El pueblo español víctima de un
ataque de amnesia colectiva lo ha santificado como el “paladín de la democracia”
En esta endemoniada historia de
España existe un capítulo emblemático que tiene que ver con la mal llamada “transición” -que mejor sería definirla como “Restauración Monárquica”- Ahora resulta que el protagonista principal
de esta demencial coyuntura es el recalcitrante falangista Adolfo Suárez. Un producto creado por los genios de la propaganda mediática
dirigida por la familia Anson y Luca de
Tena (la Gaceta Ilustrada, EFE y ABC. y TVE) Adolfo fue un apasionado admirador de José Antonio Primo de Rivera al que
imitaba tanto en sus poses y estilo de oratoria. Imbuido en espíritu imperial y misionero que
pregonaba monseñor Escrivá de Balaguer:
“Cristo necesita hombres de acción católica y hay que demostrar que aún no se
ha extinguido la raza bravía que en otros tiempos conquistó hombres para Dios” De
porte elegante vestía la camisa azul mahón de falangista, trabillas en la
hombrera, bolsillos con pinza bordada con el yugo y las flechas y cuello de
legionario. Siempre tan presumido brazo en alto al mejor estilo hitleriano
rindiendo tributo al caudillo Francisco Franco.
Adolfo fue el delfín político del
fascista y opusino Herrero Tejedor,
Secretario General del Movimiento y uno de los candidatos que se barajaban en
ese entonces para suceder al Generalísimo Francisco
Franco. Adolfo Suárez ocupó gracias a sus padrinos puestos de relevancia
tales como presidente de Acción Católica, gobernador civil de Segovia, la Secretaria General del Movimiento Nacional,
Vicesecretario Nacional del Movimiento fascista español, Ministro secretario
del movimiento fascista nacional español y Director de TVE (que utilizó para
promocionarse)
A él se le encomendó la patriótica misión de
reconvertir a los falangistas fascistas españoles en demócratas monárquicos de
pro. Adolfo conocido por sus posiciones
ultra conservadoras -era miembro numerario del Opus Dei, feroz anticomunista
y en su juventud admirador del fuhrer Adolf
Hitler (su nombre no es por casualidad)- supo acometer con arrojo y valentía
esa encomiable misión ¿evangelizadora?
Entre sus heroicas gestas se le atribuye
el convencer a la vieja guardia militar golpista del 36 de iniciar cierta
apertura y liquidar las Cortes Franquistas para dar paso al Parlamento Monárquico.
Por algo el mismísimo caudillo escogió al rey Juan
Carlos I como su sucesor y por ende se debía acatar su santa voluntad
testamentaria. Por este desliz muchos de sus camaradas lo señalaron de traidor.
En 1976 fue nombrado por su
majestad el Rey don Juan Carlos I y el visto bueno de Torcuato Fernández Miranda, Presidente
de Gobierno. Suárez juró por Dios y
por España lealtad al rey y a las leyes fundamentales del Movimiento. Cuando se
convocan elecciones generales “libres” en el año 1977 el falangista Adolfo Suarez, líder de UCD, obtiene mayoría absoluta y se
convierte en el primer presidente del reino español. Al año siguiente se
aprueba mediante referéndum (88% de los votos) la Constitución Monárquica Española vigente hasta nuestros días. El
reino de España debía seguir el guión previamente establecido por EE.UU, es decir, integrarse en la OTAN
y la CE para contrarrestar el
expansionismo soviético en esa época de la guerra fría. Aunque lo más
importante era borrar ese pasado dictatorial para ingresar como miembro de
pleno derecho en el seno de las naciones más civilizadas del planeta.
El escritor e intelectual derechista
Emilio Romero en su libro de memorias
“Tragicomedia de España” confesó que
toda la camarilla franquista, falangista y españolista quedó muy sorprendida
con la elección por parte de su majestad don Juan Carlos I de Adolfo Suárez para dirigir la mentada “transición”. Era como poner
a la zorra a cuidar el gallinero. Que un personaje de esa calaña con tremendo bagaje nacional-catolicista
y fascista tuviera que hacerse cargo de reconvertir la España franquista en una
monarquía constitucional ¿democrática? era algo poco menos que inconcebible.
Pero astutamente supo disfrazarse,
mudar de piel como hacen las serpientes, igual que un camaleón se mimetiza con
el entorno cambió de sexo político y travestido por completo se erigió en el paladín de la democracia. Emilio Romero
–archienemigo de Adolfo Suarez-escribió un artículo en ABC unos días antes del
golpe de estado de 1981 –que realmente estaba dirigido contra él, pero semanas antes,
abandonado por sus correligionarios que se fugaron a la Alianza Popular, se vio
obligado a dimitir dejando paso a Calvo
Sotelo- en el cual reclamaba ante la
debilidad del estado y los escasos resultados en la lucha antiterrorista un
gobierno de salvación nacional presidido por el general Alfonso Armada.
Al oficializar su renuncia su majestad
el Rey don Juan Carlos I para recompensarlo por sus servicios prestados a la
corona lo premia con el título nobiliario de duque de Suarez -que en un principio se negó a aceptar aduciendo
que prefería el de duque de Ávila- Pero este título sólo está reservado a los altos miembros de la familia
real. Por lo tanto, para calmar sus delirios
megalomaníacos se le otorgó el de Grande
de España por la gracia de Dios. Acto seguido se construye en Palma de
Mallorca una mansión de 4.000 metros cuadrados.
Más tarde, en el año 2007, don
Juan Carlos I lo invistió Caballero de la Insigne Orden del Toisón de
Oro por su heroico sacrificio en pro de la “democracia española”.
El Alzheimer que sufría es la mejor metáfora que se pueda encontrar de
esta España monarquía rastrera, corrupta y decadente. Los súbditos de su majestad el rey don Juan
Carlos I olvidan por completo el pasado fascista del finado duque de Suárez, ahora
ungido como padre de la patria (el aeropuerto de Madrid-Barajas pasará a
denominarse Adolfo Suárez) –
Es una monstruosa perversión borrar de un plumazo lo que significó la
atroz dictadura franquista, es un insulto a la memoria de las miles de víctimas
del fascismo españolista. El duque de Suárez, viril, enérgico, ambicioso y vehemente
ha sido en realidad el rey Midas capaz de convertir la mierda en oro. España entera está de luto, las plañideras lloran
desconsoladas la perdida de tan insigne prócer. Se han decretado tres días de
luto, que se izen las banderas a media asta en honor al hijo más preclaro. Los
románticos falangistas se ponen la camisa azul para asistir a los funerales de
Estado.
Estamos ante un acto vil y
manipulador de la construcción de un falso mito, un mito creado artificialmente
por las castas del poder; la ultraderecha, la oligarquía, la aristocracia, el clero, los militares o los jueces que le rinden tributo al nuevo superhéroe
de la España Una, Grande y Libre ¡Ein
Volk, ein Reich, ein Fuhrer!
Carlos de Urabá 2014.
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