Me entran ganas de berrear,
Los hidalgos criollos exquisitos y vanidosos
berrear sobre estas calles empedradas
donde pasearon altaneros un día mis antepasados.
Ellos eran campesinos de ruana y rebozo
con olor a establo
y por no ser menos se disfrazaron de caballeros,
todos unos grandes caballeros bogotanos.
El cachaco de traje de paño camina elegante y pretencioso.
estira el pescuezo y te observa como si fueras una cucaracha.
El monsieur levanta la copa de champagne,
El señorito brinda con el mejor vino español
el ejecutivo destapa una cerveza alemana
y exclama “prost”
Los hidalgos criollos exquisitos y vanidosos
se proclaman más divinos que humanos.
Si doctor, si mi doctorcito o doctorcita.
A sus órdenes ¿qué le provoca?
Los plebeyos
vestidos de ruana y alpargatas
beben chicha fermentada a escupitajos
y levantan al cielo la totuma
brindando por el dios Chiminiguagua.
´
Cachacos mojigatos que arrastran las erres
y se persignan espantados.
¡Ala! mi rey que vaina con estos guaches
que ensucian el noble abolengo de la capital.
Borrachos malparidos,
marchantas y gamines de la más baja ralea,
marchantas y gamines de la más baja ralea,
escoria pagana que ofende el buen nombre
nuestro señor Jesucristo.
Si su merced, si su mercesita
a sus órdenes mi doctor ¿qué le provoca?.
Carlos de Urabá
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