La jaula
samedi 30 novembre 2013
jeudi 28 novembre 2013
El genoma del Sionismo
Las referencias
de la persecución antisemita se remontan a los albores de la Edad Media. Los
cruzados acusaron a los judíos de heréticos por no reconocer que Jesús
era el hijo único de Dios o el mesías. En Europa se les consideraba una raza maldita trasmisora de
epidemias y enfermedades. Teológicamente se les estigmatizó porque según los
evangelios ellos habían condenado a Jesucristo (la traición de Judas) En 1492 los
Reyes Católicos decretaron la
expulsión de los judíos por sus imperdonables delitos de usura y blasfemia. Entonces, ante la amenaza de la Santa Inquisición de quemarlos vivos si
no se convertían al cristianismo, no les
quedó otra alternativa que exiliarse en el norte de África y el imperio Otomano.
No fue hasta finales
del siglo XIX que comenzó a utilizarse el término Sionista para definir la doctrina política (emparentada con el
nacionalismo moderno) que reclamaba el regreso de los judíos a Eretz Israel. Originalmente el sionismo
mantuvo serias divergencias entre diversas facciones que lo constituían; unos
más ortodoxos como los Saduceos, Fariseos,
Jaridim y Mitnagdim, y los otros, más heterodoxos o laicos, como los Iluministas.
En la Rusia de
los zares la iglesia ortodoxa los culpabilizó de todos los males que asolaban
al imperio. Una acusación que se tradujo en pogromos, matanzas, asesinatos de tal magnitud que obligaron a más de dos millones de judíos a
emigrar a Estados Unidos o Alemania. El líbelo “Los protocolos de los sabios de Sion” contribuyó a justificar dichas
acciones criminales. Uno de los
pensadores más destacados en esta etapa fue el judío alemán Meses Hess (maestro de Marx y Engels) teórico
del Sionismo Comunista, que más
adelante se adheriría al movimiento bolchevique. En su libro Rom und Jerusalem (1862) detalla a grandes rasgos la imperiosa
necesidad de fundar un hogar nacional judío.
Otra figura
relevante en esa época fue el judío polaco Leo
Pinsker que impactado por los horrores
del pogromo de Odesa en 1871 abandona sus tesis de la convivencia humanista
con los “gentiles” y elige el camino de la recuperación de la identidad nacional y la
lucha por la independencia. En su obra
cumbre “Autoemancipación” (1882) aboga por el pronto despertar de la
conciencia judía que despeje el camino a su liberación. Hess fue el fundador del
movimiento los Amantes de Sion que emigraron en el año 1883 a Palestina a establecer las primeras colonias.
Ambos pensadores
influyeron decididamente en Theodor Herlz,
considerado el padre del estado de Israel, abogado y periodista judío de origen austro-húngaro
asimilado a la sociedad e los gentiles. En el año 1894 fue testigo, como corresponsal del periódico austriaco Neue Freie Presse en Paris, del caso Dreyffus
- un capitán del ejército francés de origen judío acusado de espionaje a
favor del ejército alemán y condenado a prisión
perpetua en la isla del Diablo (Guyana).-luego se demostraría que era inocente-
Este suceso conmocionó a la sociedad
europea de la época y dio pie a que Emile
Zola redactara el apasionado alegato J’accuse-
Herlz fruto de esta traumática
experiencia escribió en 1896 “El Estado Judío” ( libro en el que plasma
las líneas maestras de lo que sería el futuro estado de Israel) A continuación publica “Antigua y Nueva Tierra” (1902) donde expone el sueño utópico de un Eretz
Israel moderno, democrático y próspero.
Herlz además se encargó de organizar los
Congresos Sionistas con el objetivo
de configurar una fuerza política capaz de presionar a las potencias a favor de
su causa.
Tras la
prematura muerte de Herlz entra en escena Chaim
Weizmann (de origen bielorruso pero nacionalizado inglés) –que sería el
primer presidente de Israel- jefe de La Organización
Mundial Sionista, quien desarrolló una brillante labor diplomática en las
altas esferas de la corona británica. Tan dispendiosas gestiones se concretaron
en 1917 con la declaración de Balfour
(carta mediante la cual el gobierno
británico aprobaba la creación de un hogar judío en su Mandato) - los judíos
berlineses, por el contrario, se inclinaron por buscar la protección del Káiser
Guillermo II de Alemania convencidos en que éste haría valer sus derechos
históricos sobre Palestina. (Un plan que
fracasó pues las huestes alemanas fue derrotadas en la Primera Guerra Mundial) Weizmann
enuncia los principios filosóficos del “Sionismo
Sintético” donde advierte a sus correligionarios que la única posibilidad
de supervivencia del pueblo hebreo es separarse de los gentiles (cristianos) y
crear un estado propio. El gobierno británico les ofreció la posibilidad de
fundarlo en Uganda pero la mayoría
de los delegados de la Organización
Mundial Sionista, fieles al juramento de Sion (la colina donde se
construyó el templo del rey Salomón) decidieron por unanimidad que a ellos les correspondía
por derecho divino la “tierra prometida”.
En todo caso la
emigración a Palestina o aliyáh ya
se había iniciado desde la segunda mitad
del siglo XIX gracias a las cuantiosas donaciones de personalidades de
reconocido prestigio como: el barón Rothschild, Cohn, Fould o Hirsch. Estos filántropos, nobles y
millonarios pertenecientes a la Fundación Nacional Judía se
comprometieron a patrocinar la compra de tierras a los señores
feudales de la Siria Otomana.
No obstante los rabinos
ortodoxos y ultra-ortodoxos manifestaron
su oposición a los proyectos de los judíos laicos y liberales pues, de acuerdo
a las sagradas escrituras, el único que podía conducirlos hasta la tierra
prometida era el mesías. Un dogma de fe que se va a derrumbar con el
advenimiento en 1933 del Nacional-Socialismo
en Alemania. El momento más álgido llegó cuando en 1935 las leyes de Núremberg decretaron la
segregación de los judíos. “La raza aria pura no podía mezclarse con esos parásitos
sociales que no hacían más que ensuciar
la grandeza del Tercer Reich”. Según los preceptos hitlerianos descritos en Mein Kampf- “ese cáncer debería ser extirpado de raíz” “el águila
alemana había sido apuñalada por esos traidores” A los
judíos los despojaron de la ciudadanía, se les marcó con estrellas de David, se
les prohibió ejercer sus profesiones y sus propiedades fueron igualmente confiscadas. A tal punto la propaganda Nazi envenenó el
ambiente de odio y de venganza que el
día 9 de noviembre de 1938 se desató la
que pasaría a la historia como la Noche de los Cristales Rotos. En los
barrios judíos de las principales ciudades de Alemania una ola de violencia
indiscriminada dejó tras de sí una
estela de muerte y destrucción
Los Nazis los acusaron
de conspirar en secreto con los bolcheviques para hundir a Alemania en la ruina
(no les faltaban agitadores y subversivos: Rosa Luxemburgo, Trotski, Zinóviev,
Kámenev o la anarquista Emma Goldman) La suerte estaba echada y en octubre de 1941
el comandante de las SS Himmler decidió aplicar la “Solución Final”. Los judíos fueron
confinados en guetos para posteriormente conducirlos a los campos de concentración.
Aunque los responsables del “Problema
Judío”, entre los que se encontraba el teniente coronel de las SS Eichmann, habían planificado
deportarlos a la isla de Madagascar, tras la derrota de la aviación alemana en la Batalla
de Inglaterra, el Fuhrer ordenó
exterminarlos en las cámaras de gas.
Una vez
finalizada la Segunda Guerra Mundial y al descubrirse los terribles
padecimientos del pueblo judío, los supervivientes del holocausto reclamaron
una tierra de asilo a las potencias vencedoras. Tenían que explotar al máximo el victimismo y los sentimientos de compasión para lograr sus
propósitos. Entonces, la comunidad internacional ante un dilema moral tan
escabroso resolvió dar luz verde a la emigración masiva de judíos a Palestina.
Otro eminente ideólogo sionista fue Zeev Jabotinsky (judío de Odessa, Rusia imperial) quien al
contemplar en 1903 los terribles sucesos del pogromo de Kishiev en 1903, concluyó que para asegurarse la supervivencia no había otra alternativa que construir
un estado judío en la Siria Otomana ( Al mejor estilo de la colonización
europea etnocéntrica, colonialista y
guerrerista) Jabotinsky fundador de la Legión Judía (embrión del Tzahal), las Juventudes Sionistas y la Organización Sionista Revisionista-Likud
(que mantuvo estrechos lazos con el fascismo italiano y también negoció con los
Nazis la transferencia de prisioneros judíos de los campos de concentración a
Palestina) afirmaba que para superar demográficamente a los palestinos había
que promover la emigración en masa de judíos de la diáspora. Uno de sus
lugartenientes más distinguidos fue
Abraham Stern fundador del grupo paramilitar Lehi (que se inspiró en las tácticas de lucha clandestina del IRA irlandés) que cometió cruentos atentados
terroristas contra las tropas del Mandato Inglés en Palestina para forzar su
retirada.
Los dirigentes sionistas
sabían de sobra que el proceso de integración en la sociedad de los gentiles
ponía en peligro sus valores identitarios. Era fundamental enaltecer de la
cultura judía, su pasado glorioso; sus raíces
míticas, el estudio del Talmud y de la Torá. Deseo que materializó Eliecer Ben Jehuda, sabio especialista
en lingüística nacido en la Rusia Imperial, que se propuso resucitar la antigua lengua hebrea, es decir, “el
idioma con el que Yahvé creó el mundo”. Ben Jehuda asumió el reto de unificar los diversos dialectos y redactar
la gramática del hebreo moderno. En el
año 1881 emigró a Palestina decidido a comenzar la enseñanza de la nueva lengua entre los
colonos que por su procedencia europea preferían expresarse en yidish, alemán, inglés
o francés. Un trabajo colosal que contribuyó al fortalecimiento de la utopía sionista.
El nuevo estado debería
dar cobijo a todos los judíos perseguidos y oprimidos de la diáspora: los
Askenazis, los Sefarditas, los Mizrahi, los judíos orientales, los Jázaros,
Teimanim, Beta Israel, o Parsim hindúes, un nuevo estado exclusivamente judío
con capital en Jerusalén (el centro del mundo). Eretz Israel sería la
vanguardia de la cultura occidental en
su lucha contra la barbarie. (“igualmente liberaría a los nativos árabes
sometidos a la esclavitud de una sociedad feudal retrasada y opresora”) Un país civilizado con una industria moderna y
tecnología punta al servicio de sus ciudadanos. La colonización la llevarían a
cabo los kibbutzim o comunas de
pioneros (La propiedad colectiva de los medios de producción tal y como lo
pregonaba el marxismo) que desarrollaría
una verdadera revolución agrícola vital para consolidar su soberanía e
independencia.
La creciente
inmigración ilegal judía provocó el estallido de la Gran Revuelta Árabe en 1936. Los nativos palestinos, encabezados
por el mufti de Jerusalén Amin-al
Husayni, ante la pasividad de las autoridades
inglesas, convocaron varias huelgas generales realizando un llamado a la
desobediencia civil. La rebelión fue la espoleta que detonó el conflicto
entre árabes y judíos cuyas
repercusiones se extiende hasta nuestros días.
La victoria de
los aliados en la Segunda Guerra Mundial tuvo nefastas consecuencias para los
países musulmanes. Muchos de éstos se mantuvieron fieles a Hitler hasta el
último momento pues coincidían en los mismos objetivos: expulsar a los
británicos, el odio a los judíos y el rechazo visceral del comunismo. La
siguiente frase pronunciada por el mufti al
Husayni (principal aliado árabe del III Reich) nos describe perfectamente
sus intenciones: “nuestra condición
fundamental para cooperar con Alemania es que nos den vía libre para erradicar
hasta el último judío de Palestina y el mundo árabe”
En 1947 la Unión
Soviética ante la Asamblea General de la ONU decide respaldar el Plan de Partición de Palestina. El
embajador Andrei Gromyko en un emocionante
discurso justificó la creación del estado de Israel para recompensar a los
judíos por los sufrimientos padecidos durante el holocausto. Stalin creyó que los colonizadores sionistas, entre los que había un
gran porcentaje judíos rusos bolcheviques y organizaciones políticas y
sindicales de izquierda como el Paole
Sion o la central sindical Histraduth,
establecerían un gobierno revolucionario hostil a los intereses occidentales y
las monarquías árabes. La Unión Soviética ambicionaba ampliar su campo de
acción en el Mediterráneo oriental que
es la ruta por donde trascurre buena parte del tráfico petrolífero que abastece
a los países capitalistas.
No olvidemos que
los soviéticos a través de Checoeslovaquia (operación
Balak) proporcionaron buena parte
del armamento utilizado por los
paramilitares sionistas en la guerra del
año 1948 o Nakba. Cuando el 14 de mayo
de 1948 Ben Gurion proclamó la
independencia del estado de Israel, Stalin fue el primero en reconocerla. En
las elecciones realizadas al año siguiente los ciudadanos le otorgaron el
triunfo al partido Mapai (Partido de
los Trabajadores de la Tierra de Israel) miembro de la Internacional Obrera y germen
del actual Partido Laborista, relegando a un segundo plano al Partido Comunista. Ben Gurión es elegido Primer Ministro
y sorpresivamente se alinea al bloque de EEUU y Europa. El mundo libre, el
mundo capitalista les espera con los brazos abiertos. Sobre todo, la comunidad
judía americana que detenta un gran peso político y económico. Stalin al verse traicionado monta en cólera y
suspende las relaciones con Israel iniciando el proceso de acercamiento hacia los
países árabes (un hecho clave para comprender lo que significó la Guerra Fría)
Israel sabía de antemano que el armamentismo era su
única garantía de supervivencia. Los países árabes
habían jurado borrarlos del mapa y necesitaban organizar un ejército poderoso
capaz de mantener sus enemigos a raya. En otras palabras, debían militarizar la
sociedad, armarse hasta los dientes con aviones de combate, helicópteros,
tanques, misiles, fragatas, submarinos o bombas atómicas. Porque sólo a base del terror serían temidos y respetados. Lo
paradójico del caso es que los supervivientes del holocausto, aquel pueblo perseguido y masacrado en las cámaras de gas, sin compasión ni remordimiento alguno, va a
aplicar la misma fórmula que utilizaron
sus verdugos para eliminarlos.
Los psicólogos
definieron la Banalidad del Mal,
durante el juicio al Nazi Eichmann en Jerusalén (1961) como el síndrome de la obediencia debida. Sencillamente
cumplían órdenes y tenían que acatarlas por lealtad a sus superiores. Del mismo modo en defensa del gran Eretz
Israel los sionistas van a justificar las mayores atrocidades. Para doblegar el
espíritu de resistencia del pueblo
palestino –los legítimos dueños de la tierra- necesitaban utilizar los métodos
más sanguinarios: bombardeos indiscriminados, operaciones aéreas y terrestres, el
exterminio de la población civil; niños, mujeres o ancianos, los asesinatos selectivos,
represión, cárcel, torturas.
Todo estaba
legalizado: EEUU y Europa lo aprueban, la ONU firma las condolencias. Estos crímenes de lesa humanidad se cometían
en defensa propia. En fin, ellos
eran los agredidos y no los agresores. Israel
es el principal aliado de occidente en Oriente Medio y vanguardia en el combate
contra el “terrorismo islámico”. El imperialismo ¿judeocristiano? debe velar
por los valores supremos de la democracia y la libertad.
Aquí la única lógica
que prevalece es la de los hechos consumados: deportar a los pobladores,
levantar muros, tender vallas electrificadas o enjaularlos en guetos con
alambre de púas. Para los nazis los judíos no eran más que
animales, para los sionistas los palestinos son nada más que bestias.
Quizás la fecha más importante en la historia del
judaísmo de los últimos 2000 años sea el 7
de junio de 1967. Ese día el ejército hebreo se apodera de Gaza, Cisjordania
y la ciudad vieja de Jerusalén. Cae en sus manos el tesoro más preciado: el
santuario donde se encuentra el Monte
del Templo y el Muro de las Lamentaciones (La cuna de los primeros padres
Adán y Eva, morada de los patriarcas:
Abraham, Isaac, Jacob y solar del rey
David y el rey Salomón) el lugar más sagrado del judaísmo. Según el rabino y
general del Tzahal Shlomo Goren “nuestra
gloriosa epopeya marca el comienzo de la Era
Mesiánica. El sonido del shofar (cuerno) anuncia la construcción del Tercer
Templo”
“Que un
minúsculo estado como Israel haya sido capaz de derrotar ejércitos diez veces
superiores en las guerras contra los árabes en el 48, 56, 67, 73, es la más clara demostración de
que somos el pueblo elegido” Rabino
Ovadia Yosef líder del Shas. La palabra
de Adonai revelada en la Torá es infalible: “el súper hombre judío dominador y ejecutor reinará del Nilo al Éufrates”
Estamos en el
apogeo del sionismo más extremista y reaccionario donde a
sangre y fuego van a escribir las más gloriosas páginas de su historia. Entre los “héroes” y “próceres” sobresalen: Ben Gurion,
Isaac Shamir, Shimón Peres, Golda Meir, Isaac Rabin, Ariel Sharon, Moshé Dayán,
Menahem Beguín, Benjamin Netanyahu o Ehud Olmert, autores intelectuales y ejecutores
del proyecto racista y genocida del estado de Israel.
Los vencedores
no tienen que rendirle cuentas a nadie. Democráticamente
las urnas han legalizado sus crímenes. Por unanimidad todos los partidos del Knesset,
el Havoda, el Likud, el Kadima, el Partido de la
Libertad, Tnuat Herut, profascista, el Haljud Halehumi o Unión Nacional
ultranacionalistas, Los judíos ortodoxos
y ultra ortodoxos, Agudat Israel, Shas sefardita, Tajlá el Meretz, Mafdal,
HaBait ha Yehudi, avalan con sus votos la
política de destrucción y aniquilamiento. La
redención del pueblo judío a costa del sacrificio de los palestinos.
La unión del
judaísmo conservador y el moderno, del judaísmo laico y religioso ha configurado
el ADN del sionismo ultranacionalista profascista. Del éxtasis a la exaltación
de la patria mítica, en defensa de sus valores más sagrados, daber ivrit, habla
hebreo, con la mano en el pecho cantando la Hatikva, empuñando la bandera del
Talit o manto de oración, la estrella de David o el candelabro menorá, siempre
en guardia, en pie de guerra con las armas en la mano para garantizar la paz y
la seguridad del pueblo de Israel. Video:
http://youtu.be/Pt76Z40XT8M
“Mi propósito
será establecido, y todo lo que quiero realizaré” Isaías 46:8-11. (Torá)
Carlos de Urabá
2013
Amman-Jordania
Inscription à :
Articles (Atom)