El desfile de la victoria que los españolistas
celebraron el día 12 de octubre del 2009 en el paseo de la Castellana de Madrid
estuvo presidido por su majestad el rey don Juan Carlos I, y la familia real al
completo (el príncipe Felipe, doña Letizia Ortiz Rocasolano, duques de Palma y la
Infanta Elena) el presidente de Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, la
Vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y como no la Ministra de Defensa (Guerra) la
finada Carmen Chacón.
El reino de España celebraba como todos
los años por esas fechas la fiesta nacional, o sea, el descubrimiento de
América, la epopeya imperial por excelencia. En la tribuna de honor engalanada
con banderas españolas se apostaba igualmente la plana mayor de las Fuerzas
Armadas, la Guardia Civil, la Policía Nacional, ministros, presidentes
autonómicos, jefe de la oposición y el cuerpo diplomático en pleno. No faltaban
tampoco los representantes de los poderes fácticos: empresarios, el clero, los
banqueros, los oligarcas y aristócratas. La exhibición de poderío bélico
convocaba a todas las fuerzas vivas del reino.
La ministra de Defensa (Guerra) Carmen Chacón
-la primera mujer en la historia de España que ocupaba tan importante cargo- lucía un modelito Christian Dior de discreto
tono gris y un peinado a lo Jennifer Aniston. En este magnánimo desfile participaron
4.200 militares de los tres ejércitos y la Guardia Civil. Es decir, los
directos herederos del franquismo más retrogrado y reaccionario. La Ministra de
la Guerra se mantenía firme e impertérrita en una clara demostración de que la mujer tiene igual
cabida que el hombre en cualquier campo de la sociedad. Mejor dicho, que la
mujer aunque apriete el gatillo de una forma digamos más sensible y maternal
cuando dispara también mata con furia y ferocidad. Carmen Chacón con valentía y
arrojo supo sobreponerse a los prejuicios atávicos y embarazada pasó en su día
revista a las tropas gritando alto y fuerte ¡Capitán, mande firmes! Y ahora digan conmigo (reclutas) ¡Viva España!
¡Viva el rey!
El paseo de la Castellana atiborrado de público
más radical y ultraderechista no se cansaba de aplaudir al glorioso ejército
español. La patrulla Águila del ejército del Aire con humo amarillo y rojo dibujaba
en el cielo de Madrid los colores de la bandera de España mientras un
paracaidista lanzado desde un helicóptero desplegaba la bandera rojigualda a los
pies su majestad el rey. Magnífico e inolvidable acto que quedará eternamente grabado
en letras de oro en los anales de la historia
Esta parada militar rendía un especial homenaje al ejército español y su
participación en las “misiones de paz”
(ONU, UE, OTAN) en el mundo entero.
Desfilaron con ardor guerrero las tropas
de la paz, de la hermandad y la solidaridad: los regulares, los paracaidistas, la
infantería de marina, la Guardia Real, la agrupación acorazada Guadarrama XII,
la brigada de caballería Castillejos II, el tercio de la armada, la artillería
autopropulsada, zapadores y la agrupación de trasporte número 1. Un gran
total de 209 vehículos y 58 aeronaves. Aunque lo cierto es que las unidades que
despertaron mayor simpatía entre el populacho fueron como siempre la Guardia Civil
y la Legión. Los “novios de la muerte” desfilaban
acompasados con actitud altiva y desafiante marcando el paso (160 pasos por
minuto) al toque de corneta y tambor
entonando el famoso “novio de la muerte”. Al cruzar frente a la tribuna de
autoridades saludaron con el clásico ¡viva España! acompañados por la célebre cabra
de nombre “Golfa” ataviada para la ocasión con un gorro chapiri, collar de
plata, polainas y un traje de seda amarillo hecho expresamente a medida en el
que estaba bordado el escudo de la Legión con una calavera enmarcada en la cruz
de San Andrés. En el palco Carmen Chacón,
la ministra de la Guerra, con su modelito Christian Dior de discretos tonos
grises en draconiana posición levantando la cabeza al cielo como toda una
generala o quizás la monja alférez mantenía su gesto pétreo. Con su corazón
latiéndole a 33 revoluciones por minuto apenas reflejaba sentimiento o emoción
alguna. Una imagen de heroína o de virgen dolorosa que le acompañó hasta el fin
de sus días.
La ex ministra Carmen Chacón es el ejemplo
más claro de la igualdad de género. Ella ha demostrado que la mujer también
puede ocupar el mando supremo de las fuerzas armadas; ella ha demostrado que la
mujer puede dar órdenes y enviar a sus subalternos a morir en primera línea de
fuego. El nacional-socialismo español ha llegado a su punto culminante, a la
más alta cumbre de su historia.
Ahora resulta que el ejército español sanguinario y genocida se ha transformado en una ONG comprometida
con las misiones de paz en el mundo entero. Los soldados se han vuelto
activistas humanitarios dedicados a tiempo completo a socorrer a las víctimas
de los conflictos bélicos; a curar a los heridos con esparadrapo, gasa o
mertiolate, a distribuir alimentos y reconstruir los pueblos y las ciudades
arrasadas por las bombas y misiles (muchas de éstas made in Spain)
Durante el tiempo que ejerció Carmen Chacón
su Ministerio de la Guerra crecieron las exportaciones de la industria armamentística
española -especialmente hacia los países más dictatoriales y autoritarios- Ella
asumió por su cuenta y riesgo la más compleja, la más dura y más arriesgada “intervención”
(invasión) en Afganistán junto a los aliados de la OTAN. España quería llevar la democracia a Afganistán,
educar a los nativos para que sepan administrarse,
entrenar al ejército y a la policía, enseñarles a reprimir, a torturar y a matar
con limpieza y pulcritud. Principios fundamentales que aplicaron en la intervención
de la OTAN en Libia (Unified Protector) definida por la exministra como “legal,
legítima y solidaria” Y es que el ejército español es un ejemplo de entrega sin
límites: 130.000 militares que velan por la seguridad de España y la seguridad del
mundo. Como la ministra inteligentemente lo definía: misericordia, austeridad,
abnegación, altruismo y unidad (de España).
Cuando la cabra de la Legión pasó frente a
la tribuna de autoridades Carmen Chacón quedó fascinada por su presencia. Golfa
desfilaba haciendo gala de un porte y un clase sinigual. Desde luego que las
dos tenían algo en común: ambas eran mujeres rodeadas de machos cabríos, de momios,
gorilas, generalotes, reyes y príncipes, obispos y cardenales. Y ellas dos allí tan solitas; una marcando el
paso junto al tercio de la legión y la
otra tan feminista, tan progresista, tan pacifista balbuceando las estrofas del
“novio de la muerte”. La cabrita Golfa encabezando la formación de diabólicos
legionarios se robaba los aplausos de los espectadores. ¡Arriba España! Sin
lugar a dudas que ese patrimonio cultural hay que preservarlo para las futuras
generaciones cueste lo que cueste. Carmen
Chacón miró fijamente a Golfa y Golfa miró fijamente a Carmen Chacón, al
instante se reconocieron y cómplices supieron aceptar su destino: mascotas del
circo misógino patriarcal. Todo sea por
la igualdad de género, con generosidad y sacrificio, con amor de madre por la
paz del mundo y la gloria de España.
Carlos de Urabá 2017
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