Behesht-e Zahra es el camposanto más
grande de Irán y quizás uno de los más grandes del mundo (después de Najaf en
Irak) Se calcula que en este complejo de 20 kilómetros cuadrados existen
1.200.000 tumbas (la mayoría de hombres aunque también hay algunas mujeres-en
la que están mezclados civiles y militares-)
repartidas en 534 hectáreas. Desde inicios de los años 70 se comenzó a
utilizar como lugar de enterramiento de los opositores a la dictadura del Sha.
Curiosamente este fue el primer lugar que visitó el Imam Jomeini tras su
regreso del exilio Francia en 1979.
Para llegar a este cementerio situado a
unos 9 kilómetros al sur de Teherán
(distrito de Shahr-e Rey) es necesario tomar la carretera que conduce a Qom -que
normalmente en las horas punta sufre kilométricos embotellamientos-. La joya más preciada de Behesht-e Zahra es
el Haram-e Motahhar o mausoleo
del imam Jomeini inspirado en las grandes mezquitas persas protegido por cuatro
minaretes de 91 metros de altura y una
cúpula o domo dorado con un gran iwan o pórtico de entrada. Todo este conjunto
comenzó a construirse en 1989 ´-justo un poco después de su fallecimiento-
Según los expertos sus cimientos antisísmicos lo hacen eterno. El domo dorado
de la mezquita puede verse a kilómetros de distancia, sobre todo, al atardecer
por el poderoso reflejo que producen los rayos del sol a esa hora. De ahí que
poéticamente se le haya denominado “Ciudad de la luz” (Shar-e Aftab)
Sus dimensiones esconden secretos de la
numerología y cosmogonía iraní específicamente referidas al calendario solar.
Haciendo especial énfasis en los años: 1979 (inició de la revolución islámica)
1989 (muerte de Jomeini) y 1963 principio de la campaña opositora contra el
Sha.
Todavía faltan algunos detalles para
concluir esta colosal obra -en la que se ha utilizado miles de toneladas de
mármol, granito, concreto y vigas de hierro-cuya megalomanía es más propia
de los cuentos de las Mil y Una Noches o de los delirios de grandeza de un
lunático rey persa. La república islámica para demostrar su poderío ha creado
este nuevo ícono religioso; símbolo nacionalista y vitrina propagandística del
chiísmo.
Lo paradójico del caso es que un ser tan
espiritual como el Imam Jomeini -fuente de emulación o Marja-e Taqlid, que
vestía una humilde túnica, calzaba unas raídas babuchas y llevaba anudado en su
cabeza un turbante negro -como única
ostentación de su dignidad- se le haya
construido este complejo faraónico. Algo que contradice por completo su
pensamiento filosófico. Se tiene constancia que Jomieni apenas dejó de herencia
una pequeña casita en su pueblo y una huerta.
Hoy contra su voluntad reposa en un mausoleo tan descomunal y
pretencioso al que quieren convertir en una atracción turística (ya entra en
los paquetes de los Tour Operadores). Fiel a sus principios éticos y morales y
a los preceptos coránicos seguro que hubiera preferido ocupar una sencilla
sepultura en cuya lapida tan solo estuviera grabado su nombre como un soldado
más de la yihad.
Jomeini ostentaba el título de ayatolá,
signo divino del linaje de Mohamed. Aunque muchos lo desconozcan se distinguió
en vida como un reputado sufista o irfán (dedicados a neutralizar el ego) y
también un prominente poeta. Un ser iluminado que hizo gala de una gran
sabiduría mística. Sus máximas cualidades: la austeridad y ascetismo. Es decir, que estaba más
preocupado por la purificación del alma que por los asuntos mundanos o
materiales (uno de sus propósitos era liberar al hombre de las cadenas
materialismo) El imam se consagró a tiempo completo al estudio del Corán, la
metafísica y la cosmogonía. Pero cuando había que meter en cintura a sus
incondicionales pronunciaba rudos y descarnados discursos en los que llamaba a
la guerra santa contra los enemigos del Islam. Su principal obsesión: el
martirio (su padre también fue mártir). Por eso en Irán se les rinde perpetuo
homenaje a todos aquellos que han derramado su sangre por engrandecer la gloria
del Islam. Así que no es de extrañar que en la mayoría de las calles, avenidas
o plazas de los pueblos y ciudades se
cuelguen las fotos de los mártires acompañados por las del ayatolá Jomeini y la del actual líder supremo
Ali Jamenei.
Al imam Jomeini, el guía el supremo y
líder de la pureza y la fe, era muy típico verlo con las piernas cruzadas sobre
alfombra de kurk, su espalda erguida y
la cabeza gacha; dedicado a la lectura del Corán, la oración o la
meditación. Como es costumbre ancestral
entre los persas el ayatolá se postraba en la alfombra junto su familia y
amistades a tomar el té y, en muchas ocasiones, dormía sobre la misma (igual
que el profeta Mohamed)
El testamento que el Imam envió a la Asamblea de Expertos de la
República Islámica de Irán (Jobregan) (compuesto por 89 teólogos y cuya misión
es nombrar su sucesor) se caracterizaba
por un contenido político-religioso, mesiánico, anti modernizador y antimperialista.
En el impartía a sus más cercanos colaboradores los consejos y órdenes que se
deberían cumplir una vez hubiera partido a la “casa de Allah”. “Irán tiene que
ser un faro de luz divina que ilumine a la humanidad” “EEUU, Europa, e Israel son los enemigos que
nos acechan y hay que estar preparados para combatirlos” “El martirio es
nuestra razón de ser porque Hussain ibn Ali es nuestro padre” “Las masas
oprimidas del mundo deben levantarse contra las superpotencias” “Guerreros de
Allah, ¡Liberad Al Quds Jerusalén de los infieles!” “Ni Sionismo, ni
capitalismo, ni comunismo. Ni oriente, ni occidente. República Islámica” “La
reconstrucción de Irán tras la guerra con Irak fue un milagro de Allah”.
Pero lo cierto es que la decisión de
construir el Haram-e Motahhar -que es más bien una especie de Hosseiniyeh
(santuario dedicado a las conmemoraciones del mes del Muharram y símbolo de la
democracia espiritual o gobierno de Allah en la tierra)- fue tomada a
posteriori por los clérigos más conservadores de la Asamblea de Expertos y los
altos mandos de la Guardia Revolucionaria. El visto bueno lo dio el líder
supremo Ali Jamenei quien es el que controla las Fuerzas Armadas, el Consejo de
Convivencia, el poder Legislativo (Consejos de Guardianes) nombrados por el
parlamento islámico o Majlis gobierno de Jurisconsultos (Welayat-e-faqih) Es
decir, el Hukumat-e Islami que ejerce la tutela absoluta sobre la sociedad
hasta el retorno del duodécimo Imam. (El Imam oculto)
Desde la cúpula del poder aprobaron el
proyecto con el fin de elevarlo a la inmortalidad como el treceavo Imam
heredero de los 12 grandes Imanes de la época del profeta Mohamed. Algunos
investigadores sostienen que ya se había comenzado a diseñar un proyecto muchos
años antes de su muerte por la Oficina de Propagación del Islam.
Para levantar dicho mausoleo se ha
invertido la increíble suma de 2.100 millones de dólares procedente de los impuestos (directos e indirectos) que
pagan los contribuyentes y de las regalías petrolíferas. Y aunque Irán (que es
un país tercermundista) se encuentra sumido en una grave crisis económica por
culpa del bloqueo occidental, las partidas de dinero para concluir la
construcción del complejo no han sufrido ningún retraso. Quien se atreva a criticar esta magna obra será considerado
contrarrevolucionario.
El Imam Jomeini seguramente deseaba
descansar al lado de sus amados mártires de la guerra Irán-Irak. (Y ahora los
nuevos mártires de Siria e Irak) que
fueron adoctrinados convenientemente por él para que cumplieran gozosos el más
alto sacrificio.
Los restos del Ayatola Jomeini -sayyid o
título reservado a los santos descendientes de Mohamed- reposa en el interior
de un Zarih (templete -símbolo del sagrado-) que se apoya sobre una base de
mármol verde situada en el centro de
esta inmensa mezquita de 16.000 metros² y en cuya techumbre se observan los
mosaicos de 72 bulbos de tulipanes de color esmeralda. Este es el Zarih
tradicional iraní (del arquitecto es Mohamed Tehrani) de barrotes de acero y
arcos mixtilíneos rematado con cavetos, dinteles con tulipanes de oro y frisos
en placas de oro y plata en los que se han grabado versículos coránicos. En el
mismo trabajaron con denuedo los mejores joyeros, herreros, canteros,
escultores, alarifes, maestros en mosaicos y calígrafos (waqf-que no cobran por
su trabajo) El sarcófago de Jomeini se
encuentra en el interior del mismo cubierto por un brocado verde (color de
Mohamed) -donde jamás faltan los más finos arreglos florales- El único que acompaña al Imam en su morada
eterna es su hijo y mano derecha Ahmed. Fuera, en el haram o sala de oración,
se encuentran los sarcófagos de su esposa o “madre de la revolución islámica”
Jadiya Saqafi, Hassan Habibi
(vicepresidente de Irán 1989-2001) Ali Sayad, (“el hombre de acero” asesinado por
los Muyahidines del pueblo iraní) Sadeq Tabatabaei (periodista sobrino del
líder religioso Musa al Sadr) y Marzieh Hadidchi (fundadora de los Guardianes
de la revolución) Falta su hijo mártir
Mustafá que está enterrado en la ciudad santa Najaf. El recientemente fallecido
Ayatolá Rafsanyani, consejero
predilecto de Jomeini, ex presidente de Irán y uno de los impulsores del
programa nuclear, también ocupará un sitio destacado en el mausoleo.
El Sayyed Hassan Jomeini, nieto del
Ayatolá, es el responsable del Haram-e
Motahhar y además es uno de los candidatos (reformistas) favoritos para
substituir a Ali Jamenei como Líder Supremo de Irán (cuando este fallezca). Por
el contrario, su hermano Hossein
(también clérigo que vive en Irak) se ha
mostrado crítico con el régimen fundamentalista, e, incluso, públicamente ha
hecho un llamado a EE.UU para que ayude a democratizar las instituciones
iraníes presas de la “dictadura de los Ayatolás”
Al complejo del Haram-e Motahhar nos da la
bienvenida un gran mural del líder supremo Ali Jamenei ataviado con su túnica y
el clásico turbante negro y el pañuelo Kaffeeh blanco y negro, símbolo de la
causa palestina colgando del cuello. El complejo cuenta con biblioteca, universidad, seminario, residencias, hotel 5 estrellas, estación de
metro, supermercados, tiendas de recuerdos, restaurantes, banco, museo,
camping, jardines y un aparcamiento para 20.000 autos. En cierta época del año como el 4 de junio -día de su muerte del
Ayatolá- o la festividad del Muharram,
la Ashura -la fiesta más importante en el calendario chií en recuerdo del su
martirio en el desierto de Kerbala de Husayn ibn Ali- miles de peregrinos llegan procedentes de todas partes
del país a rendirle tributo y pleitesía al fundador de la República Islámica.
En la última peregrinación del Muharram se dieron cita un millón de fieles.
Vienen a orar por su alma convencidos de que al tocar y besar el Zarih se
ganarán la protección de su baraka. No sin antes pagar un generoso zakat
(limosna) en dinero contante y sonante o en joyas. La recaudación es entregada
mensualmente a las asociaciones de
combatientes, las familias de los mártires (también de algunos mártires
vivos) y a las cofradías de beneficencia
de los pobres.
El mausoleo del Imam Jomeini es un lugar
de obligada visita para todos los creyentes chiítas y sus seguidores en el
mundo entero (este año 2016 lo han visitado 20 millones de peregrinos) Según el
gobierno iraní es necesario preservar el legado del Imam Jomeini para las futuras generaciones.
Este
mega-complejo -digno de una megalópolis como Teherán- ha sido diseñado más a una escala divina que
humana. Las distancias entre las distintas áreas en
que está dividido el camposanto son inmensas. Por lo tanto, si se carece de un
medio de locomoción, hay que armarse de paciencia y fortaleza para
visitarlo.
En estos jardines del recuerdo y de la
“paz” no pueden faltar los tulipanes rojos que es el símbolo de los mártires.
Esta es una antigua creencia muy arraigada que dice que cuando un combatiente
alcanza el martirio en el lugar en el que vaya a ser enterrado crecerán
tulipanes rojos. Igual a lo que le
sucedió a Husayn ibn Ali en Kerbala en el instante en que cayó herido de
muerte. De su sangre brotaron tulipanes que hoy adornan los verdes prados. Por eso, como está escrito en el Corán y en
los Hadices, los mártires se merecen el más alto premio por su sacrificio y
entrega. Todos irán directo el séptimo cielo donde les esperan de ángeles y
arcángeles junto a los profetas y Allah.
Allí disfrutarán de la vida eterna sin esperar el juicio final que, según las
escrituras, llegará cuando la tierra sea destruida por un cataclismo.
“He preparado para mis siervos virtuosos
en el paraíso lo que ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, y la mente
de ningún hombre ha concebido” En el yenna corren ríos (Nilo, el Éufrates, el
Tigris y el Amu-Darya) de leche, vino (que no embriaga ni produce jaqueca) miel, y de aguas transparentes y puras” Su paisaje es el de un fertilísimo oasis
plagado de palmeras, olivos, viñedos, granadas, plantas aromáticas como la
henna, lotos, acacias y árboles frutales de troncos de oro. Plantado en una
tierra de almizcle y ámbar florece el árbol de la vida espiritual o árbol
celestial Tubà cuyas ramas recitan constantemente suras del Corán. Sus frutos jamás se agotarán y su sombra será
eterna. Los mártires por ser hijos predilectos de Allah podrán saciar su sed en
las fuentes de Kafura y del Tasnim. Agua abundante y deliciosa para los
valientes guerreros cuya edad será eternamente la de 33 años. Todos entrarán
por una de las ocho puertas llamada de “la yihad” donde los ángeles les
regalarán brazaletes de oro, collares de perlas y finas vestiduras de seda.
Contarán a su servicio con 80.000 sirvientes que les servirán los más
deliciosos platillos. Dotados de una potencia sexual extrema se hartarán de
fornicar en los harenes con las preciosas huríes no tocadas por mano del hombre
(vírgenes) Tras los torneos sexuales podrán refrescarse en el río Al Kauzar del
que emana un fragante olor de almizcle. En este idílico paisaje coronado por
montañas de zafiro la luz de un olivo brilla eternamente gracias a su propio
aceite convertido en un gigantesco candil que no emite fuego, ni humo. El goce
de la vida mundanal es corto mientras que en el yenna la felicidad es
eterna. Un deleite sin dolor, ni
sufrimiento, sin hambre o enfermedades, donde no hay pobres y todo el mundo es
rico. No sólo porque sean propietarios de los más incalculables tesoros sino
principalmente por la pureza y la bondad.
Este camposanto es la demostración
palpable de la valentía de un pueblo que defendió la revolución islámica contra
el enemigo iraquí (protegido por las potencias occidentales) en una época en
que el ejército iraní estaba desarticulado a raíz del derrocamiento del Sha.
Por eso es tan importante la veneración a los caídos en combate en defensa de
la patria islámica “nuestra sangre es para la revolución” la victoria de la
sangre sobre la espada. Combatientes de
la nueva batalla de Kerbala en la que miles y miles cayeron bajo los efectos
devastadores de las armas químicas usadas por Sadam Hussein. Esta monstruosidad
fue una de las causas para poner en marcha el programa nuclear iraní (aunque ya
se había iniciado bajo la dictadura del Sha) con la intención de advertir a sus
más enconados enemigos (sunitas, sionistas o al imperialismo norteamericano)
que cualquier ataque sería respondido con severidad.
Como es de suponer a los mártires se les
brinda un cortejo fúnebre de primera: su cuerpo se deposita en un ataúd y se traslada
en un lujoso furgón hasta la morgue o mucharaja (baikani rakad) Irá acompañado
por familiares y amigos y, si el personaje es de importancia, por las
autoridades políticas, militares y religiosas. Tras los responsos y los Ta’zieh
o condolencias se coloca el cuerpo sobre una alfombra de seda. El oficio de
sepulturero es muy digno y prestigioso y es necesario que el responsable
(preferentemente un clérigo) haya cursado estudios en las principales escuelas
o universidades pues debe conocer a la perfección el protocolo del ritual
funerario islámico. Los mártires podrán ser enterrados con la ropa (militar o
civil) con la que murieron. Primero debe lavarse el cuerpo sobre una mesa de
mármol, (excepto los que hayan sufrido una muerte violenta por los efectos de
la guerra; quemados, mutilados o en descomposición (En todo caso los cirujanos
intentarán recomponerlos) luego hay que frotarlo con aceites y fragancias,
acicalarlo con ternura y amor (puesto que va a visitar la casa de Allah) para
finalmente envolverlos en la respectiva mortaja o sudario (tres paños blancos)
no sin antes pronunciar la oración fúnebre (Janazah).
Hay varias empresas que se encargan de las
pompas fúnebres y las familias pueden contratarlas si así les place (porque
está incluida en el seguro). Su servicio incluye los sufragios, las plañideras,
el banquete, ramos de flores o guirnaldas y la filmación de las exequias.
En el Behesht-e Zahra, que emula el mitológico paraíso persa del Avesta
o los jardines del Edén, yacen los
militares pertenecientes a los ejércitos de tierra, mar y aire;
Guardianes de la Revolución, Pasdaran, Fuerzas Al Quds, paramilitares Basij
(que reclutaba a niños, niñas y mujeres
y hasta ancianos) 500.000 jóvenes Basij murieron en acción. Los niños
enmarcados en las compañías mixtas al grito de ¡Allah akbar” “¡shahid,
shahid!”abrían el camino a las tropas en un intento por neutralizar los campos
de minados. Para cumplir dicho cometido llevaban una cinta blanca en el casco
(el abrazo de la muerte) colgada en sus cuellos la llave del paraíso y la foto
del Imam Jomeini sujeta con un imperdible en la solapa del bolsillo de camisa.
Con mucha fe empuñaban banderas con la efigie del ayatolá confiados en que les
serviría de escudo contra las balas y cañonazos. Una juventud inmolada sin
clemencia ni contemplaciones y que pagó un alto precio al seguir ciegamente las
consignas de los más altos jerarcas y jefes espirituales.
En Irán desde tiempos zoroástricos está
muy arraigado el culto a los mártires (dicen que Zoroastro murió crucificado
igual que Jesucristo) “la religión de los magos”, como era conocida, premiaba la virtud
guerrera y el martirio (Sasánidas) Es un
elogio a la belleza de la muerte con su final dramático y trágico (Que perdura
en el inconsciente colectivo) Este concepto del martirologio luego pasará a la
tradición cristiana que lo adoptó con gran entusiasmo (al fin y al cabo
Jesucristo es el más grande mártir que ha dado la humanidad)
El cementerio de Behesht-e Zahra siempre
está en expansión puesto que los militares iraníes intervienen en la guerra de
Siria (En defensa del santuario de la Santa Zeinab nieta de Mohamed -situado en
las afueras de Damasco-) Iraq (defensa de los santos lugares chiitas amenazados
por los herejes takfiri) y en el Yemen enfrentando a los malvados Wahabitas
saudíes. Unas costosas (100.000 millones
de dólares) y titánicas operaciones que han provocado miles de bajas entre los
santos guerreros. Por eso las autoridades se han visto obligadas a abrir nuevas
secciones para acoger a los noveles mártires de la yihad chiíta en la que ya se
rotula: Siria; Alepo Damasco, Deráa, Irak; Tikrit, Mosul, o Yemen; Mokha,
Hudaydah.
Existen miles y miles de tumbas
(clasificadas por calles y avenidas) algunas de las cuales -unas 200.000- tiene
pequeñas hornacinas metálicas protegidas por cristales donde se coloca la foto
del mártir junto a diversas reliquias tales como coranes, medallones, la mano
de Hamsa, faroles, masbaha (rosarios), pañuelos kaffeeh, imágenes de Al Aqsa
(Jerusalén) estampitas de Ali, de Husayn ibn Ali o la foto del imam Jomeini o
Ali Jamenei, banderas y otros objetos de culto en una clara muestra de
fetichismo de origen zoroástrico. Muchos
vienen a rezarle al mártir y a pedirle protección o que interceda a favor ante
Allah o simplemente a rogar por la salvación de sus almas. Los más beatos le
sacan brillo a la lápida, limpian con esmero las hornacinas o los mármoles de
los panteones. Por todas partes flamean las respectivas banderas de las
diferentes unidades a las que pertenecieron. Pero la que más se repite es la
enseña iraní de listones verde, blanco y rojo y su escudo en el que se
representa geométricamente la luna creciente, la espada “saif al Islam” y un
tulipán que en conjunto forman la palabra Allah.
Los más hacendosos procuran regar los
jardines o el arbolado y limpiar con abundante agua las lápidas. A veces si
hace mucho calor se le pone un bloque de hielo (eso va a reconfortar de
sobremanera al difunto) Algunos les adhieren primorosamente a la lápida pétalos
frescos de rosas mientras recitan suras coránicas o versos de poetas famosos como Sadí, Rumi y
Hafez, Ferdosi, o Khayyam. Es normal el regocijarse pues el mártir ya goza de
la gloria de Allah.
En el camposanto es común encontrar
murales, grabados o esculturas alegóricos a las hazañas bélicas. No pueden
faltar los animales míticos como las palomas que tiene la capacidad de
encontrar el camino de vuelta al hogar (el paraíso) la paloma de luz; el amor
puro y simple, el espíritu o lumbre de Allah,
mirlos que con su canto melodioso anuncian la llegada de la primavera o el
renacimiento en el yenna o la alondra que con su trinar llena de felicidad el
paraíso y la esperanza en la vida eterna.
El islam predica que nuestra existencia es
tan sólo un tránsito, una prueba que hay que superar con rectitud, pureza y
decoro si queremos conquistar la vida eterna (que es lo que realmente tiene
valor).
En las lápidas también se pueden leer
epitafios épicos o proféticos con loas a la revolución islámica; otros relatan
la historia del mártir y ensalzan su nombre adornado con versículos coránicos.
Desde luego que a esos escultores, canteros y grabadores, pintores, muralistas, artistas especializados
en el arte mortuorio les reporta muy buenos réditos monetarios. De veras que
este gran cementerio cubierto por
bosques de pinares y olivos, donde las fuentes y surtidores refrescan el
ambiente y en los estanques se crían peces de colores nos traslada a un mundo idílico que nos
sobrecoge. En la fiesta de la Ashura de esas fuentes brota sangre (al agua se
le ha añadido anilina roja) La sangre es un elemento muy importante pues
purifica los pecados. De ahí que este sea el mejor tributo que los mártires le
puedan ofrecer a Allah. Igualmente en esa época se realizan los concursos de
plañideras y lamentos que tienen muy buena acogida entre los fieles. En las
diversas plazoletas se han colocado a modo de monumentos: carros de combate,
aviones, réplicas de barcos, cañones antiaéreos, gigantescas balas en las que
florecen tulipanes, granadas o relucientes Kalashnikov. El pueblo iraní no puede ocultar su irrefrenable pasión por las armas
que hace parte inalienable de la identidad nacional.
Los familiares y amigos vienen con
asiduidad a visitar la cripta de sus seres queridos y a disfrutar de las
delicias de este yenna terrenal. Los deudos se sienten orgullosos de tener un
valeroso guerrero caído en primera línea de fuego. Esta es la ocasión perfecta para hacer un
picnic sobre su tumba del mártir (El día de la semana preferido es el salat yuma o la oración del
viernes) y convidar a sus amistades y a
otras familias a té, galletas y pasteles. Porque al fin y al cabo es necesario
darse consuelo mutuo y pedirle a Allah que les otorgue su misericordia. A veces
el silencio y la serenidad se ve alterado por llantos, imprecaciones y lamentos
de mujeres cubiertas por abayas o
chadores negros (es comprensible su dolor y es mejor inclinar la cabeza y
darnos golpes en el pecho); los hombres mientras tanto levantan las manos al
cielo como implorando piedad; otros más radicales colocan equipos de sonido a
todo volumen que reproducen oraciones fúnebres Nasheed o Naat -sin instrumentos
musicales-, sólo voces de coros masculinos que entonan a golpes rítmicos en el
pecho y en la espalda una sepulcral tonada.
Mantra repetitivo que tiene el propósito de conducirlos al éxtasis
místico. Es muy popular la música yihadista y las taranas épicas en memoria de
los santos guerreros. Las tradiciones del culto a los muertos conservan un
enraizado sincretismo que se pierde en la noche de los tiempos. Los niños entre
tanto juegan entre las tumbas y escuchan las historias y leyendas de los
heroicos mártires narradas por sus padres. Ya saben que deben seguir su ejemplo
y en las fiestas de cumpleaños o celebraciones del año nuevo persa (nouruz) recibirán como regalos: ametralladoras,
pistolas y granadas de plástico made in China para que se vayan habituando a
manipular las armas y un día se alisten en el glorioso ejército. El
armamentismo devora los presupuestos. La teocracia autoritaria sostiene que el
gasto militar es imprescindible para garantizar la paz y el bienestar de la
sociedad. Es necesario invertir en desarrollo tecnológico, crear una industria
propia, desarrollar armas más sofisticadas y precisas. Planes -incluido el
proyecto atómico-que se vienen cumpliendo al pie de la letra gracias al
asesoramiento de Rusia y China o Corea del Norte. Ese espíritu bélico quizás sea una herencia
del espíritu guerrerista que llevó a los ejércitos persas de Darío, Jerjes o
Cirio lanzarse a la conquista de Grecia.
Es la hora de celebrar una gran victoria.
EE.UU e Israel, el yihadismo sunita -apoyado por los sauditas- han sufrido una
grave derrota en Siria. “Nosotros amamos
el martirio y no hay nada, ni nadie que pueda detenernos”.
Parece mentira que en una ciudad tan
contaminada como Teherán esta sea la zona con el aire más limpio y puro y el
medio ambiente mejor cuidado ¡claro, los muertos son los que disfrutan del
paraíso terrenal, mientras los vivos deben soportar un entorno desquiciante y
opresivo! Teherán tiene 15 millones de
habitantes y es considerada una de las ciudades más contaminadas del mundo.
Inconsciente colectivo
Los mártires nos recuerdan que las ideas
de la revolución islámica siguen vivas. Los pecados y la decadencia ética y
moral condenan a la humanidad al fuego del yahannam (infierno). El diablo de Al
Garb (occidente) representa la perversión y el degeneramiento. Sólo la sangre
podrá lavar esos pecados.
La misión de la República Islámica de Irán
es imponer la justicia divina, la fuerza divina, la ley de Allah (sharia) que
debe extenderse por el universo. Mientras tanto las élites del sacrosanto
capitalismo chiíta, forjadas a la sombra de los patriarcas o ayatolás, engordan
sus arcas y disfrutar de ese otro paraíso donde se le rinde culto al becerro de
oro.
Carlos de Urabá 2017
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