Reelegido por tercera vez bajo el
alias de “Iván Duque”
Votemos por una Colombia humana, justa e incluyente. Que se alumbre
de una vez por todas una nueva era de paz
y dignidad en nuestro país. Aunque a
estas alturas y-según las últimas encuestas- Gustavo Petro no llega al 40% de
intención de voto mientras que Duque sobrepasa el 50%. Petro necesita como mínimo 4. 500.000 de votos
más de los obtenidos en primera vuelta si quiere ser el nuevo presidente de
Colombia. Algo que por ahora y, a no ser de que se produzca un milagro, es prácticamente
inalcanzable.
El Centro Democrático aprovecha el
caso Santrich para demostrar que la
paz firmada con la guerrilla de las FARC no es más que una mentira. “Sus
disidencias siguen activas y encima se dedican al negocio del narcotráfico” “No
han abandonado las armas y continúan delinquiendo” -denuncian repetidamente los
portavoces uribistas. Este es el mejor reclamo para captar los votos de los
ciudadanos vengativos dispuestos a fusilar en las urnas a los “comunistas
bolivarianos”. Desde luego que como
ganadores del plebiscito van a reformar profundamente los acuerdos de paz pues
prefieren promover la confrontación y el odio antes que la reconciliación y la
fraternidad.
Acusan a la candidatura de
Gustavo Petro de complicidad con el castrochavismo y de recibir ayuda económica
de Maduro y de las FARC. “Timochenko le ha otorgado su confianza” Su pasado de
exguerrillero del M19 es un estigma que lo marca a fuego candente y encima la propaganda
que transmiten los medios de comunicación oficialistas lo denigran sin
clemencia.
La más que probable victoria de
Duque será el mejor aval para que las fuerzas armadas, el paramilitarismo, los
narcotraficantes y todos aquellos criminales que tienen las manos untadas de
sangre queden impunes. Se debe tomar como un voto de confianza a los políticos corruptos,
al militarismo, la banca usurera, el empresariado explotador, al clero más
reaccionario, a esos hacendados, latifundistas, y oligarcas que durante siglos
han detentado el poder y que conducen a Colombia a la autodestrucción.
El fascismo paramilitar se dispone
a coronar a Duque a la más alta magistratura, el sicario de Uribe Vélez se
prepara a reeditar la política de seguridad democrática que tantos “éxitos” ha
cosechado en el pasado más reciente.
Este domingo millones de electores
ofrendarán su voto a las fuerzas tenebrosas y satánicas de “la mano firme y corazón
grande”. Es la victoria de la
reacción, del neoliberalismo más radical, es la victoria del imperio
norteamericano y sus secuaces de la OTAN, el FMI, el BID o la OEA.
Pero la memoria histórica no
puede alterarse y siempre brillará la verdad: los miles y miles de muertos, millones de víctimas del desplazamiento
forzado, más de 200.000 desaparecidos, destrucción y exterminio y expolio sin
límites de los recursos naturales y las materias primas y, como si fuera poco,
la aniquilación del mundo rural, del campesinado, las comunidades indígenas y afrodescendientes.
Había que escoger entre esa Colombia
Humana de los más pobres y humildes o la
inhumana de las clases más ricas y pudientes. Y el pueblo colombiano abducido y
lobotizado ha decidido reelegir a Uribe Vélez, el patrón del mal.
Aunque cada día que pasa se va
conociendo la verdadera dimensión del holocausto que se intenta ocultar:
Los
magistrados del Tribunal de Justicia y Paz de Medellín
resumieron el macabro paso de los paramilitares por seis
departamentos.
“La Fiscalía demostró en juicio de
Justicia y Paz cinco patrones de macro criminalidad registrados entre 1997 y
2006, cometidos por el bloque Élmer Cárdenas en seis departamentos:
Antioquia, Chocó, Boyacá, Córdoba, Cundinamarca y Santander”.
El
Bloque Elmer Cárdenas de las Autodefensas, al mando Fredy Rendón Herrera, alias ‘El Alemán’, fue responsable de
homicidios, desplazamientos, reclutamiento ilícito de menores, abusos sexuales
y desapariciones en al menos 1.708 hechos criminales ocurridos entre 1.997 y 2006.
Aquí
se detallan los testimonios de las víctimas y los responsables de los crímenes,
desmovilizados que contaron los pormenores de la temporada de violencia
premeditada y con conocimiento de las FF.AA.
“Carlos
Castaño nos cita a una reunión y nos comenta que empezáramos a desaparecer las
personas o sacarlas de los pueblos para que no le dañáramos las estadísticas a
los militares y policías o (sus) hojas de vida”, declararon algunos
testigos.
Fueron
más de 6.000 las víctimas que la Fiscalía logró acreditar y que contaron en
sendas declaraciones cómo fue su tragedia en cada municipio que los
paramilitares adoptaron como centro de su activada criminal.
“Mi
hijo una mañana iba caminando por el pueblo y lo llamaron los paramilitares y
lo metieron a una casa, ese era el punto de reunión donde mataban a la gente y
la tiraban al rio. Él no salió más de allí, nunca
encontramos el cuerpo, ni denunciamos porque no nos atrevíamos”.
Carlos
de Urabá 2018
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