Este 8 de marzo y a pesar de la
pandemia del coronavirus miles de mujeres se echaron a las calles de distintas
ciudades de México para conmemora el día internacional de la mujer. Nuevamente
se volvieron a repetir las mismas reivindicaciones de las convocatorias de años
anteriores. Y es que los feminicidios en todos los estados de la república
mexicana en vez de disminuir tienden a acrecentarse. Por ende, las protestas se
han radicalizado. Y encima en los últimos meses han salido a la luz pública incontables
casos de mujeres violadas y abusadas por prominentes figuras del ámbito político,
artístico o empresarial. Unos abominables casos denunciados a través de los
medios de comunicación y las redes
sociales por parte del movimiento “Me Too”. Lo que significa más leña al fuego.
Históricamente una de las
principales señas de identidad de la sociedad mexicana ha sido el machismo. Pero desde los inicios del siglo XXI las
circunstancias han cambiado con rotundidad pues el poder omnímodo del heteropatriarcado
se ha ido pique. Y es que las mujeres exigen derechos de igualdad y se niegan a
seguir ejerciendo el papel de concubinas o floreros, o sea, seres inferiores o
subproductos de la sociedad.
Por lo tanto, el hombre es el culpable
y por el simple hecho de ser hombre es el enemigo a batir. Las relaciones con el género masculino son
demasiada conflictivas, no hay ningún atisbo de diálogo, sino que prevalece el resentimiento
y el odio. La sentencia es irrevocable: el
hombre es un potencial violador o agresor protegido por un sistema judicial que
le otorga impunidad.
Es por ello que México en la
actualidad está inmerso en un proceso revolucionario feminista que se coloca en la vanguardia de los movimientos sociales.
Esta es una lucha sin cuartel que con toda seguridad se alargará y se
radicalizará aún más conforme vaya pasando el tiempo. Si en México a principios
del siglo XX estalló la revolución mexicana que reclamaba “tierra y libertad”, ahora
en las primeras décadas del siglo XXI se
desata la revolución feminista que exige justicia e igualdad.
Las componentes de las agrupaciones
feministas de Guadalajara convocantes de la manifestación se presentaron
encapuchadas y armadas de fierros, martillos, bates de beisbol, hachas y botes
de spray de pintura. La guerrilla urbana más feroces que nunca se dedicaron a
sembrar la destrucción y el caos. Presas
de una furia incontenible lanzaron un desgarrador grito de indignación ante los
incontables casos de violencia de género que azotan a México. A pesar de que las autoridades de la alcaldía
de Guadalajara enviaron a más de 300
mujeres policías para intentar sofocar la revuelta poco pudieron hacer para
impedir que las manifestantes enloquecidas destruyeran paradas de autobuses,
cajeros automáticos, sedes bancarias y otros negocios que simbolizan el “capitalismo
salvaje”.
Es increíble pero hoy el movimiento
feminista ha reemplazado a la insurgencia revolucionaria de izquierdas de los años
setenta en Latinoamérica cuyas figuras más relevantes son del Che Guevara o
Fidel Castro. En este caso la simbología ha cambiado por completo, ya no se ven
barbudos con boinas y rifles, ahora son mujeres encapuchadas que se abren paso
a punta de martillazos y de bombas molotov. Estas son las nuevas guerrilleras
no del pacifismo o del amor fraterno sino de la rabia y la ira contra una
sociedad misógina y machista que las ha crucificado. “Nos sembraron miedo,
nos crecieron alas…cantamos sin miedo, pedimos justicia, gritamos por cada
desaparecida… ¡que caiga con fuerza el feminicida! Yo todo lo incendio, yo todo
lo rompo si algún día un fulano te apaga los ojos... Si tocan a una respondemos
todas…” Estas son apartes de la “Canción Sin Miedo” compuesta por Vivir
Quintana y que se ha convertido en el himno de las protestas
feministas. Y lo cierto es que tiene más
sentido que el propio himno nacional. (del “mexicanos al grito de guerra” ha
pasado al “mexicanas al grito de guerra) Esta letra refleja la filosofía del
movimiento feminista (un movimiento que trasciende las clases sociales) que se
ha posicionado como la verdadera oposición al gobierno del presidente López Obrador. Hasta tal punto que les tiene más miedo que a los propios
carteles de la droga. Algo que se ha podido comprobar este 8M en ciudad e México
donde las autoridades tuvieron levantar
en pleno Zócalo un muro de acero de tres
metros de altura para intentar frenar la “marabunta” feminista que ha jurado
tomar el Palacio Nacional. El cambio y el futuro de México, la regeneración de
la vida política secuestrada por una casta corrupta y mafiosa será feminista y libertaria o no lo
será.
Este es el resultado de siglos de colonialismo
patriarcal y misógino, por parte de un
poder político patriarcal y misógino, de un estamento eclesiástico patriarcal y
misógino, y un ejército patriarcal y misógino cuyos desaciertos nos han
conducido a la decadencia más absoluta. Las élites oligárquicas de un sistema podrido y
prostituido siempre han marginalizado a los más débiles y vulnerables, como es
el caso tanto de las mujeres, como los
indígenas, los trabajadores, los obreros, es decir, las clases sociales más bajas
y despreciables.
México es un país en el que son asesinadas
diariamente entre 9 y 10 mujeres, un país en el que 1.300 mujeres desaparecieron
en el 2020, un país que presentan altísimos
niveles de mujeres maltratadas, abusadas o violadas y que, muchas veces, y a pesar de interponer las denuncias ante los
procuradores de justicia, tienen que
contemplar como sus agresores se ríen en sus caras. La impunidad es la que
prevalece y esa impunidad es la chispa que detona tan explosivas protestas.
Como consecuencia de la pandemia
del coronavirus con las familias confinadas en los hogares las mujeres han tenido
que sacrificarse al máximo y asumir el papel de amas de casa, cocineras, limpiadoras, niñeras y profesoras. Sin lugar a dudas la brutal crisis económica
multiplicará hasta niveles nunca vistos la miseria y la marginación. Especialmente
las mujeres están siendo explotadas con el típico argumento de “o lo tomas o lo
dejas” que les plantean sus patrones. Por
algo será que es el colectivo al que mayor golpea la precariedad y el
desempleo.
México como otros países de la
región va a sufrir un terrible retroceso en las conquistas sociales y los
derechos laborales adquiridos a base de grandes sacrificios en los últimos 10
años. Se prevé que en el 2021 los pobres de solemnidad aumenten en más de 10.000.000 (según las estadísticas de los
organismos estatales existen 55 millones de pobres) . Más de la mitad son
mujeres -sobre todo indígenas y
campesinas que habitan en zonas rurales. La feminización de la pobreza (en el
que los hogares encabezados por mujeres son los más miserables) es un fenómeno en alza y de difícil
erradicación. .
Carlos de Urabá 2021
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