El proceso soberanista catalán
entra en una fase crítica y crucial. Sus promotores han anunciado la intención
de seguir adelante hasta las últimas consecuencias aunque el Tribunal Supremo
los condene por herejes y el presidente Rajoy los amenace con tomar medidas
excepcionales si no se arrepienten de sus pecados. Desde luego que el españolismo no va a quedarse cruzado de
brazos y a buen seguro que utilizará todas las armas, legales e ilegales a su
alcance, para boicotear o sabotear el referéndum. ¿Una Cataluña libre? Ni hablar. El reino español cuenta con argumentos
poderosos para disuadir a los rebeldes y no precisamente a base de
razonamientos verbales o decretos, sino sacando a relucir la afilada espada del
Cid Campeador. Porque el gobierno
central ha perdido la paciencia y no hay otra alternativa que meterlos en
cintura pues “con la unidad de España no
se juega” Así que
de nada valen tanto pataleo del derecho a decidir o la libertad de expresión
refrendada en multitudinarias manifestaciones. “Los
catalanes son súbditos del rey de España y como tal deberán acatar el
ordenamiento constitucional.”
Una señal inquietante ha sido el
atentado cometido el pasado 5 de agosto contra el monumento al presidente Lluís Companys en Tornabous (Tarròs), Lleida cuya
autoría se le atribuye a un comando fascista. La estatua en memoria de Lluís Companys fue decapitada y una
placa conmemorativa destrozada por completo. Además, la bandera catalana fue vilmente
ultrajada. Igual sucedió con el “pi de las tres Branques” (símbolo de
la libertad de los Països Catalans) en Castellar del Riu, que apareció mutilado con una motosierra.
Estos hechos no pueden pasar desapercibidos
pues el nacionalismo español ultra ortodoxo es capaz de cometer los peores
crímenes. Para el yihadismo españolista es un sagrado deber defender los más altos ideales del generalísimo Franco que un día
proclamara la “gloriosa Cruzada Nacional”
para salvar a España del ateísmo y el separatismo.
No queremos ser alarmistas pero la
naturaleza del españolismo es muy siniestra y perversa. No hacemos más que remitirnos a los antecedentes históricos que
nos revelan su cínico proceder. Felipe VI y su brazo derecho Rajoy cuenta con todos los medios a su alcance para
materializar sus malévolas intenciones. En
la primera línea de fuego han colocado a la “División Azul mediática” que
manipulando la opinión pública ha creado un ambiente enrarecido a favor de sus
intereses. Al españolismo le sobran ideólogos,
intelectuales, periodistas a su servicio empezando por el premio Nobel de literatura el
mercenario peruano Vargas Llosa. A
estos “heroicos patriotas” hay que sumarles los líderes de los partidos
políticos españolistas, lo más reaccionario de la ultraderecha catalana: Casal Tramuntana, Sociedad Civil Catalana,
Vox Cataluña, PP, PSC, Ciutadans, UPyD los banqueros, los
clérigos fundamentalistas, las fuerzas armadas, la Policía, la Guardia Civil o el
CNI (servicios secretos) todos unidos con el objetivo de salvar España de la rebelión
catalanista.
Acordémonos lo que le pasó a Antonio Cubillo, el independentista
canario que sufrió un atentado en Argel
cometido por los servicios secretos españoles o la famosa organización
terrorista GAL dirigida desde la
cúpula gobierno de Felipe González para luchar contra el separatismo vasco de ETA.
La unidad de España es sagrada “¡Dios, la Patria y el Rey!” es la
consigna que todavía se repite con ardor guerrero en los cuarteles. Los nostálgicos de ese imperio español decadente,
que ni siquiera aceptan la pérdida de Gibraltar en mano de los ingleses, la secesión de Cataluña sería como clavarles
una puñalada en el corazón.
El españolismo tiene entre sus
filas a clérigos fundamentalista como Rouco
Varela o Ricardo Blázquez que desde el púlpito aleccionan a sus huestes a
sumarse a la guerra santa, a la yihad
españolista contra el separatismo.
El ejército español está obligado
a cumplir el artículo 8.1 de la Constitución que reza: “las fuerzas armadas tienen como misión
garantizar la soberanía e independencia del reino de España, defender la unidad
territorial y el ordenamiento constitucional” No olvidemos que existen
múltiples ejemplos de cómo en distintas coyunturas históricas los militares se
ha levantado contra la población civil.
Lo cierto es que desde altas
instancias los mandos militares ultranacionalistas, herederos del franquismo
más recalcitrante, han diseñado un el plan
secreto - de sobra conocido por el presidente del gobierno Rajoy y el jefe
de estado el Rey Felipe VI- cuya
finalidad es neutralizar la amenaza independentista. ¡Atención! Las tres armas
del ejército español se encuentran en alerta
máxima. Si en la víspera ese “funesto” día 9
de noviembre el gobierno catalán da luz verde al “referéndum ilegal”, “los novios de la muerte” actuarán con
contundencia. Y para que la operación X (todavía no sabemos con qué nombre la
bautizarán) esté dentro de la legalidad la
Audiencia Nacional emitirá los autos
de detención correspondientes en contra de los principales cabecillas -es decir,
la plana mayor del independentismo
catalán y sus cómplices- acusándolos del
delito de desacato y sedición.
La operación comenzaría con apagón
electromagnético en Barcelona y en las capitales de provincia; para luego
iniciar el despliegue de las fuerzas de la yihad españolista: los comandos
especiales de paracaidistas y la Legión que ocuparían los principales centros
de poder político, y se harían con el control de enclaves estratégicos como la TV, la radio o la prensa.
La estelada será arriada de los
edificios públicos y en su reemplazo se izará la bandera roja y gualda borbónica
anunciando “el restablecimiento de la
orden constitucional”. ¡Viva España!
Igual a lo que sucedió en la
postguerra alemana, lo más seguro es que se instaure un sutil proceso de “descatalanización”.
Ante el reto separatista, ante
tan vil provocación, el reino español no puede dar una imagen de
debilidad pues tiene que mostrarse contundente e imponer su autoritarismo. Mano
dura o de lo contario una actitud tolerante
sólo serviría para echar más leña al fuego y extender su ejemplo por el País
Vasco o Galicia.
El emanciparse del reino español
y luchar por la libertad, el derecho a decidir, el derecho de autodeterminación
de los pueblos,-que son los principios básicos de la democracia- se ha criminalizado.
El nacionalismo español es quien impone las reglas de juego, el nacionalismo
español es el poseedor de la razón suprema, el nacionalismo español decide,
como un dios omnipotente, lo que es bueno o lo que es malo.
Carlos de Urabá 2014
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