A las O: 20 horas del día 25 de
abril de 1974 en la programación de Radio
Renascença inesperadamente se escuchó la canción Grándola, Vila Morena del autor José Afonso (una pieza clásica del folclor del Alentejo que hace referencia la fraternidad entre los campesinos) que
estaba censurada por la dictadura por sus alegorías al comunismo- Está era la señal esperada por los integrantes del Movimiento
de las Fuerzas Armadas (MFA) para iniciar el levantamiento en las
diferentes cuarteles del país. Una facción de militares de mando medio cansados
del terrible desgaste de las guerras coloniales de Mozambique, Guinea-Bissau y
Angola y la ruina económica que esto generaba decidieron amotinarse contra la
dictadura salazarista.
Entre los que luego serían
conocidos como los “capitanes de abril”
se destacaban Otelo Saravia de Carvalho, Vasco Lourenço, Salgueiro Maia, Vasco
Goncalves. En tan sólo unas horas el
Estado Novo (1926- 1974) la
dictadura más antigua del continente se derrumba. Los insurrectos van sumando
incondicionales y se dirigen a Lisboa a
tomar los centros neurálgicos del poder.
Al amanecer los tanques de las
unidades de caballería invaden la capital en una marcha triunfal sin
precedentes. Las guarniciones de la infantería, la marina, la aviación se unen
a los golpistas y la población civil emocionada les depara una
multitudinaria bienvenida. Los versos de la canción Grándola de José Afonso cobran inesperadamente su verdadero
significado: “el pueblo es el que más
ordena”.
En una de las plazoletas del centro
de Lisboa una vendedora de flores emocionada le regala un clavel rojo a un soldado en muestra de
agradecimiento. Ese gesto poético se transforma
en el símbolo de la rebelión que a partir de entonces se conocerá como “la revolución de los claveles”. Una
revolución pacífica que renuncia a la violencia pero que está decidida a
enterrar al fascismo. El pueblo ansioso por saciar su sed de libertad eufórico
se desborda cual río embravecido por las calles lisboetas. Los manojos de claveles se agotan y por arte
de magia la primavera florece en el cañón de los fusiles.
Los soldados del MFA rápidamente
se hacen con el control de los enclaves estratégicos tales como la radio, la televisión, los ministerios y el Cuartel do Carmo donde se refugiaba el
premier Marcelo Caetano. Tras tensas negociaciones el dictador se rinde
y con todo su gabinete es conducido hasta al aeropuerto donde aborda un avión
con destino a Brasil.
Mientras tanto la algarabía arrecia en las calles celebrando el
advenimiento de una nueva era. La revolución ha triunfado; se liberan los presos políticos de las
cárceles, se pone fin al estado represor y policial y se proclama el cese de la
guerra colonial en Angola, Mozambique y Guinea Bissau que abre el camino a los
procesos de independencia. Los cabecillas de la asonada pretenden imponer el socialismo real donde todo el poder
recaiga sobre los trabajadores, los
obreros y los campesinos. Un movimiento romántico y utópico que quizás no
estaban preparado para fraguarse.
En España la dictadura franquista se muestra muy preocupada por los
terribles acontecimientos que se desarrollan en el vecino país. Uno de sus
aliados se desploma y la amenaza
bolchevique que se creía neutralizada desde la derrota de la Unidad Popular en la guerra civil, se
reactiva con gran virulencia. Hay que tomar medidas urgentes pues la
conflagración puede extenderse a la España una, grande y libre, la reserva
espiritual de occidente. De inmediato el caudillo ordena militarizar la
frontera y censurar toda información que llegue a los medios sobre la
crisis portuguesa. (Sólo a través de Radio
Pirenaica o la BBC de Londres se
podía obtener informaciones fidedignas) Esas
imágenes de un pueblo extasiado por el júbilo y felicidad que celebra su recién
conquistada libertad era una provocación inadmisible. Y lo peor de todo es que los
militares rebeldes simpatizaban con la Unión Soviética y pretendían instaurar
una dictadura marxista. Hay que reconocer que Portugal tuvo el honroso mérito
de derrocar a sus dictadores mientras que en España, por el contrario, el generalísimo Franco fue ungido como héroe
sacrosanto y enterrado con toda la pompa en el Valle de los Caídos.
No quedaba la menor duda que el gobierno del “estado Novo” había sido víctima
de una conspiración judeo-masónica auspiciada
por agentes infiltrados al servicio de Moscú.
Inmediatamente se convocó un consejo extraordinario de ministros presidido
por el Generalísimo Franco y el príncipe Juan Carlos para
analizar tan delicada situación. En una sala del Palacio
del Pardo contemplaron horrorizados
las imágenes grabadas por el corresponsal de TVE en Lisboa. Tales escenas donde
el “populacho” celebraba la victoria presa de la histeria colectiva les causó un profundo sentimiento de asco y de repulsa. La España del
imperio hacia Dios tenía que hacer algo
para salvar a Portugal de las garras del Marxismo. ¿Quizás ir a su rescate al grito de ¡a mí la
Legión!? Según documentos desclasificados de la CIA el presidente Gerald
Ford y Henry Kissinger le
rogaron a Franco que facilitara la entrada en Portugal de los marines para combatir a los comunistas.
No olvidemos que Portugal había sido miembro cofundador de la OTAN y en esa época de la guerra fría
no podían darse el lujo de perder a un incondicional aliado.
En todo caso poco a poco la tormenta fue remitiendo y pronto la
reacción se hizo con las riendas del poder desmovilizando el proceso
revolucionario en ciernes. Al año siguiente Franco murió o, mejor dicho, subió invicto a los cielos dejando como heredero de su magnánima obra al rey don Juan Carlos I. Pero en todo caso ya
las cosas no iba a ser las mismas, el mundo estaba cambiando a marchas forzadas
y España no era una excepción. Incluso
en el seno del ejército surgió una tímida disidencia representada por la UMD (Unión Militar Democrática) de
clara inspiración en la MPD de sus
colegas portugueses. Marruecos se
aprovecha de esta turbulenta coyuntura e invade el Sahara español (al que Franco les había prometido su
autodeterminación) También los grupos de resistencia antifascista
(GRAPO, TERRA LLIURE, FRAP o ETA) no
se quedan atrás y redoblan su campaña de atentados en un intento por desestabilizar aún más al régimen.
La sociedad española tras 40 años de dictadura, del mismo modo que en Portugal tenía una insaciable sed de libertad.
En las universidades estallan por doquier las manifestaciones de protesta
estudiantil y las huelgas convocadas por los sindicatos se multiplicaban por
todo el territorio nacional. Tales atentados contra la ley y el orden fueron reprimidos salvajemente por la policía
nacional y los cuerpos de seguridad del estado. El franquismo sabía que estaba
en sus últimos estertores y necesitaba reconvertirse urgentemente en una monarquía parlamentaria.
Parece mentira pero los
comunistas en Portugal estuvieron a punto de alcanzar el poder. Un hecho insólito
que se frustró por culpa de las
divisiones internas de la izquierda y la falta de consenso. En el año 1975 tras la convocatoria de
elecciones constituyentes se dio paso a la socialdemocracia burguesa que
persiguió a los militares revolucionarios criminalizándolos hasta las últimas
consecuencias.
En España se aplicó con el PCE
la misma fórmula pues no le quedó más remedio que aceptar la restauración
monárquica y la tutela del ejército franquista si quería integrarse de pleno
derecho en el proceso de la mal llamada “transición constitucional”. La
propuesta del PCE de organizar una Junta
Democrática fracasó para dar paso a la Plataforma
Democrática del PSOE completamente
sumisa a los postulados de la burguesía españolista.
Al cumplirse el 40 cumpleaños de
la Revolución de los Claveles lamentablemente no hay nada que celebrar. Las
perspectivas del país de cara al futuro no pueden ser más pesimistas. El
gobierno de coalición conservador PSD- CDS
ha destruido por completo el estado social, la constitución, el pluralismo
sindical y la herencia ideológica que aún sobrevivía de los militares
revolucionarios.
El rescate económico decretado
por la troika (Unión Europea, el FMI y
el BCE) en el 2011, ha sumido a Portugal en una profunda crisis pues las
políticas de ajuste han traído como consecuencia un creciente desempleo, el
aumento de los impuestos y el recorte de los programas de bienestar social. Video:
http://youtu.be/abkwwH5CAPw Portugal
es un estado fallido, una víctima más del capitalismo depredador que va
sembrando por el mundo el hambre y la miseria. Al parecer sólo les queda la
resignación y la nostalgia.
Carlos de Urabá 2014
Amman-Jordania
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