Destrucción total bajo una lluvia de fuego
y metralla. La ONU, Unión Europea o EE.UU impasibles ante los crímenes cometidos
por la coalición eslavo-chiíta.
Sin que levante mayores protestas por
parte de la comunidad internacional la población civil de Alepo (Este) está
siendo sistemáticamente aniquilada.
Mientras Occidente celebra las fiestas navideñas, la noche de paz y de amor, la ciudad Siria de Alepo arde al rojo vivo
bajo los intensos bombardeos de la aviación rusa, los ataques de la artillería
y el accionar de los carros de
combate.
En realidad son las tropas
aliadas al régimen sirio las encargadas de perpetrar una de las masacres más
espantosas de los últimos tiempos: los Basij iraníes, las unidades de los guardianes de la revolución Pasdaran, la
fuerzas especiales al Quds, la milicia de
Hezbollah (incluido en la lista de grupos terroristas por EE.UU y la UE),
los Harakat al Nujaba iraquíes, los mercenarios del ejército Fayimid, los
Afganistán Fatemiyoun, la Brigada Zeinabiyoun de Paquistán, fuerzas especiales Spetsnaz
rusas. Una coalición compuesta por más
de 7.000 soldados muy bien equipados que avanzan imparables gracias al apoyo
aéreo que les brinda la aviación rusa.
Se demuele Alepo (Este) y se masacra a
mujeres, niños, jóvenes, ancianos sin ningún reparo ni cargo de conciencia. En
la lucha contra el terrorismo todo está permitido. Allá en el cielo Allah, el clemente y el misericordioso, será el
encargado de hacer la criba de las almas buenas y las malas. Al fin y al cabo
son peligrosos islamistas que amenazan la paz mundial. Y para colmo sin mayores
protestas por parte de los organismos internacionales o de la opinión pública
occidental. En todo caso en las guerras siempre se producen injusticias y
mueren inocentes por culpa de los “daños colaterales”.
Por ejemplo, en la solidaria España pocas
voces se han escuchado en defensa de la población civil de Alepo; ni la derecha
ni la izquierda se pronuncian. Sobre todo, la izquierda que se supone es mucho
más humanitaria y sensible. Pero quizás estén más preocupados por el menú de
Nochebuena o el cotillón del fin de año. Inexplicablemente mantienen un
silencio muy sospechoso y casi cómplice. Incluso hasta el propio Papa de Roma no
ha emitido ningún comunicado de solidaridad con las víctimas. Está visto que sus
cordiales relaciones con Bachar Al Assad -que protege a los cristianos sirios-
no le han permitido ni siquiera rezar un responso de pésame por las víctimas (musulmanas)
Estamos en una guerra contra el
terrorismo islamista y esos niños que se
aniquilan a bombazos serán los terroristas del mañana.-argumentan los más cínicos-
Son las reglas de este juego diabólico en el que no hay escrúpulos, corazón o
sentimientos.
El pueblo sirio que se levantó en su día
contra el tirano Bachar al Assad, el amado padre de la patria, exigiendo
justicia y libertad, se merece un ejemplar castigo. Debe prevalecer la ley y el orden como “símbolo inmutable de
la civilización y la democracia”.
Los santos guerreros chiítas Husayn y Ali
desenvainan la espada Saif al Din, tal como sucediera en la batalla de Kerbala
en el año 680, y cabalgan de nuevo cortando las cabezas de sus enemigos. Esos
ríos de sangre purificarán la tierra donde florecerán los jardines de la paz y
del amor.
Como en las historias épicas de los antiguos
persas al mando de este imponente ejército de reconquista se encuentra el
general Qassem Soleimani (comandante
de la Fuerza al Quds) -enviado expresamente por el líder supremo el ayatola Ali Jamenei para someter y aniquilar a
los rebeldes sunitas (takfiri) en Siria. Que no quede piedra sobre piedra, ni
ningún vestigio y ni el menor rastro de los enemigos. Los valerosos mártires
que caigan en el campo de batalla serán recompensados con el yenna donde gozarán de la gloria eterna al
lado de Allah y los profetas. Los cementerios en Irán comienzan a abrir la
sección “Mártires de Siria” para que vayan allí sus desconsolados dolientes a
colocarles flores y a celebrar las tradicionales meriendas o picnic de muertos.
Irán intenta expandir su poderío más allá
de sus fronteras (Siria, en Irak y en el Yemen) como homenaje al imam Ruhollah
Jomeini, el padre de la revolución
islámica. Tras la firma de los Acuerdos Nucleares firmados con la comunidad
internacional aparentemente se inicia una nueva fase de cooperación y ayuda mutua. Es la hora de
demostrar que están comprometidos con la seguridad de Occidente (¿Israel incluido,
quizás?) Pero lo cierto es que dicho acuerdo permanece congelado hasta que Teherán
no reconozca su responsabilidad (junto
con Siria y Hezbollah) en la voladura del cuartel de los marines en Beirut en
el que murieron 241 soldados estadounidenses. Además tiene que pagar las
respectivas indemnizaciones a los familiares de las víctimas que se calculan en
1.760 millones de dólares.
La prensa, la radio o la televisión iraní han elevado a los altares al
general Qassem; un gran hombre, un héroe (guerra Irán-Irak) bueno y justo que
lidera la gran coalición de tropas eslavo-chiítas que combaten el terrorismo
sunita. En todos los pueblos y ciudades se despliegan sus fotografías con un
lema imperecedero: “Hajj Qassem, toma nuestros hijos y nuestra sangre” Los
Ayatolas han pronunciados su sentencia en voz alta: “No importa el coste, la victoria
militar en Siria es nuestra”
El gobierno sirio ante las miles y miles
de deserciones producidas en su ejército no le quedó otra alternativa que pedir
ayuda a sus aliados para enfrentar la insurrección popular. Bachar Al Assad tiene en deuda impagable con
Rusia, Irán, Hezbollah, y los grupos de mercenarios que han evitado su hundimiento.
Por lo tanto permanece cautivo de lo que decidan sus salvadores.
Con la disculpa de combatir al terrorismo islamista
Rusia ha movilizado sus navíos, aviones, soldados, tanques y armamento de
última generación con el fin de resucitar su pasado imperial. Al clavar su bandera tricolor (con el escudo del
águila bicéfala zarista) en pleno
corazón de Oriente Medio recuperan el orgullo perdido tras la caída del muro de
Berlín. Un proyecto (zonas de
influencia) consentido por la diplomacia estadounidense y de la Unión Europea a
raíz de la amenaza yihadista.
En Alepo se decide el futuro de Siria. Por
ahora el eje Damasco-Moscú-Teherán está ganando la partida (una alianza contra natura
pues parece increíble que se puedan juntar kufares-(herejes)- mafiosos rusos
con inmaculados creyentes chiitas iraníes o alauitas) Esto es una demostración
que no existe ética, moral o creencias religiosas pues por encima de todo prima
la realpolitik. Se ciernes negros nubarrones en una zona tan sensible del
planeta con la llegada a la Casa Blanca del pro sionista Trump, igualmente
cordial amigo del “zar imperial” Vladimir Putin. En este conflicto que se
desarrolla en Oriente Medio lo prioritario es garantizar la seguridad de
Israel. No tiene ninguna importancia el número
de muertos que se causen entre los musulmanes de distintas tendencias, ni la
destrucción infringida en sus territorios mientras que no se toque la soberanía
del estado hebreo.
EE.UU y la UE se limita a emitir
comunicados de condena y enviar sufragios de condolencia a los dolientes
mientras el Consejo de Seguridad de la ONU -que se encuentra en manos de los
verdugos que aplican el derecho a veto- “lamentan las bajas causadas entre los
civiles”. Pero en nada debe sorprendernos tan miserable actitud pues casos muy
similares se han sucedido a lo largo de la historia sin que se hayan tomado las
medidas oportunas para evitarlo. A los rusos-como responsables de la coalición
chiíta- se les ha concedido carta blanca para que consumen este abominable
genocidio
Siria a partir de las revoluciones árabes
y la irrupción del yihadismo estaba
condenada a la desintegración. Una minoría alauita (cristianos, drusos bajo su
protección) en el poder difícilmente
podría resistir la embestida de la mayoría sunita. Bachar Al Assad incapaz de enfrentar a Israel y recuperar los
altos del Golán ha preferido cobardemente masacrar a su propio pueblo. Israel se limita a contemplar cómo se autodestruye
uno de sus más encarnizados enemigos. Es paradójico pero Alepo se ha convertido
en Gaza, una desahuciada ciudad mártir.
Con sagacidad la diplomacia rusa (que es
la que representa a las fuerzas de Bachar Al Assad) ha convertido al régimen
baazista sirio en una víctima más del yihadismo. A los que en su momento los EE.UU
denominaron el “eje del mal” (Siria, Irán y Hezbollah-más Corea del Norte y
Cuba) ganan terreno y se rearman desafiantes.
Estamos también de alguna manera
asistiendo a un duelo entre dos potencias regionales como son Irán y Arabia
Saudita (chiítas y sunitas) y sus satélites empeñados en imponer sus principios
militares, políticos, económicos (petróleo) y religiosos.
En Alepo el ejército sirio (coalición
eslavo-chiita) ha cometido un crimen de guerra totalmente abyecto e inhumano.
Una matanza que permanecerá en lo más profundo del inconsciente colectivo
avivando aún más la llama del odio y la venganza. Esta desquiciada ofensiva no ha
dejado más que miles y miles de muertos, heridos, desaparecidos, torturados,
refugiados, exiliados, ciudades y pueblos demolidos, las infraestructuras
colapsadas y una economía en quiebra.
Solo un futuro de hambre y desolación aguarda a los supervivientes.
No existe otra posibilidad que huir en desbandada hacia los países limítrofes
con la esperanza de alcanzar los confines de la próspera Europa. La tragedia
humanitaria que durante cinco años ha consumido a Siria se desborda
inconmensurablemente. Con esta perspectiva tan dantesca no habrá paz por
décadas, quizás por siglos o tal vez por milenios.
Carlos de Urabá 2016
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