Guillermo
del Toro, afamado director y guionista e hijo prodigo tapatío,
se hizo presente en la cita anual del Festival
Internacional de Cine de Guadalajara para dictar una conferencia junto a Melissa Cobb, vicepresidenta de Netflix, (especialista en el área familiar y de
niños) Ante una sala repleta de incondicionales las dos superestrellas disertaron
acerca de “Programar para una audiencia global Kid&Families”. Netflix la exitosa empresa de
entretenimiento multimedia norteamericana viene pisando fuerte y planea abrir
delegaciones en México. Su magno
proyecto globalizador no tiene límites y
se le augura un crecimiento espectacular en los próximos años en Latinoamérica.
La misión de esta
plataforma de streaming es la de lanzar “productos audiovisuales” exitosos con
el fin de entretener o distraer a una humanidad cada vez más aburrida, a unos
individuos aburridos y a unos niños o adolescentes especialmente aburridos y caprichosos.
La era cibernética y digitalizada ha engendrado
unos individuos vacíos que no soportan el silencio o la soledad. ¿Quién va a llenar este vacío? Por eso es
imprescindible explotar el ocio y tiempo libre con una variada oferta de
películas y series que satisfagan los “instintos básicos” de la masa de esclavos audiovisuales. Millones de clientes
están ávidos por consumir un infinito menú de series de ficción, acción o
aventuras que nos transporten a otras dimensiones. Mediante un eficaz bombardeo
propagandístico Netflix ha logrado
consumar todos sus objetivos al multiplicar al 100% por 100% sus inversiones.
Aunque este festival de
cine se desarrolle en Guadalajara (México) la lengua oficial es el inglés. De este modo se demuestra la tremenda
dependencia de la industria cinematográfica
made in USA. Mejor dicho, nuestro cerebro ha sido colonizado por unas
estructuras mentales hollywoodianas, estereotipos y arquetipos que han moldeado
desde hace décadas nuestro inconsciente colectivo. Gracias a su generosidad tenemos
asegurado un puesto en el paraíso extrasensorial.
Como es habitual en estos
certámenes cinematográficos estamos condenados a sentarnos en una butaca y
devorar películas o documentales a diestro y siniestra. Las películas de más de 24 países participantes
compiten por obtener los premios FCIG a la mejor película mexicana, el premio
del público, el latinoamericano de ficción, el largometraje latinoamericano
documental, premio Maguey o el Rigo Mora de animación. Este este tipo de
certámenes las clases populares siempre tan excluidas y olvidadas brillan por
su ausencias.
La estrella del festival de cine de Guadalajara indudablemente
es Guillermo
del Toro, ganador del Óscar a la mejor película 2017 con “la Forma del Agua”. Del Toro, que ha
logrado consagrarse en el olimpo cinematográfico norteamericano y europeo, ahora
pretende crear aquí en Guadalajara la CIA
(Centro Internacional de Animación) con el propósito de producir series de
dibujos animados o animaciones dirigidas no solo al público infantil sino también
a los mayores. Según sus palabras –“esta es la mejor manera de fomentar el
desarrollo cultural, social y económico del país”. ¿Tal vez con más monstruos, morbo
y escenas diabólicas? Los especialistas
y diseñadores aplicarán avanzadas técnicas de ingeniería digital para obtener efectos
especiales, fuegos de artificio u opiáceas alucinaciones. Montajes espectaculares
de una realidad virtual que nos convierte en maripositas que aletean alrededor
de una bombilla o mosquitas que se ahogan en el almíbar y la mermelada.
En todo caso los grandes
innovadores repiten la misma fórmula Disney que nos es más que aplicar esas
técnicas psicológicas manipuladoras de nuestros sentimientos con la clásica
dicotomía: el bien y el mal, el hada malvada y la princesa buena.
Los psicólogos han
demostrado que las películas de cine, series de televisión, o emitidas por las plataformas
digitales son los principales inductores
de la violencia –especialmente en América Latina-. Se enaltece y se sublima a los asesinos y delincuentes, narcos,
hampones o prostitutas. ¿Acaso son ejemplos a imitar en México que es uno de los
países más violentos del mundo? Cuando
se confunde la realidad con la fantasía surgen esos monstruos que tan bien
describe Guillermo del Toro en sus
películas y nos cortan de un tajo la cabeza. Se ha llegado a tal extremo que el morbo y la pornografía son
catalogados como obras maestras.
Para Netflix es
indispensable entrar a competir en
animación para niños y familias con
el emporio Disney Pixar. La
plataforma busca creadores talentosos, artistas
inteligentes que sepan desarrollar un modelo propio ajeno al que se produce en
EE.UU. Eso significa seguir encadenados a los mismos tópicos de siempre: el día
de muertos, la fiesta de los muertos o la
danza de las catrinas.
Lo increíble del caso es
que todo es un remake, una repetición o copia de las series y programas americanos. Pero Melissa y del Toro
efusivamente declaran que “Vamos a romper
el modelo de hacer animación” Lo más práctico
es domar a los niños para que sean más mansos y sumisos y no molesten a sus
padres. El secreto está en lanzar al mercado unos productos que creen
adicción.
Guillermo
del Toro se ha decantado por el darwinismo cinematográfico
donde ha llegado a afirmar desde el púlpito: “solo triunfan los creadores más
inteligentes y talentosos. Tontos
abstenerse”
Al final quise hacerles
una pregunta en español a la pareja estelar pero fue inútil. Ni me
entendieron. Claro, me falta expresarme
con el acento californiano mascando chicle y bebiendo vasos gigantes de Coca
Cola.
Netflix solo recluta los
mejores artistas, directores, productores, diseñadores o editores. Estamos en una vertiginosa carrera donde
prima la competitividad y por eso las nuevas generaciones deben prepararse en las
escuelas y universidades de prestigio. Lo
que significa una educación elitista a la que solo pueden acceder aquellos que
detenten un alto poder adquisitivo. Y es
que la matricula en alguna de estas academias privadas de cinematografía puede llegar
a alcanzar los 6.000 dólares. Por lo tanto solo un pequeño grupo de elegidos
puede tocar el cielo con sus manos.
Por este motivo se ha
creado la beca Jenkins-del Toro de “ayuda
humanitaria” para premiar a los jóvenes cineastas mexicanos o Latinoamericanos
que se hayan distinguido por sus calificaciones y un alto rendimiento académico. El dominio
del inglés es un requisito indispensable para ser admitidos en este club de
privilegiados. Nuestro complejo de inferioridad con respecto a los anglosajones
es más que evidente.
Pero a mi lo que me atrae
es la gloriosa época del cine mexicano de los años treinta del siglo pasado. Ese
cine arcaico en blanco y negro es el consuelo de los románticos que se resisten
a integrarse en la postmodernidad.
Somos los súbditos o
lacayos de su majestad Guillermo del Toro, el director del Laberinto del Diablo
y el Espinazo del Diablo ¡alabado sea! A su paso todo el mundo hace genuflexiones
y le rinde pleitesía. El creador de los monstruos más surrealistas, aquel que
nos inocula las más espantosas pesadillas con vampiros chupasangre y demonios
nazis incluidos. Mente tan preclara ha
sido ampliamente reconocida por la crítica mundial. Los estudiantes en artes
cinematográficas, o sea, los futuros directores o productores quieren ser algún
día como Guillermo del Toro e igualmente ser coronados por la Academia con los
más preciados galardones.
No sabemos muy bien si es
una virtud el haber nacido en un país tan violento y paranoico como es México. Sin
lugar a dudas una fuente de inspiración
inagotable para los amantes de la necrofilia.
Hace apenas dos semanas en la ciudad de Guadalajara se rompió un record de muertos
al producirse 8 asesinatos en tan solo ¡3 horas! Guillermo del Toro posee una
colección de más de 600 monstruos de su propia autoría y que próximamente se
estarán exhibiendo en una importante sala de exposiciones de dicha ciudad. Pero
resulta paradójico que en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses haya
unos 400 cadáveres no identificados que también podrían hacer parte de su
elenco.
Guillermo del Toro
confiesa que ha llegado a un buen entendimiento con Netflix para hacer una
versión de Pinocho o Pinocchio,
después de haber sido rechazada su propuesta por Hollywood. Netflix ya había aprobado sin ningún
contratiempo su Dreamworks Relatos de Arcadia Trollhunters.
Sus películas de terror ya forman parte del
imaginario colectivo de la sociedad mexicana (moderna) Échale más carnaza, por
favor, que estamos ávidos de sangre, torturas, decapitaciones, descuartizamientos ¿dónde está
la línea entre la realidad y la fantasía? Pero los monstruos de del Toro son
espirituales y pertenecen a una cosmogonía propia que nos subyuga.
¿Nos inspiramos en sus
películas para ser más pacíficos y armoniosos? Me temo que no pues la sangre fluye y fluye a borbotones dando
pie a los cuentos de fantasmas al estilo de la bella y la bestia o a la
aparición de escalofriantes fantasmas , monstruos tremebundos, y hasta plagas de cucarachas que invade
nuestro cerebro, más cicuta, más miedo y terror, por favor.
Carlos de Urabá 2019
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