A veces pensamos que ya hay
muy pocas cosas que nos puedan sorprender pero tenemos que reconocer que
existen hechos inexplicables que nos dejan perplejos. Este es el singular caso del
señor Aid Bahar de 105 años, oriundo de Abu Dis en Cisjordania, que a pesar de
haber sufrido un grave accidente -que en la mayoría de los casos a su edad es
fatal- sigue todavía en pie de lucha. Los poetas tienen pues un nuevo héroe en el
que inspirarse para escribir sus odas. Es difícil encontrar un mejor ejemplo de resistencia y de amor a la madre tierra palestina.
Es como aquel olivo milenario que ha sobrevivido a los inviernos más gélidos y
los veranos más tórridos para nuevamente retoñar en primavera con mayor vigor y
fortaleza. Superando las adversidades este anciano venerable vuelve a levantar
la cabeza, no se rinde y se mantiene firme y en guardia.
El señor Aid Bahar milagrosamente
se recuperó, no dio su brazo a torcer pues no ha perdido las esperanzas de ver a
su patria liberada. Y es que estamos
hablando nada menos y nada más que de un patriarca de 105 años. Como si fuera
poco por falta de recursos económicos no ha podido conseguir las medicinas que
le recetaron los médicos para su tratamiento. Una muestra más del bloqueo criminal a que están sometidos los
territorios ocupados. Porque lo que aquí prevalece es una economía de
guerra con un alto grado de marginalidad social. De ahí que los más débiles y
vulnerables dependan por completo de los
organismos de ayuda humanitaria o la buena voluntad de sus familiares o amigos.
Igual que en el pasaje bíblico
el señor Aid Bahar se levanta y anda de la mano de su hija Fátima y se va a
tomar el sol al patio de su casa junto al resto de la parentela. Aid Bahar nació cuando el Imperio Otomano dominaba estas tierras, luego fue testigo del mandato británico y por último de la ocupación sionista. Aunque su memoria
está un poco mermada todavía tiene conciencia de que él es el primero, el más viejo de la comarca y quizás de Palestina.
En los países occidentales
a los ancianos se les tratan como objetos inútiles que se guardan en los
asilos. Mientras que en los países árabes en general la cosa es distinta porque
la familia asume la custodia de los mayores que en la mayoría de los casos carecen
de seguridad social o ayudas estatales. La
palabra de los ancianos es respetada, su autoridad impera y merecen toda la
admiración y el cariño.
Video: http://youtu.be/BikkySE02SY
Carlos de Urabá 2014
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