Los españolistas, los
chapetones, los gachupines, los cipayos y toda esa caterva de
nacional-catolicistas y opusdeista que existen en España y Latinoamérica se
disponen a celebrar un año más el 12 de Octubre o el “descubrimiento” de
América, según ellos el día más glorioso en la historia de la humanidad. La
monarquía española ha instituido esta fecha como la Fiesta Nacional por
antonomasia. (Aunque no ha podido desbancar a las corridas de toros, por
supuesto) En las recepciones oficiales el Rey y sus cortesanos, el gobierno del
Zapatero remendón y sus lobos disfrazados con piel de oveja, de la mano de los
aznaristas de cloaca y pandereta, los doctores, los patriarcas más respetables,
desde la duquesa de Alba y los grandes de España cantarán loas a la memoria del
descubridor. Vestidos para la ocasión por Emilio Gucci y Agatha Ruiz de la
Prada se hartarán canapés y de vinos incunables a la salud de los millones de
indígenas asesinados, torturados y desaparecidos.
La madrastra patria
gobernada por el omnipresente y omnipotente monarca don Juan Carlos de Bribón y
Bribón, heredero del caudillo Francisco Franco, zángano mayor del reino y
padrino de grupo KIO, junto a su concubina a la reina momia Sofía, y su
cachorro el bobalicón Felipe el cornudo acompañado por su anoréxica
alteza real Doña Letizia Urraca futura reina de las Españas, más todos
los infantes e infantas, ninfas del harén y su prole de parásitos, Blanca
Nieves y los siete enanitos y una millonada de acólitos y súbditos de pacotilla
que obnubilados aplaudirán a sus majestades al grito de ¡vivan las caenas!
Y al instante levantarán la diestra de Dios padre entonando el cara al sol
con la camisa nueva. La sinigual enseña roja y gualda ondeará triunfante a
los cuatro vientos mientras los poetas palaciegos recitarán poemas épicos en honor
al Almirante de la mar océana.
¡Arriba España! ¡Viva
España! ¡Viva el Rey! ¡Gloria eterna a don Cristóbal! En el Tedeum solemne de
acción de gracias concelebrado por el Presidente de la Conferencia Episcopal,
cardenal Rouco “Torquemada” Varela, encomendará a la España, la una, la
grande y la libre bajo la protección de san José María Escribá de Balaguer.
Por la avenida del
Generalísimo desfilarán los tercios de Flandes, la armada invencible, la legión
y la puta de la cabra la madre que la parió plagada de mercenarios
latinoamericanos que en una parada apoteósica demostrarán el renacer del Imperio
hacia Dios. A la misma hora, a las cinco de la tarde. Eran las cinco de
la tarde. Lo demás era muerte y sólo muerte -en la otra orilla del
Atlántico los gobiernos cómplices no se cansarán de lanzar alabanzas al
descubridor y su magnánima gesta, no se cansarán de ceñir con coronas de laurel
las sienes de su estatua triunfal que adorna cada una de las avenidas más
importantes de nuestras capitales. Es el día de la raza, ¿de la raza blanca?
Quizás o el día de la hispanidad como lo bautizó el rancio falangismo Joseantoniano.
“El descubrimiento
es el hecho más sublime después de la venida de nuestro salvador Jesucristo.
Para ser justos han existido algunos excesos pero en todo caso hay más luces
que sombras”- apuntan los intelectuales más críticos. “El encuentro de dos
mundos” eufemismo con el que los progres socialistas quisieron lavarse las
manos en Sevilla 92. La exposición universal que sirvió para que la España de
los catetos y paniaguados festejara su entrada en el Rockefeller World Club.
500 años de expolio merecen toda la pompa y la megalomanía. Nadie debe sorprenderse
que dos sicarios como Felipe González “mister X” y Alfonso Guerra, “el sevi”,
magnates de la corrupción y cabecillas del grupo terrorista GAL organizaran el
burdel del V Centenario. Ellos han sido los máximos aduladores del negrero y
alter ego del führer. Los dos tipejos saciaron sus delirios de grandeza y junto
a su camarilla se endosaron jugosas comisiones de la Expo, el Ave y las
olimpiadas de Barcelona. Sino que se lo pregunten a sus testaferros de la Rosa,
los Albertos y Mario Conde. Hasta Roldán y los siete pares se forraron con los
desfalcos en la Guardia Civil, sin nombrar las travesuras del verdugo mayor del
reino el general Rodríguez Galindo que con el ministro del Interior, el marqués
de Barrionuevo, Vera y demás falangistas perfeccionaron los sanguinarios
métodos de la Gestapo.
¿Acaso el pirata de
don Cristóbal no pretendía ser virrey del Nuevo Mundo y quedarse con el diez
por ciento de las ganancias del botín, más una buen pellizco por el comercio de
esclavos? - está escrito en las capitulaciones de Santa Fe que firmó con los
Reyes Nacionalcatólicos. Era tan ostensible el trato despótico del
cartel familiar de los Colón y su avaricia tan cruel e inhumana que hasta sus
propios compinches los mandaron engrillados a España para que el consejo de
Indias castigara sus fechorías.
Cuando estaba en la
escuela lo que más me gustaba era la clase de historia que impartía el padre
Pío. El curita incondicional admirador de don Cristóbal y los valientes
marineros de la Pinta, la Niña y la Santa María, las tres calaveras,
escenificaba en vivo y en directo los episodios más brillantes de tan magna
gesta. Y nosotros por vacilarlo le decíamos: Padre, ¡Santa María que
Pinta la de esa Niña! por una muchacha muy buena a la que todos le
tirábamos los tejos. “El Almirante clavó la cruz en la playa de la isla de
Guananí y de rodillas agradeció al supremo hacedor el haberlos librado de los
peligros del mar de los Sargazos” -Vaya pendejadas en las que perdíamos el
tiempo.
Los carcas, los
momios, la pituquería, los criollitos les entra tremendo orgasmo al relatar sus
viajecitos y aventuras; como saqueaba, como mataban, como fundaban pueblos y
ciudades en nombre de Dios y el Rey. Un holocausto imperdonable bendecido hasta
por el Reichstag de San Benedetto Ratzinger XVI y sus secuaces.
Lo cierto es que el
nuestro es un continente sin nombre, un triste NN despojado de sus raíces y su
memoria. Los extraterrestres llegados de Europa trazaron las fronteras con
alambre de púas y muros de Berlín colocando en la entrada del latifundio
letreros de “Propiedad privada. Perros Bravos” Para colmo lo bautizaron
con el nombre de América en homenaje a Américo Vespucio, un usurero, un mafioso
italiano al servicio de la Cosa Nostra. Y Colombia qué les parece la
genial idea de los padres de la patria para eternizar la memoria del
descubridor. ¡Habrase visto mayor estupidez! es como si los judíos le pusieran
a la tierra prometida Adolfland. Se nota que somos masoquistas y amamos
a los amos y nos gusta que nos flagelen y nos humillen. Pero eso pasa porque
nos tienen amaestrados con una historia que hiede a chamusquina. En esos
mamotretos no hay más que mentiras y falsedades escritas por cuatro tinterillos
de pacotilla. Sin contar con la Ilíada y la Odisea de los conquistadores
Pizarro, Cortés, Núñez de Balboa, Jiménez de Quesada y compañía. Aquellos
monstruos que se alimentaban de sangre y de oro también han sido encumbrados al
Olimpo. A los nativos ni agua, sólo se merecen el desprecio pues no son más que
bestias salvajes, macacos evomoralistas y chavistas paganos.
Cinco siglos después,
el gangoso del rey de España, nostálgico de aquel imperio donde jamás se
ponía el sol, pronunciará un soberano discurso lleno de retórica y salmos
responsoriales, ensalzará a los héroes y mártires de la evangelización,
portadores del civilizador que rescató del limbo a los infieles. Frases dignas
de ser grabadas en letras de oro en los anales de la historia.
Sin dudarlo el imperio
contraataca y ha iniciado la segunda conquista de América. Una vez más vuelven
a timarnos con sus espejitos y sus cuentas de vidrio los adelantados del grupo
Prisa, Endesa, Telefónica, Agromán, Ferrovial, Unión Fenosa, Argentaria, Repsol
que nos vampirizan sin medida ni clemencia.
A quién se le puede
ocurrir el celebrar que nuestros ancestros hayan sido quemados en las hogueras
del Ku Klux Klan, a quién se le ocurre comulgar en nombre de ese dios blanco
que los condenó al patíbulo. Ese exterminio que asoló el cielo y la tierra aún
no se detiene.
Sin remedio se
marchitan los bosques y las selvas, los ríos envenenados desfallecen, la tierra
estéril no da frutos, las tribus y naciones disecadas en los museos , donde
ellos creían que estaba el paraíso hoy no queda más que una sucia favela. Aquel
continente joven y fecundo prematuramente envejecido, se extingue. El
capitalismo ha terminado la tarea inconclusa del Almirante saqueando sus
riquezas y esclavizando a los nativos en los negros socavones.
Ya me lo decía mi
abuelita que no me sulfurara, que con esas rabietas no iba a sacar sino una
úlcera. De veras que a mí no me gusta ser rencoroso pero lo que no puedo
soportar es la desfachatez, la prepotencia españolista y la falta de humildad.
Porque además ellos nunca han perdido perdón por tamaño ultraje. De ahí que no
podemos ser tolerantes y tenemos que plantarle cara a esos fantoches que siguen
echándole leña al fuego. Hay que enterrar de una vez por todas esos mitos
impuestos por los vencedores. Por lo tanto este doce de octubre una vez más
gritaré con toda la rabia de mi alma: ¡que les den por el Colón!
Carlos de Urabá 2008
Escritor de Colombia
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