Sucedió esta delirante escena -más propia del
realismo mágico-durante la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno
colombiano y las FARC en Cartagena. Para quien no lo sepa en Cartagena el 70%
de la población es de origen negro -siendo los componentes de esta etnia los
más marginados y excluidos. Ayer en la firma de los acuerdos de paz apenas
puede contar tres o cuatro afrocolombianos -aparte de las artistas invitados de
Bojayá- En la ceremonia privada ¡¡Una paz privada!! sólo podían participar unos
seres elegidos por el Todopoderoso (casi todos burguesitos blancos, católicos y
apostólicos) Lo que veíamos eran
mujeronas y señorones todos vestidos de blanco impoluto, mejor dicho,
disfrazados de pacifistas del “peace and love”
en Woodstock agitando pañuelitos blancos como si estuvieran en una plaza
de toros. Parecían niños chiquitos jugando con palomitas y banderitas blancas
en una casita de muñecas. Desde luego que en este antiguo puerto negrero
todavía reina el apartheid y la exclusión social. Por un lado los blanquitos o
carapálidas de sangre azul y por el otro la “negramenta” o chusma de sangre
impura.
A esos cachacos pretenciosos se les ocurrió firmar
la paz con las FARC a orillas del mar Caribe. En este marco paradisiaco es algo
obsceno convocar una fiesta sabiendo que de por medio hay tantos miles de
muertos, tantos asesinados, tantos
desaparecidos, desplazados o
desterrados. La oligarquía colombiana ama la megalomanía y los grandes
espectáculos. Y nada mejor que el marco incomparable de Cartagena que cuenta
con toda la infraestructura del caso: hoteles cinco estrellas, playas, piscina,
restaurantes, boutiques, etc. Una paz de lujo y por todo lo alto. Con toda razón Timochenko en su discurso tuvo
la decencia de referirse a esos marginados que malviven en esa otra Cartagena
clandestina y olvidada.
Al mejor estilo Hollywoodiano Juan Manuel Santos
abrió una colosal puerta por donde se supone iban a entrar juntos como hermanos
los convidados a este magno evento.
Paradójicamente en Colombia las puertas están cada día más cerradas y se
levantan muros y barreras donde se colocan letreros de ¡Alto! ¡prohibido el
paso! ¡perros bravos! La política de seguridad democrática sigue más vigente
que nunca. Los doctores no se pueden
mezclar con la baja ralea así que el populacho tendrá que ver la telenovela de
la paz en las pantallas gigantes de televisión. Para entrar en el sagrado
recinto se necesita una invitación especial expedida por la Presidencia de la
República. No podían faltar tampoco los
ritos religiosos; las misas, los coros
de villancicos y ofrendas para pedirle a papá Dios que nos ampare y nos
favorezca. Los colombianos somos muy
dados a la espiritualidad y al camanduleo barato. El pueblo en su inocencia
todavía cree que a punta de oraciones y padrenuestros el país va a salir del
subdesarrollo.
Para colmo en las trasmisiones televisivas o
radiofónicas los únicos protagonistas son los colombianos buenos, es decir, los
oligarcas y terratenientes tan educados y elegantes, las clases sociales que
defienden las tesis oficialistas; los malos son esos guerrilleros feos,
líchigos y guaches aliados al castro-chavismo. Los locutores de la radio y
televisión se expresaban en voz alta:
“El estado es generoso con ellos firmando este acuerdo” “celebremos la
victoria sobre la insurgencia comunista”.
Mientras Timochenko enardecido pronunciaba su
discurso evocando el universo macondiano de mariposas amarillas y Mauricio
Babilonia, de repente aparecen rugiendo
en el cielo una escuadrilla de cazabombarderos Kfir, made in Israel. Unas
flechas de fuego que rompieron la velocidad del sonido causando pavor entre la concurrencia. En nombre de la paz y el amor, ¿quizás? Estos
son los mismos Kfir con el que los asesinos sionistas suelen bombardear Gaza y
Cisjordania. El público aplaudía emocionado la demostración de fuerza y poderío
de la gloriosa fuerza aérea colombiana. Tranquilos que tan sólo se trata de “un
saludo a la paz” - expresó exultante el Presidente Santos. Esto ya es
demasiado, que falta de respeto, cómo es posible realizar un acto de guerra en
la firma de los ¡acuerdos de paz!
Timochenko se quedó de piedra y no pudo continuar
su discurso; con los ojos desorbitados
permaneció unos segundos observando el cielo donde esas bolas de fuego
desaparecían entre las nubes. Los guerrilleros presentes en el acto hicieron el
gesto de echarse mano al cinto o empuñar un arma para defenderse. ¡Hágame el
favor! no puede ser una casualidad el
que aparezcan los Kfir justo cuando el comandante de la guerrilla se dirigía al
auditorio. Ha sido un golpe de efecto -No tiene otra explicación, lo han hecho aposta para enviarle un mensaje
a las FARC ¡atentos y mucho cuidadito con lo que hacen pues desde los cielos
los estamos vigilando! Otros incluso han llegado a afirmar que esos pilotos
hacían un acto de protesta. ¿Por qué no? Lo más seguro es que sean seguidores
del expresidente Uribe contrarios a los
acuerdos de paz.
Este ha sido un episodio bochornoso y
despreciable, pero a la vez aleccionador, y que no puede pasarse por alto pues es una clara advertencia, un
gesto hostil sin parangón alguno.
Este festival por la paz ha costado al erario público millones y
millones de pesos (que tendrá que pagar el sufrido contribuyente) De la manera
más descarada se ha despilfarrado un presupuesto que hubiera podido emplearse
para paliar las graves carencias en salud y servicios públicos que sufren esos
pobladores de los barrios más deprimidos. Cuando llega el invierno media ciudad
se inunda por completo y los ciudadanos más humildes pierden sus casas, enseres
y bienes quedando en la más absoluta
indefensión. El pueblo con el agua al cuello y mientras tanto Juan Manuel
Santos, el futuro Nobel de la Paz, dispuesto a tirar la casa por la ventana
para satisfacer su narcisismo y egolatría.
Según fuentes dignas de toda confianza al terminar
los históricos actos los invitados se dirigieron a disfrutar de un gran
banquete gastronómico en el Centro de Convenciones. Un ágape en el que no faltaron los más
deliciosos platillos de la cocina criolla e internacional. Y todo acompañado de
los más caros licores, vinos o champagne.
Claro, sino como iban a brindar por la paz y la amistad. Y como suele
suceder en este tipo de certámenes en el que acuden tantas personalidades
importantes, edecanes, guardaespaldas, asesores, secretarios etc. tras saciar la gula a disfrutar de una noche loca caribeña. Esa playa blanca de arenas calientes (privada
y bajo la estricta vigilancia de las fuerzas de seguridad) es el mejor
escenario para los amores furtivos. La música salsa, un daiquiri o un whisky en
las rocas despiertan la libido y los instintos
básicos. Es la hora de hacer realidad
esa consigna de “haz el amor y no la
guerra” Cartagena es una ciudad muy famosa por la calidad de sus prostitutas,
damas de compañía, masajistas y hasta las reinas de belleza prepago. Aquí
existe un variado harén de
mulatas, negras, mestizas o blancas (y hasta menores de edad) dispuestas
a complacer a la clientela más exigente por un buen puñado de dólares.
Y todos felices comieron perdices y colorín,
colorado este cuento se ha acabado.
Carlos de Urabá 2016
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