La niña colombiana Wayra
ha experimentado en carne propia el drama de la ocupación.
Colombia es uno de los
aliados más importantes de Israel en Latinoamérica y mantiene desde hace tiempo
unas estrechas relaciones diplomáticas. Sin ir más lejos en 1994 la fábrica de
fusiles Galil se instaló en el
complejo de INDUMIL cerca de Bogotá.
Además la Fuerza Aérea Colombiana adquirió 21 de aviones de combate Kfir construidos por The Israel Aircraft Industries para su flota de guerra. O sea, que Israel es uno de los principales
proveedores armamentísticos del ejército colombiano y asesora los mandos en la lucha anti subversiva. No por casualidad
aplicando la tecnología punta y los más avanzados equipos de espionaje
electrónico le han propinado golpes contundentes a la guerrilla de las FARC. Algo que nos hace recordar los asesinatos
selectivos que se llevan a cabo en la franja de Gaza contra Hamas o la Yihad Islámica. Definitivamente el
rumbo de la guerra en Colombia lo marcan EE.UU e Israel. (El Plan Colombia, el Plan Patriota)
El presidente Santos, desde la época en que era Ministro de Defensa en el gobierno de Uribe Vélez, le une una fraternal
amistad con Netanyahu y Shimon Peres. Sus periódicas visitas a Tel Aviv así lo corroboran. Las relaciones
diplomáticas son tan fluidas que en el año 2013 los dos países firmaron un Tratado de Libre Comercio. Aunque
todo esto no es nada nuevo pues la presencia de mercenarios israelitas en
Colombia se remonta a la época dorada
del narcotráfico y el paramilitarismo allá por los años ochentas. Como es bien conocido
el caso del exmilitar del Tzahal Yair Klein quien fue contratado por
los políticos, ganaderos y empresarios para entrenar a los escuadrones de la
muerte.
Sin embargo, esa actitud
colaboracionista con Israel contrasta con el sentir de la mayoría del pueblo
colombiano que apoya sin restricciones
la lucha de liberación del pueblo palestino.
Y una prueba de ello es
la cantidad de cooperantes, médicos o asistentes sociales que trabajan
solidariamente al servicio del pueblo palestino. Quizás el caso más inédito sea
el de la niña Wayra -nacida en Bogotá- y que desde hace 5 años reside junto a sus
padres – activistas de Paz y Justicia- -en Amman-Jordania.
Wayra con tan sólo seis meses de edad inició su viaje por los campamentos de refugiados
palestinos de Al Baq’a, Zarqa, Irbid, Jerash o Wahadad. Que más adelante continuaría por
los territorios ocupados en Cisjordania.
Y así poco a poco se hizo
muy conocida entre los refugiados palestinos-donde sus padres realizan labores
humanitarias- tanto que empezaron a llamarla: Bint al filistin “la niña de
Palestina” Lo cierto es que para un niño no existen ni fronteras, ni idiomas,
ni creencias o prejuicios de ningún tipo. La vida empieza como un juego y a su
alrededor sólo percibe gestos de amabilidad y de cariño.
La pequeña fue creciendo
junto a su “nueva familia” donde aprendió a caminar y a decir sus primeras
palabras mezclando el español y el árabe.
Para los refugiados era
un honor invitarla a sus casas a compartir su comida o a tomar el clásico té de
menta. Siempre con una sonrisa de
bienvenida ¡Ahlan wa Sahlan! las
puertas de sus humildes moradas se abrían de par en par en un signo de sagrada
hospitalidad.
En occidente los niños están
sobreprotegidos y sus padres se preocupan por que sus hijos no corran riesgos,
ni contemplen la cruda realidad para que no se traumaticen. Es mejor
mantenerlos al margen inmersos en ese mundo virtual rosa, ocultarles la verdad
con la creencia que son incapaces de discernir. Pero ya se sabemos que en el
ser humano comienza a tomar conciencia prácticamente desde el seno materno.
Es imposible sustraerse
al dolor y el sufrimiento del pueblo palestino. En ese estado de emergencia permanente los niños son los principales damnificados
pues no sólo sufren agresiones físicas, sino también gravísimos trastornos psicológicos.
El crecimiento
demográfico de la sociedad palestina es desmesurado y hay muy pocos medios para
hacer frente a los retos del futuro. ¿Puede
ser viable un estado palestino sin materias primas, recursos naturales, y con
una economía en quiebra? Y encima las pretensiones expansionistas de Israel
van fragmentando en pequeños bantustanes
lo que queda de Cisjordania.
El gobierno de la ANP repite sin descanso que la
comunidad internacional debe presionar al gobierno israelí para que cambie su política
de hechos consumados. (que cuenta con la complicidad de los EE.UU o La Unión Europea) Pero por el
momento no hay tregua, se impone el toque de queda, se amplían los
asentamientos y la represión se recrudece hasta límites insoportables. Por otro
lado la ANP reivindica la proclamación del estado palestino, el regreso de los
refugiados, la recuperación de sus tierras, la libertad de los presos y el fin
del bloqueo de Gaza. En fin, para Israel
estas exigencias son inaceptables ya que ellos como potencia vencedora son
los que imponen las condiciones.
Desde hace casi 66 años
que miles y miles de niños palestinos dependen de la ayuda humanitaria de la UNRWA, La UNICEF, de la Media Luna Roja
o las ONGs. Es prioritario solventar las carencias en el área
de la alimentación, educación, la salud o la vivienda del sector de la
población más vulnerable y mayoritaria. (El 47% tiene menos de 15 años) Nos
llegan noticias alarmantes de Gaza y en algunas áreas de Cisjordania donde se
recrudece la desnutrición y las enfermedades relacionadas con la falta de una
dieta básica saludable.
Basta con observar lo ocurrido la última ofensiva sionista (Margen Protector) sobre la franja de Gaza
que, aparte de la destrucción de importantes infraestructuras como acueductos,
centrales eléctricas, hospitales y colegios,
dejó la escalofriante cifra de 2.200
muertos -entre los que se contabilizan 500
niños- Cientos también han quedado huérfanos y otros miles sin techo. Un
cobarde genocidio que se ensaña con los más débiles e inocentes.
Wayra Bint al filistin se
adaptó sin problemas a su nuevo espacio vital y asumió Palestina como su nueva madre
patria. Al fin y al cabo entre Oriente Medio y Suramérica existe una historia
muy similar que nos hermana.
La gran Palestina no se
circunscribe sólo a Cisjordania sino
también el territorio perdido en 1948
durante la guerra árabe-israelí. En el Néguev, Beersheva, Jaffa, Haifa, Nazaret,
Tiberíades o Galilea habitan casi 1.500.000
palestinos a los que el gobierno de Tel
Aviv denomina árabes-israelíes. Con
bulldozers y cargas de dinamita han querido borrar las huellas de su historia
milenaria para hacer viable el nuevo estado judío. Era imprescindible invadir la fértil
naturaleza, apoderarse de sus recursos estratégicos y demoler los pueblos y ciudades. Y quizás, lo más importante, eliminar la
presencia de los nativos para dar cabida a los millones de colonos extranjeros
provenientes de EEUU, Europa, Rusia, Etiopía, norte del África, Turquía, Irán,
India, Argentina, etc. Estamos hablando de un holocausto consentido por la ONU al secundar el nacimiento del
estado de Israel mediante la resolución 181
del 29 de noviembre de 1947.
Es una paradoja que la
pequeña Wayra, nacida en Bogotá, es decir, al otro lado del mundo, tenga más
derechos que a millones de palestinos a los que se les prohíbe la entrada en su
patria. Sólo aquellos palestinos que
posean un pasaporte europeo o americano pueden visitar su tierra como turistas con
una estancia máxima de tres meses. Pero, si por el contrario, tienen el pasaporte
jordano, están obligados a pedir una visa turística en a la embajada de Israel
en Amman. Esa es la peor y más
indignante de las humillaciones.
Wayra ante la mirada inquisitorial
de los policías atraviesa la aduana o checkpoints luciendo su traje palestino
que le regalaron sus amigos beduinos del campo de Balata. Esta es una provocación intolerable y en
muchas ocasiones es reprendida por llevar esos “disfraces palestinos” tan poco acordes con las normas de
urbanidad. Símbolos que a cualquier precio se deben erradicar del gran Eretz Israel.
Incluso varias veces fue
detenida junto a sus padres por desplazarse a pie por los campos y montañas. Por motivos de
seguridad se prohíbe transitar fuera de las rutas establecidas. El ejército de ocupación siempre está alerta
vigilando las colonias ubicadas estratégicamente en los parajes naturales más
pintorescos. Si se sobrepasan esas líneas rojas se corre el riesgo de ser
agredido por los soldados o los propios colonos.
El principal objetivo de
Israel es levantar obstáculos, muros de separación, alambradas, campos minados,
cercas eléctricas para proteger a sus ciudadanos de los presuntos “ataques
terroristas”. Al parecer tales medidas extremas más la infinidad de cuarteles
militares acantonados es una clara advertencia de la poca fe que existe en la
firma de un acuerdo de paz.
El carácter sionista del
estado de Israel es exclusivo y se reserva el derecho de admisión. “¡Palestinos a Jordania!”. El propósito
de los colonos ultra ortodoxos es judaizar Cisjordania cueste lo que cueste.
Y
pensar que el gobierno colombiano es cómplice de todos estos crímenes atroces. Desde
luego que el aliado más fiel del sionismo en América Latina también tiene las
manos manchadas de sangre. Pero no nos debe extrañar nada pues Santos y Uribe son almas gemelas de Sharon y Netanyahu.
En las filas de la resistencia
palestina los niños han demostrado (la primera intifada, la segunda intifada) su
valentía enfrentando a punta de piedras
o cócteles Molotov a las patrullas del ejército, los carros de combate o los
blindados. Sin compasión alguna los soldados les disparan gases
lacrimógenos, balas de goma o fuego real sin lograr siquiera intimidarlos. Ni
se sabe cuántas criaturas han caído asesinadas o heridas, ni cuántas han
terminado en las cárceles donde la tortura y los malos tratos es la constante. A
esos heroicos niños impulsados por la impotencia y desesperación no les importa
ofrendar sus propias vidas a sabiendas que es un honor alcanzar el martirio en
nombre de su amada patria Palestina.
Incluso Wayra estuvo presente
con sus padres en las protestas que se llevan a cabo en el muro en Nilin y que suelen desarrollarse todos los viernes después del salat
Yuma. Los soldados del Tzahal defienden
con material antimotines los asentamientos próximos de la furia de los cientos
de jóvenes que intentan saltar el muro reclamando justicia por el robo de sus
tierras. O el día que asesinaron al joven Mustafá
Husni y en el paso de Kalandia y
que se desató una batalla campal entre el ejército israelí y los manifestantes provocando
docenas de heridos; entre ellos varios por fuego real.
Así trascurre la vida en
los territorios ocupados y es necesario elegir en que sitio de la barricada te
posicionas.
A
los niños palestinos les han robado la infancia
y se ven sometidos a un régimen de ocupación que viola sus derechos más fundamentales.
Mientras en occidente los niños crecen en paz y libertad en Palestina la noche
más oscura aún no ha terminado. No hay más
que recorrer los campamentos de refugiados de Al Amary en Ramala, en Jenín, Aida, Azza, Deheisah, en Belén, Balata,
en Nablus, en Tulkarem, Al Arrub, Al Fuwar en Hebrón para comprobar el drama de
esos guetos de marginalidad y miseria donde se amontona a la gente cual “chatarra humana”
Los refugiados no comprendían
el por qué Wayra, una niña ajena a ese ambiente tan opresivo, se juntaba con
ellos que pertenecen a las clases más pobres y olvidadas. -¿Tal vez no podría estar mejor en un hotel de
cinco estrellas bañándose en un piscina? Pero es que ella por nada del mundo cambiaría
a sus amigos con los que juega, eleva cometas o monta en burro por las calles.
Wayra ante la pregunta qué
¿de dónde es? responde sin vacilar que
palestina. ¿por qué no? ¿Acaso para
el estado de Israel no basta con que una persona demuestre lazos de sangre o se
declare judío converso para obtener la nacionalidad y convertirse en un ciudadano
de pleno derecho? De esta forma han emigrado millones de extranjeros de todo el
mundo que se dicen hijos del rey David y el rey Salomón.
En cambio el pasaporte
palestino tiene poco prestigio y carece de valor. Pero en realidad éste no es
más que un documento de viaje aprobado tras los acuerdos de Oslo y que no identifica a su propietario como un
ciudadano palestino. Primero porque Israel no reconoce el nombre de Palestina y,
por ende, la mayor parte de los países del mundo tampoco lo hacen. Por eso es
que la inmensa mayoría de palestinos tienen un pasaporte jordano para
desplazarse al exterior. Los palestinos son reconocidos como una autoridad y no
como un país. -a pesar de que la ONU
le ha concedido el estatus de estado observador no miembro. Jordania ha
repartido miles de pasaportes entre los ciudadanos de Cisjordania
reconociéndolos como antiguos súbditos del reino hachemita. Los millones de refugiados
palestinos exiliados en Jordania también son considerados jordanos, aunque de
segunda categoría (residentes). Jordania
es el único país que permite entrar a los palestinos sin un visado. Por
ejemplo, es casi imposible para un palestino obtener una visa para EE.UU pues
allí la OLP todavía es considerada
una organización terrorista. En la Unión Europea más de lo mismo. Por eso la
soberanía e identidad del pueblo palestino se encuentra en peligro y es urgente
que de una vez por todas sea reconocido como un país libre y soberano.
Carlos de Urabá 2014.
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