentar al enemigo número uno del Reino de España.
No por casualidad el juramento ante
la bandera rojigualda al ser nombrados Guardias Civiles es el siguiente:
“¡Guardias Civiles!, ¿Juráis por vuestra conciencia y honor cumplir fielmente
vuestras obligaciones, guardar y hacer guardar la constitución como norma
fundamental del Estado (Reino), obedecer y respetar al rey y vuestros jefes y
no abandonarlos nunca y, si es preciso fuere, entregar vuestra vida en defensa
de España” ¡Si lo hacemos! Si cumplís vuestro juramento o promesa, España os lo
agradecerá y premiará, y si no, os lo demandará” Guardias Civiles ¡Viva España!
y ¡Viva el Rey!
Como si fuera un pavo real el coronel
Rodríguez Galindo lucía en la pechera de su uniforme de gala 3 medallas, la más alta distinción la orden
del Mérito de la Guardia Civil de Oro, 16 cruces y una estrella de general de
brigada que increíblemente le fue concedida mientras enfrentaba su proceso
judicial por el secuestro, tortura y asesinato de Lasa y Zabala. “Es de
orgullo el premiar las acciones o
conductas de extraordinario relieve, que redunden en el prestigio del cuerpo e
interés de la patria” con el beneplácito
del Jefe de Estado (el rey Juan Carlos I) y el Presidente de Gobierno (Felipe González)
Consta en las hemerotecas que tanto los ministros del PSOE y políticos del PP
estuvieron presentes en la entrega de condecoraciones. No podemos pasar por
alto el grado de ardor guerrero del
españolismo que hasta el diario derechista y pro monárquico ABC le entregó al “Azote
de ETA” el “ABC de Oro” en una ceremonia
espectacular en la que participó José María Aznar junto a los más destacados
dirigentes políticos de la época.
Es una infamia que se hayan
concedido 17 millones de euros de recompensas por medallas policiales y 70 condecoraciones
de los miembros de seguridad manchados por la guerra sucia. Crímenes que el
reino de España ha intentado tapar bajo el tupido velo de la impunidad.
El general más laureado de la
democracia y dueño de un magnifico prontuario que provocaría la envidia de genocidas
como Pinochet o Videla, prestó grandes servicios al reino de España.
El mejor soldado de la patria
ocupará el lugar más destacado en el
panteón de héroes ilustres de la ultraderecha españolista. Sus correligionarios
del partido borbónico-franquista VOX
publicaron en sus cuentas de Twitter los siguientes sufragios: “que dios con su
infinita misericordia lo acoja en su seno
“que la tierra te sea leve mi general. hoy más que nunca Intxaurrondo en
nuestro corazón. Descansa en paz.” “Se nos ha ido un gran hombre, luchó
incansablemente y con honor contra la banda terrorista ETA”
Los agentes de Policía José Amedo, el
capataz de los GAL, y Domínguez su escudero, ambos en nómina del CESID, se
encargaban de labores operativas como las de contratar mercenarios en Portugal para
integrarlos en el comando Jaiztubia -según informaciones publicadas en D16- la misión de estos hampones era la de atentar
contra miembros de ETA tanto en el sur de Francia como en España. El fin
justifica los medios en defensa de la democracia y el estado de derecho. En represalia ante los numerosos atentados que
cometía ETA contra los cuerpos y fuerzas de seguridad se aplicaron criminales
métodos de la guerra sucia con el fin de desarticular a los comandos tanto legales
(no fichados) como ilegales de ETA o liberados (a sueldo)
Todas estas
operaciones de terrorismo de estado eran financiadas por el Ministerio del
Interior a cargo de los fondos reservados . Una trama muy bien estructurada en las que
sobresalían figuras tales como el ministro Barrionuevo, su sucesor Corcuera, el
Secretario de Estado Vera, Damborenea, el Secretario General de Vizcaya, Julián
Sancristóbal, Director General de la Seguridad
del Estado, Rubalcaba, el cerebro de los GAL, Mr. X Felipe González -como en su
día lo reconoció el finado Txiqui Benegas Secretario General del PSE, el
vicepresidente Alfonso Guerra, consejero delegado de los GAL, el farisaico presidente
de la Junta de Extremadura Rodríguez Ibarra y
la “maquilladora de los GAL” Rosa Diez, diputada, miembro de la
ejecutiva del PSE y Parlamentaria Vasca. A ciencia cierta el propio jefe de la
oposición, el derechista Fraga Iribarne, también estaba al corriente de la “cruzada
liberadora” llevada a cabo por la Guardia Civil y los GAL.
Y es que hasta su majestad la reina Sofia como madrina de la Guardia
Civil se le debe considerar como cooperadora necesaria pues guardó silencio
cómplice a sabiendas de los crímenes cometidos durante la guerra sucia. Coincidiendo
con la fiesta del Pilar se desplazaba por los distintos cuarteles de España
para apoyar el invaluable sacrificio de los miembros de la benemérita. En la entrega de enseñas nacionales a las
diferentes agrupaciones siempre hacia énfasis en el “ímprobo, desinteresado y
abnegado esfuerzo que los guardias civiles demuestran en su incondicional
servicio a España”
Por supuesto, que todo este
entramado mafioso, más propio de la camorra napolitana, contó con la bendición
de su majestad rey de España Juan Carlos I. Porque tal y como reza el artículo 62 de la Constitución: “el rey de España ostenta el título de Jefe
Supremo de las Fuerzas Armadas con el empleo de Capitán General” El Monarca conocía
de primera mano las acciones de los GAL pues regularmente despachaba con el
Presidente de Gobierno en la Zarzuela.
El GAL fue creado, amparado y
financiados por el Reino de España. La
exitosa alianza borbónica-felipista contó con el brazo ejecutor del tricornio y
la guadaña, los servicios de información
y espionaje del CESID, la inteligencia militar y hasta la colaboración con la
CIA, Y para mayor grandeza consagrándose como los protagonistas de la mal
llamada “transición democrática” Ni se sabe las millonadas de pesetas que se
sustrajeron de los fondos reservados para financiar sus diabólicas
actividades Y es que estamos ante uno
de los mayores escándalos de corrupción
del PSOE en toda su historia. Los jueces demostraron una continua malversación
de caudales públicos con los que se lucraron personalmente funcionarios de alto
nivel. El mejor ejemplo de cómo
actuaba la mafia del puño y la rosa es el caso de Rafael Vera, hijo de un alto cargo del sindicato vertical
franquista, fundador del grupo terrorista
GAL, nombrado por Felipe González subsecretario del Ministerio del
Interior y más adelante Director de Seguridad del Estado. El desfalco y las
corruptelas de las que se le acusaron ascienden a más de 600 millones de
pesetas que luego transfería a cuentas de “terceras personas” o sus
testaferros.
Por este caso de terrorismo de
estado la Audiencia Nacional condenó al torturador, proxeneta y narcotraficante
(como consta en el censurado informe Navajas) Rodríguez Galindo a 71 años de prisión
por el secuestro y asesinato de Lasa y Zabala. Aunque el glorioso general una y
mil veces negó su implicación en dichos crímenes aduciendo que todo se trataba
de una conspiración de los terroristas vascos para desprestigiarlo. El partido
separatista HB estaba detrás de la trama urdida en su contra. En su alegato de inocencia con tono enérgico, pero
poco convincente, dijo: “solemnemente y sometiéndome a juramento por Dios, por
mi honor y por España que nunca he ordenado
semejantes cosas; ni el secuestro ni las torturas ni el asesinato de estos
hombres” Al contrario le profesaba un “infinito
amor el pueblo vasco”. Durante el proceso judicial eso si dedicó grandes elogios a sus sicarios Dorado
y Bayo “con seis hombres como ellos se hubiera podido conquistar América del
Sur” Ninguno de los condenados pidió
clemencia ni mostraron arrepentimiento. Demostrando un alto grado de lealtad tuvo mucho cuidado en no delatar a sus
superiores jerárquicos: el presidente del Gobierno, el Ministro del Interior
Barrionuevo o la Jefatura del Estado a cargo de Juan Carlos I. Porque la verdad
sea dicha como militar él era un subordinado que le debía obediencia y respeto a sus superiores ¿Quién compró su
silencio? No lo sabemos. Ese secreto se
lo ha llevado a la tumba. Alabado y bendecido por la clase política de la época
y de una sociedad española complaciente que celebraba cada golpe que se le
propinaba a los “sanguinarios etarras”. descaradamente sus abogados alegaron
que durante el juicio se violó el convenio europeo de derechos humanos. El
CESID que conocía al detalle todos los
entresijos de la guerra sucia se negó
aportar las pruebas en el juicio contra el “heroico general”.
Pero los crímenes de lesa humanidad
no prescriben y los familiares de las victimas del terrorismo de estado apuran
todas las argucias legales para que antes de que mueran sentar en el banquillo de los acusados al capo
de capos Mr. X Felipe González y al jefe supremo de las fuerzas armadas, el rey
emérito Juan Carlos I. Ambos inviolables
y protegidos por el pacto de silencio institucional.
El general Rodríguez Galindo fue
internado o, mejor dicho, “invitado de
honor” en la prisión Militar de Alcalá
de Henares donde gozaba grandes privilegios ya que sus carceleros le profesaban
una enorme admiración y respeto. “Quedamos a las órdenes de VE” a su a su disposición tenía amplios jardines,
instalaciones deportivas, sauna o piscina. Muy a menudo sus familiares, amistades y simpatizantes le visitaban obsequiándole
lujosos presentes o le enviaban
exquisitos manjares de los mejores restaurantes de Madrid.
Solo estuvo en esa “prisión-oasis”
cuatro años y cuatro meses pues a causa de una supuesta “enfermedad cardiovascular”
y un “trastorno mental grave” (se hizo
el loco) fue excarcelado en el 2004 con el visto bueno del Ministerio del
Interior e Instituciones Penitenciarias a cargo del gobierno socialista de
Rodríguez Zapatero. Un
indulto encubierto por razones “humanitarias” ante el “ delicado estado de
salud”. Para seguir con el teatro fue
internado en un hospital en Zaragoza donde sería sometido a una “complicada
cirugía a corazón abierto” Cuando fue dado de alta se le traslado a su domicilio donde se supone debería cumplir el resto de
su condena. Mejor dicho, en “libertad vigilada” lo que significa que la policía
no lo custodiaba, sino que se convirtieron en sus guardaespaldas que lo protegían
de cualquier eventualidad (una posible venganza por parte de los “terroristas
vascos”) Aunque en teoría el General había perdido su condición de miembro de
la Guardia Civil sus subalternos se
cuadraban firmes ante su presencia -A mandar, mi general- ¿Quién iba a llevarle
la contraria a un “héroe de la patria”
que había detenido a la cúpula de ETA en Bidart y desarticulado el
comando Donosti?
El general del tiro en la nuca y la
cal viva se pasó la mayor parte de la condena en “arresto domiciliario”, Aunque
los vecinos del barrio Perpetuo Socorro aseveran que lo veían pasearse
libremente por la calle en compañía de su mujer, de sus hijos y su perrito caniche por el que profesaba un inmenso
amor.” “Era tan buena persona. Se ha ganado el cielo” -manifestaron con
tristeza al conocer su fallecimiento. Disfrutaba de una de jubilación dorada de más de 5.000 euros mensuales -exento del
pago del IRPF- con el incremento anual correspondiente. Pero lo
que no constan son las jugosas donaciones en especies y metálico que recibía por
parte de las sus incondicionales que así demostraban su afecto y adhesión al “pacificador
de las Vascongadas” . Jamás faltó a la misa dominical en la parroquia de su
barrio donde de rodillas recibía la comunión sin pasar por el confesionario
porque de nada tenía que arrepentirse. Cumplidamente todos los 20 de noviembre se
dirigía en peregrinaciones al Valle de los Caídos para rendirle homenaje a su
alter ego el Generalísimo Franco. A este apologeta del nazi-franquismo el
gobierno fue incapaz de retirarle sus
condecoraciones (muchas de ellas con pensiones vitalicias) que conservó hasta
el día de su muerte. El godo genocida jamás
se arrepintió de sus crímenes, se decía inocente porque el solo había cumplido
con su deber “la patria estaba en peligro”
Autor del best seller ultra “Mi vida contra ETA” donde relata con un lenguaje “heterodoxo”
los 16 años de lucha en el País Vasco. Un alegato que sublima al máximo el
terrorismo de estado, un verdadero cantar de gesta en el que se compara con el
Cid Campeador o el gran capitán Gonzalo Fernández de Córdoba.
El General Rodríguez Galindo junto
al teniente coronel golpista de la Guardia Civil Antonio Tejero y el teniente
coronel de la Guardia Civil .Carlos Castillo Quero del caso Almería, conforman
una tenebrosa trilogía que encarna fielmente ese espíritu del ¡viva Franco y
viva Cristo Rey!
El pacto antiterrorista firmado
entre el PSOE y el PP en el año 2000 le otorga carta blanca a las fuerzas de seguridad,
a la Audiencia Nacional, sus jueces y
fiscales para que impongan con todo su rigor el imperio de la ley . La
monarquía borbónica y su aparato
parapolicial aplica la represión, la tortura y las mazmorras inquisitoriales empeñados
en humillar al pueblo vasco y rendirlo de rodillas. Pero han
perdido la batalla política ya que la
inmensa mayoría de la sociedad vasca está
decidida cueste lo que cueste a concretar sus anhelos de independencia. La
única posibilidad para que reine la paz y la tranquilidad en Euskadi es la
salida de las “fuerzas de ocupación” realistas; la Guardia Civil, Policía
Nacional y los espías del CNI. Que impere la democracia y el respeto a lo que
decidan las urnas. 53 de 75 parlamentarios que conforman el Eusko Legebiltzarra
pertenecen a los partidos nacionalistas-independentistas.
¿Será posible hablar de
reconciliación? porque el gobierno de España ni siquiera ha pedido perdón ni
reconocido los crímenes cometidos durante
la guerra civil como el bombardeo nazi franquista de Gernika, Durango, Bilbao, Elorrio o de Otxandio. El fascismo clavó sus
sanguinarias garras dejando a su paso una estela de muerte y destrucción. Todo
esto sumado a 40 años de represión
dictatorial franquista que provocó miles de encarcelados, exiliados, represaliados,
desterrados, fusilados y desaparecidos.
El españolismo piensa que las
futuras generaciones olvidarán todas estas afrentas y que la amnesia colectiva
ahogará los reclamaos de justicia con el argumento de que “No hay que ser tan
rencorosos y pasar página” Pero va a ser muy difícil exorcizar los sentimientos de odio y de venganza. “¡Españoles kampora!” es la consigna, sobre
todo, en las áreas rurales o la Euskadi profunda. Hay que ser realistas y dejarnos de vanas
ilusiones pues las heridas cerradas en falso, siempre sangrarán.
Carlos de Urabá 2021