La decisión del El
gobierno de la ANP de declarar la independencia unilateral de Palestina –en base
a las fronteras del año 67 y con Jerusalén Este como capital- choca con una cruda
realidad imposible de ignorar.
Arija, Jericó (Lareaj o
la Luna) es la
ciudad más importante del valle del rio Jordán (al- Aghwar). En los textos bíblicos se le describen como un oasis
de ensueño rodeado de palmerales donde se refugiaban las caravanas de mercaderes en busca de sus
fuentes de aguas cristalinas (Elishia)
Desafortunadamente los manantiales de este vergel milagroso poco a apoco se han
ido secando a causa de la sobreexplotación acuífera. Rodeada de
áridas montañas la región es considerada el granero de Palestina (ocupa
el 30% de la superficie de Cisjordania-solo
el 5% está bajo control de la ANP) En la actualidad cuenta con una población de
56.000 habitantes repartidos en 24
karias o pueblos que sufren los abusos de la ocupación sionista. Esta zona
desértica desde siempre han sido el hábitat natural de los beduinos, esas tribus nómadas, hoy sedentarizadas, que se dedican al pastoreo de camellos, cabras
y ovejas.
Jericó era la tierra mítica donde se situaba el paraíso bíblico
y el sitio preferido por los profetas y ermitaños que se dedicaban a la vida
contemplativa. Tal y como queda reflejado en el pasaje del Nuevo Testamento en
el que se relata el retiro de Jesucristo durante cuarenta días y cuarenta
noches en el Monte de las Tentaciones.
Antiguamente las casas de Jericó se construían con adobes y
cañas pero hoy ya no queda casi ninguna
en pie pues la mayoría son de cemento y ladrillo. Tan sólo permanecen
inalterables las ruinas de Tell es-Sultán
donde los arqueólogos afirman que se encuentran los restos de la ciudad más antigua del mundo
Al concluir la Primera Guerra Mundial con la derrota del imperio Otomano la Palestina histórica pasa a manos de los ingleses. Jericó
era tan solo una aldea beduina sin ningún valor estratégico que languidecía en
medio de una árida estepa. Posteriormente al desatarse la guerra árabe- israelí de 1948 la dinastía hachemí jordana ocupa en su
totalidad Cisjordania y Jericó se
convierte en la capital del valle del Jordán. Pero tras la derrota de los
ejércitos árabes en la guerra de los
Seis Días en 1967 Jericó fue capturada por el ejército sionista sin apenas
prestar resistencia. El desastre de la Naksa
provocó que muchos de sus pobladores buscaran asilo en
Jordania -donde gran cantidad se sumaron
a las filas de la OLP. Los fedayines al mando de Arafat iniciaron la lucha de liberación
realizando infiltraciones de castigo y ataques suicidas contra el ejército
hebreo y los colonos.
En Jericó existen dos campos de refugiados que son Akabat
Jaber, (que con sus 30.000 refugiados fue en su época el más grande de
Cisjordania) que recibió a las familias desplazadas de Haifa, Gaza y Hebrón; y
el Ein
as-Sultán que acogió a palestinos procedentes de Jaffa, Salama, Ramla, Lodd.
No fue hasta 1993 con la firma de los tratados de Oslo que Jericó pudo recuperar su autonomía.
En Jericó predomina el paisaje desértico tan habitual en la
región geográfica del Jordán (valle del
Rift) y el Mar Muerto (el sitio
más profundo de la tierra) En las orillas de este lago salado Israel construyó en
1952 una gigantesca fábrica (DSW) para procesar minerales tales como: la potasa,
bromuro, yodo, o magnesio. También la industria de la cosmética (Dead Sea Cosmetics, SEACRET) -que está en pleno apogeo- aprovecha
las sales, minerales y lodo para elaborar sus productos y comercializarlos en los
cinco continentes.
A partir de 1967 los colonos judíos inician la conquista de este
territorio fundando sus asentamientos y kibutz (patrocinados por la política expansionista
del estado hebreo) Actualmente existen más de 10.000 colonos distribuidos en 40 asentamientos (protegidos con
bases militares) a lo largo y ancho del
valle del rio Jordán y el Mar Muerto y las previsiones es que se multipliquen
por dos al finalizar la década. Los
invasores se llaman a sí mismos “pioneros” y dominan todo el sistema hídrico –incluidas las fuentes
de agua subterránea- imprescindible para regar y fertilizar el valle del Jordán.
Lo que se traduce en 32.000.000 de
metros cúbicos por año (extraídos del Acueducto Nacional) Cifra que les ha
permitido realizar una verdadera
revolución agrícola. Por el contrario a los palestinos se les restringe el
acceso al agua o a la electricidad y deben resignarse a aceptar las exiguas cuotas
que les imponen.
Los colonos han sembrado 3
millones de palmeras datileras –de las que se obtienen varias cosechas al
año (los cultivos de palmeras y vides son financiados por el estado judío) y que
generan millones de dólares de beneficios pues casi toda la producción se
destina a la exportación.
Este valle húmedo tropical goza de una temperatura ideal con
inviernos cálidos y veranos secos y tórridos. Mediante las técnicas de cultivo hidropónico,
riego por goteo y los invernaderos se obtienen satisfactoriamente cosechas de: berenjenas,
tomates zapallitos, pepinos, sandías, melones, dátiles, fresas, caqui, mangos,
bananos, verduras, hortalizas, flores cuya producción se destina al mercado
nacional e internacional. Cualquier construcción u obra pública que realicen los palestinos debe ser aprobada por la
autoridad militar correspondiente o de lo contrario se exponen a ser demolidas.
Jericó en estos últimos años ha disminuido el uso de la
tierra agrícola (su principal renglón económico) ya que la política del gobierno
israelí es la de confiscarlas. http://youtu.be/-Mz0pOisWTU
Un estudio de la ONU prevé que en el plazo
de 30 años el Mar Muerto, por culpa del desvío de agua dulce que se aprovechan
para el uso humano y agrícola, está en serio peligro de secarse. La catástrofe
ambiental de ambas orillas del Jordán es
un hecho irreversible pues anualmente se vierten miles y miles de toneladas de
agroquímicos que contaminan, no solo su vertiente, sino también las aguas
subterráneas.
Según lo establecido en los acuerdos de Oslo se
suponía que en un plazo de cinco años
debería de haberse creado el estado palestino. Pero tan solo se trataba de un
maldito espejismo, de una burda patraña que los ha sumido aún más en el
pesimismo y la desesperanza. Últimamente el primer ministro Netanyahu ha declarado que: “Israel jamás se retirará de la zona de
seguridad del valle del Jordán” “es
un suicidio nacional que comprometería seriamente la seguridad de Israel” Los judíos tienen miedo de lo que pueda
suceder en el momento en que transfieran su soberanía a la ANP. Argumentan
que el islamismo radical es una amenaza que se acrecienta y no quieren que se
repita un “nuevo holocausto” como el que experimentaron en los tiempos de Hitler. Lo de Gaza con Hamas es algo
que no van a permitir que se reproduzca en Cisjordania.
Después de su triunfo en la
guerra de los Seis Días en 1967 el Tzáhal
estableció una franja de seguridad de 4 kilómetros de ancho a lo largo del rio
Jordán, el Mar Muerto y el desierto del
Negev. El gobierno sionista pregona que esta área -perteneciente a lo que ellos denominan “Judea y Samaria”- es imprescindible para la “supervivencia del estado judío” –En dicha franja se confiscaron
todas las tierras de los palestinos con el pretexto de utilizarlas para uso
militar (prácticas de tiro) y la creación de reservas naturales. Además ésta ha sido reforzada con alambre de
púas, vallas electrificadas, trincheras
y 64 campos minados. La ocupación de toda esta área significó la ruina para miles de familias palestinas que trabajaban en
agricultura y ganadería pues perdieron sus medios de subsistencia.
En los dos primeros años el ejército israelí disparaba contra
aquellos palestinos que se atrevían a ingresar en la zona de seguridad y que no
respetaban el toque de queda. Ni sabe los cientos de muertos y desparecidos que
causó dicha medida ya que ni siquiera existen estadísticas ni documentación al
respecto. Incluso miles de cabras,
ovejas y camellos fueron abatidos inmisericordemente aplicando la táctica de
tierra quemada.
A partir de los años 80 se instalaron con mayor empuje las colonias ilegales judías en el valle del Jordán.
Hoy se han transformado en lujosos condominios con sus bosques, jardines
floridos, césped, piscinas, centros deportivos, hospitales, supermercados o
escuelas. Mientras del otro lado los palestinos no tienen otra alternativa que
resignarse a trabajar en los asentamientos de jardineros, jornaleros o
albañiles en régimen de explotación. Recordemos que el 46 por ciento de la población de Cisjordania sobrevive por debajo del
umbral de la pobreza. Cada asalariado debe mantener a unas diez personas ya
que la mayor parte de los habitantes es menor de edad. Para encontrar trabajo y
desplazarse es necesario obtener la tarjeta
verde que expide la autoridad militar israelí. Un contrato de trabajo en Israel o en las
colonias es un preciado tesoro que cuidan
con esmero a sabiendas que Jericó tiene las tasas de paro más altas de Palestina. Israel para estimular su productividad premia
el buen comportamiento de los trabajadores palestinos que hacen lo imposible porque
su hoja de vida se mantenga impoluta.
Igualmente el valle del Jordán y el Mar Muerto hace parte
fundamental de los circuitos turísticos de los peregrinos cristianos que vienen del mundo entero a visitar la mítica
Tierra Santa. En Jericó es muy famoso el monasterio de Qarantal -de los monjes greco ortodoxos-
situado en las escarpadas laderas del Monte
de las Tentaciones (donde se supone, según
las escrituras, que Jesucristo
mantuvo un duelo con el demonio en su retiro de 40 días y cuarenta noches). El
turismo es otro factor importante de la economía Israelí y es por eso que en el
Mar Muerto se ha levantado un extenso complejo hotelero, SPA y balnearios que
ofrece costosos tratamientos medicinales. Los tour se completan con la visita
a los sitios arqueológicos de Qumran, donde se encontraron los textos bíblicos
más antiguos hasta ahora conocidos, o qasr
Alyahud en el que aseveran los historiadores fue bautizado Cristo.
Para los palestinos de Cisjordania -completamente bloqueados
por el ejército de ocupación y el muro del apartheid- Jericó representa el
único lugar de ocio y la diversión al
que pueden acceder. Sobre todo, su
máximo atractivo es el teleférico del Monte de las Tentaciones donde semanalmente
se dan cita cientos de excursionistas. http://youtu.be/hgqfkiBBIkU
El plan previsto por los negociadores judíos y palestinos en Oslo (que contó con el patrocinio de
los EEUU) era el convertir Cisjordania y
Gaza -aplicando las políticas de libre mercado y aprovechándose de la mano
de obra barata- en unas factorías o maquiladoras al estilo de los Tigres Asiáticos. Según los proyectos
de los mediadores y las partes
implicadas la paz debería ser cimentada
por el renacer económico. Los políticos, los militares, los empresarios,
los inversionistas querían hacerse aún más ricos aplicando las teorías neoliberales que son sinónimo de
corrupción y nepotismo. El lobby judío dio el visto bueno a la
operación y la Autoridad Nacional
Palestina no dudó en apuntarse a tan lucrativo negocio -Sin competencia de
ninguna clase se reservaban el monopolio de productos tales como la harina,
el azúcar, el aceite, la carne, los cigarrillos, el ganadería, el cemento, el
gas, la madera, el petróleo o el renglón agroalimentario.
El grupo de capitalista palestino, los grandes empresarios e
inversionistas se entienden perfectamente con sus pares judíos haciendo
realidad el proceso de “normalización”
(resistencia pacífica). Es decir, repartiéndose las ganancias equitativamente. Ellos
cobran y no les rinden cuentas a sus ciudadanos con la excusa del
estado de guerra permanente.
La burguesía nacional palestina representada por los miembros
de la OLP y al Fatha, otrora guerrilleros fedayines que se definían como
socialistas, a partir de los tratados de Oslo se convirtieron en la élite capitalista Palestina. A ellos se
unieron los hijos de la diáspora nacidos en EE.UU, Europa o el Golfo Pérsico
que habían amasado grandes fortunas y que ahora deseaban y desean
fervientemente invertir en su amada patria.
Quizás el escándanlo más sonado y que nos sirve de revelador
ejemplo es el del Casino Oasis en
Jericó. Los juegos de azar gozan de gran popularidad entre los israelíes
pero están prohibidos por razones religiosas (igualmente por el Islam)- La ANP lo tenían como un objetivo valido para
revitalizar la economía y atraer visitantes
extranjeros de alto poder adquisitivo. Para dicho cometido se creó una empresa
mixta palestino-israelí donde tenían intereses Ariel Sharon, Ehud Olmert,
Liberman y Arafat por intermedio
de su asesor económico Mohamed Rashid.
Se construyó para tal fin y con un costo de 92 millones de dólares el lujoso Hotel Intercontinental y la compañía Casinos Austria Internacional -propiedad del multimillonario judío-austriaco
Martin Schlaff- se encargó de
instalar el Casino Oasis de Jericó en 1998. El nuevo “las Vegas de Tierra Santa”. Este era muy popular entre los judíos que
venían a jugar en la ruleta, el back Jack, póquer y las máquinas tragamonedas. Estamos
hablando de una copia exacta del Sun
City, un complejo al juego y el sexo localizado en el bantustán sudafricano
de Bophuthatswana. Los dueños del
casino Oasis obtenían 12.000.000 de euros de beneficios mensuales y el mismo daba
trabajo a 1.600 empleados. Pero a partir del inicio de la intifada de Al Aqsa en el año 2000 el montaje se vino abajo.
Empresarios palestinos
blanquean productos de Israel boicoteados en el mercado internacional.
Es difícil de acreditar pero las arbitrariedades que cometen
estos cínicos traidores suceden más de lo que nosotros imaginamos. Y no es de extrañar pues hay de por medio
sustanciosas comisiones. Con el fin de
romper el boicot impuesto a los productos israelíes, que aplican varios países -promovidas
por las distintas ONGs- los empresarios judíos cuentan con la complicidad de sus “socios”
palestinos para etiquetar los productos con el made in Palestina.
Y aunque el cerco militar israelí es asfixiante todo se arregla bajo cuerda con acuerdos
secretos manejados por una intrincada
red de testaferros para eludir responsabilidades y salir limpios ante
cualquier imprevisto. El dinero no tiene nombre y puede lavarse en múltiples
paraísos fiscales.
Los jugosos beneficios de esta práctica se los reparten la
burguesía capitalista de la ANP -con
el gobierno de Arafat y ahora el de Abu Mazen- y los empresarios judíos. Ambos socios capitalistas se reúnen en secreto a almorzar o cenar y concretar sus lucrativas
transacciones. A cambio Israel premia a
sus socios con un estatuto especial que les otorga categorías VIP. La burguesía
capitalista palestina es la que ha patrocinado el plan Kerry para la paz sin que el pueblo ni siquiera sepa lo que se
está negociando. Los propios políticos traidores de la ANP se encargan de normalizar la
ocupación.
Por culpa del bloqueo impuesto a los palestinos por el ejército
ocupante (tierra, mar y aire) la única vía de contacto con el exterior es el
puesto fronterizo de Allenby (salida
natural hacia Jordania). Por el momento es casi imposible que el gobierno de
Israel renuncie a su dominio a pesar de que estar inscrito dentro de las fronteras
del año 1967. (que son las que finalmente reconocen la ONU y la comunidad internacional)
De no encontrarse una solución satisfactoria al conflicto
árabe-israelí a largo plazo el valle del Jordán se convertirá en el futuro
campo de batalla. La liberación de Palestina en una mesa de negociaciones casi parece
una quimera. Todas las tentativas hasta el momento han fracasado pues las
exigencias de ambas partes son insalvables. Los Israelíes replican “que el perdedor de la guerra no puede
imponer las condiciones de paz y debe resignarse a acatar las exigencias de
la potencia vencedora”. El argumento más
poderoso a su favor es su poder armamentístico. ¿Acaso Palestina posee un ejército y un
arsenal moderno para enfrentar a su enemigo?
Carlos de Urabá 2014
Túnez.