Los catalanes saldrán este domingo
nuevamente a las calles para conmemorar la Diada o el día nacional de Cataluña.
Digo conmemorar porque una derrota no se celebra. Esta es la onomástica del 11
de septiembre de 1714 cuando la armada de Felipe de Borbón, al mando del duque
de Berwick, tras un largo asedio tomó la ciudad de Barcelona. Un infausto
suceso que trajo como consecuencia la abolición de las instituciones catalanas,
la perdida de libertades, la prohibición
de la lengua además de causar cuantiosas pérdidas humanas y materiales. De ahí que el 11 de septiembre sea
considerado un día de luto y de homenaje a los heroicos defensores. La Diada es esencialmente un acto
antimonárquico, anti borbónico, anti españolista y reivindicativo de la
catalanidad.
La Diada viene a demostrar la fuerza de un
pueblo decidido cambiar el rumbo de la historia. Algo que levanta gran
expectación pues millones de personas pacíficamente se manifiestan confiadas en
materializar las justas reivindicaciones de independencia y soberanía. La meta es abolir la tutela monárquica y proclamar
la república catalana. Quien luche por la libertad de su pueblo y exija el
derecho a decidir sobre su futuro será perseguido con toda enjundia por los
tribunales de orden público (borbónico) españoles.
Para cualquier latinoamericano -y quizás
para muchos españoles- la Diada es algo completamente desconocido. El reino de
España controla los medios de comunicación de masas y la manipulación mediática
es ostensible. Ellos son los poseedores de la verdad absoluta y cualquier
oposición a sus dictados es condenada y criminalizada. La versión oficial es
que España es un reino indivisible tal y como lo pregonaba con la de “Una,
Grande y Libre” el Caudillo Francisco Franco.
La Comunidad Iberoamericana de Naciones
presidida por su majestad el rey Felipe VI defiende por encima de todo la
legalidad constitucional. Casi todos los países de América se muestran
solidarios con la madre patria ante el desafío secesionista catalán. No hay más
que acordarnos de lo que sucedió en una de las cumbres cuando el rey Juan Carlos I enrabietado pronunció el
famoso ¡por qué no te callas! en tono de reproche al presidente Chávez. Un
comportamiento tan soez solo refleja el carácter absolutista y despótico de los
borbones. “El Rey de España es el
garante de la unidad, la estabilidad y buen el buen funcionamiento de las
instituciones democráticas” argumentan los más sabios y prestigiosos doctores.
Este es un dogma que no admite discusiones. Te alabamos señor.
Existe entre Cataluña y las colonias del
otrora imperio Español -más concretamente con el virreinato de La nueva Granada
(hoy Colombia) un insólito vínculo histórico. Este no es otro que la figura del
almirante Blas de Lezo. Blas de Lezo fue
uno de los oficiales al servicio de la corona española que al mando del
Campanella -una nave de 70 cañones- participó en el asedio y bombardeo de
Barcelona entre el año 1713 y 1714. Se trata de nada menos y nada más que del
nuevo héroe españolista rescatado del limbo del olvido por los más audaces
historiadores monárquicos.
Cualquier niño colombiano ha estudiado en
la escuela que Blas de Lezo fue el valiente marino que venció al almirante
Vernon. En ese entonces la armada inglesa buscaba por todos los medios tomar la
plaza fuerte de Cartagena de Indias, la puerta de entrada a América del Sur.
Según las crónicas –muchas veces exagerada por los audaces historiadores- la corona británica envió la mayor fuerza
naval conocida en esa época para arrebatarle a los borbones una de las la joyas
más preciadas de su corona- Desde
Cartagena de Indias salían rumbo a España los galeones cargados con oro,
plata y piedras preciosas fruto del
bárbaro expolio colonial.
De ahí que en Colombia se le considere a
Blas de Lezo uno de los héroes patrios más relevantes. Aunque para no manchar
su santo nombre- se ha censurado u omitido que el héroe de la batalla de
Cartagena de Indias participó en la toma de Barcelona cometiendo un criminal
genocidio.
Esto es algo inadmisible. La oligarquía
colombiana permanece fiel a las consignas emanadas desde el palacio de la
Zarzuela. Para ellos Cataluña es una región o provincia española que pretende separarse de la amada madre
patria. Los catalanes son unos subversivos que se colocan al margen de la ley.
Lo cierto es que Blas de Lezo defendía los
intereses de la corona española sin la menor intención de liberar la Nueva
Granada o Colombia del yugo realista.
Blas de Lezo como almirante la flota española en Indias es cómplice del
sometimiento, la esclavitud y la explotación de los neogranadinos. Todavía faltaba un siglo para que se iniciara
la lucha de independencia contra el invasor realista con el advenimiento de la
figura de Bolívar y demás próceres.
El almirante Blas de Lezo poseía un gran
patrimonio y hacienda, además de una legión de esclavos negros y esclavas
(negras o mulatas barraganas) comprados en el mercado de la plaza de los
Coches. O sea, un negrero más que se dedicaba a la compraventa de seres
humanos. También hay que añadir que todos los soldados que participaron en la
defensa de Cartagena eran en su mayoría (salvo los mandos) indígenas, mestizos,
negros o mulatos obligados a combatir por Dios, la Patria y el Rey en las filas
del ejército español. Blas de Lezo con ese cuerpo mutilado parece más un
bucanero de esos que se dedicaban al pillaje de las naves en alta mar que a ese
paladín que nos pintan los historiadores (borbónicos).
Desde luego que las espadas están en alto
y se abre un nuevo campo de enfrentamiento entre independentistas catalanes y
constitucionalistas españoles. Los independentistas suelen todos los 11 de
septiembre llevarle ofrendas florales al monumento a Casanova (prócer
catalanista y líder de la resistencia en el asalto borbónico) para rendirle
homenaje a los que dieron la vida por la libertad de Cataluña. Ahora los españolistas con inquina harán su
respectiva ofrenda ante el monumento de almirante Blas de Lezo situado en la
plaza de Colón en Madrid. Es increíble que este “personaje” haya permanecido en
el limbo del olvido pues solo hasta hace unos pocos años que los historiadores
borbónicos lo han resucitado encumbrándolo al panteón de héroes ilustres. Ahora
brilla con luz propia junto a don Pelayo, el Cid Campeador, Colón, Pizarro,
Orellana, Cortés, Elcano, el Empecinado, el Gran Capitán, Churruca, Agustina de
Aragón o Manuela Malasaña. Los nostálgicos sacan a relucir la figura del
victorioso almirante para rememorar las antiguas hazañas. Y es que el imperio
español a los largo de los siglos ha sufrido duras derrotas a manos de
ingleses, franceses, holandeses o norteamericanos que lo han condenado a la más absoluta decadencia. Es
por esto que precisan de paladines que le devuelvan el orgullo perdido y su
antiguo esplendor. A Blas de Lezo por suscripción popular se le levantó un
monumento en la plaza de Colón inaugurado el 15 de noviembre del 2014 con la
presencia de Juan Carlos I, la alcaldesa de Madrid Ana Botella y la presidenta
de la Comunidad Esperanza Aguirre.
Este inesperado culto al Almirante Blas de
Lezo ha generado un gran revuelo entre los catalanes que lo ven una provocación
inaceptable. Porque homenajear a aquel que participó en el sitio de Barcelona
sembrando la muerte y la destrucción es algo absurdo y demencial. De ahí que
grupos de ultraderecha españolistas, monárquicos y simpatizantes de PP, Cs o del mismo PSOE se aprovechen de la situación para agudizar
aún más las rivalidades. Si antes era la plaza de Oriente hoy es la plaza de
Colón la que se ha consagrado como el
nuevo templo del nacionalismo español. En el centro de la misma ondea en un
mástil de 50 metros de altura y 20 toneladas de peso una colosal bandera de
España. Símbolo indiscutible de su poderío megalómano y narcisista. Si en
Barcelona las fuerzas independentistas conmemoran la Diada en Madrid las
huestes monárquicas y unionistas celebran otra “Diada” o fiesta de exaltación
al almirante Blas de Lezo vencedor por partida doble de ingleses y catalanes.
Este almirante tuerto, cojo y manco- a
causa de sus heridas de guerra- y que
humilló al imperio Inglés en la batalla de Cartagena (victoria atribuida
a la intersección del brazo incorruptible de Santa Teresa de Jesús) se ha
convertido un héroe nacional tanto en Colombia como en España –los historiadores borbónicos manipulan y
crear mitos surgidos de los sueños delirantes que ellos mismos inventan. El
reino español intenta resucitar viejas glorias de leyenda que contribuyan a
acrecentar la grandeza de su blasón. Tal
y como lo afirmó el embajador colombiano señor Fernando Carrillo el día de la
inauguración del monumento a Blas de Lezo: “Ojalá nuestros niños tengan ese referente
ético de defensa de valores. Este es un auténtico campeón de la
hispanidad”
Las élites oligárquicas colombianas
demuestran así su eterna fidelidad a la corona española. Sin ningún reparo se
postran de rodillas ante sus majestades los reyes y se declaran sus más fieles
vasallos. Parece que se olvidan que hace 200 años hubo una guerra de independencia para expulsar al
opresor realista de las colonias americanas. En todo caso en nada debe
sorprendernos esa actitud tan sumisa cuando el grito de independencia de los
criollos de la Nueva Granada fue: “¡Viva el rey (Fernando VII) y muera el mal
gobierno!
Carlos de Urabá 2016
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire