Administrar la pobreza es un don divino reservado a unos
cuantos elegidos.
«España es la octava potencia del
mundo, un país poseedor de una economía boyante y de unas perspectivas
envidiables» -los políticos socialistas sacando pecho lo repetían
constantemente en sus alocuciones y discursos- «somos un país de vanguardia no
hay más que observar las cifras macroeconómicas. ¡Invertid en España!». Todo
iba viento en popa hasta que de golpe y porrazo y, sin saber muy bien por qué,
¡patapum! estalló la burbuja inmobiliaria, las entidades financieras hicieron
aguas y la recesión mundial nos pegó una puñalada trapera.
Vivíamos por encima de nuestras
posibilidades, nos dejamos arrastrar por los delirios de grandeza y la época de
las vacas flacas nos ha pillado por sorpresa. La clase media, los obreros y los
proletarios echaron mano de la tarjeta Visa Oro y ansiosos por subir en la
escala social desataron una tremenda bacanal. Nadie se conformaba con lo que
tenía. la envidia, la maldita envidia empozoñó nuestros corazones. Queríamos un
piso propio, un chalet en la sierra y otro en la playa. Y venga a frotar la
lámpara de Aladino a ver si el director del banco nos concedía todos nuestros
deseos. ¡Con esa nómina cualquiera! Aprobados los créditos felices y contentos
nos dedicamos al despilfarro y al derroche. Pero había un pequeño detalle: no
leímos la letra pequeña de los contratos donde se nos advertía que podríamos
correr algunos riesgos imprevistos.
Ahora con todo el descaro el
gobierno socialista le exige a sus ciudadanos que apechuguen y asuman el
supremo sacrificio. Hijos míos, hay que apretarse el cinturón. Pero, serenidad
y paciencia, que muy pronto acabará la travesía del desierto y otra vez
gozaremos de la mieles del triunfo. Mirad lo que pasó con la selección española
de fútbol que empezó el mundial con una derrota y luego nos coronamos campeones
del mundo. Y como campeones sabremos sobreponernos a las adversidades.
En los balcones de los edificios
aún cuelgan las banderitas rojas y gualdas como recuerdo de la histórica gesta
deportiva. La maquinaria mediática, la radio, los periódicos, las revistas, las
televisones cumplieron fielmente con la misión de levantarle la moral a la
plebe. Pero poco nos duró la sobredosis pues pronto recibimos una violenta
bofetada que nos devolvió a la cruel realidad: estoy en el paro y sin un duro
en el bolsillo, y si abro el buzón de correspondencia no hay más que cartas de
los bancos que me reclaman el pago de las letras.
Una situación tan masacrante
causa graves traumas psicológicos; la angustía existencial nos corroe el alma,
la autoestima y el amor propio se encuentran por los suelos. No es de
extrañarse, entonces, que a muchos se les despierten los instintos suicidas. El
sentirse inútiles, el haber pasado del cielo al infierno en un santiamén es
algo que nos hunde en la más profunda depresión. Todavía los jóvenes pueden
capear el temporal pero, en cambio, los que hemos cumplido los cuarenta años,
apaga y vámonos pues ya estamos para el arrastre.
Y lo peor es ver como pasan los
días, uno tras otro sin que se vislumbre una lucesita de esperanza. Ni una
llamada, ni una carta de respuesta a las solucitudes enviadas por correo a las
empresas y compañías de media España. Los curriculums redactados con estilo
impecable, las cartas de presentación adormadas con membretes de oro. ¿Cuáles
son las cualidades de tu perfil profesional? ¿de qué manera tu experiencia
laboral acumulada pueden beneficiarnos? Y disciplinados venga a rellenar los
formularios para que luego nos respondan: lo sentimos mucho pero ante las mala
situación financiera nos vemos impedidos de realizar más contrataciones. Y
mascullando la derrota empezamos a autoinculparnos: soy un fracasado, un don nadie
¡qué desgracia! y venga a cebarnos de pildoritas de amitriptilina, trazodona o
prosac para atenuar la carga de las preocupaciones. Muchos se pasan semanas
enteras sin dormir y no es para menos: ¿cómo pagar la hipoteca? has engrosado
la lista de morosos y los acreedores en el momento menos pensado te echan el
guante.
Nos levantamos con el corazón en
un puño, suena el móvil, descolgamos y al otro lado de la línea una voz bronca
nos espeta: ¡Hola! Llamo de la caja de ahorros donde tiene usted contratada su
hipoteca... El gerente del banco te comunica que si no cumples con lo
estipulado en el contrato con todo el dolor del alma iniciará un juicio
embargo.
El gobierno español ante las
presiones de Alemania y EEUU no ha tenido más remedio que aplicar medidas de
choque en un vano intento por rebajar el maldito déficit público y privado.
Empezando, como no, por los recortes en políticas sociales. Después de un
período de bonanza y prosperidad y el PIB se derrumba y la recesión nos tiene
asfixiados. No se tomaron las medidas preventivas a tiempo y ahora las
consecuencias son imprevisibles. Los organismos estatales, los Ayuntamientos y
las Comunidades Autónomas están endeudados hasta el cuello y carecen de
solvencia y liquidez. El déficit español supera ya los 100.000 millones de
euros.
Y por otro lado en las filas del
PP o PSOE se multiplican los casos de prevaricación, cohecho fraude fiscal y
malversación de fondos. Los políticos corruptos sin ningún escrúpulo y, a pesar
de que estamos en números rojos, se están forrando a cuenta de los
contribuyentes. Ellos son unos expertos en cobrar comisiones por adjudicación
de obras, negociar un tanto por ciento por los contratos y licitaciones y
dominan a la perfección las artes del pucherazo, el pelotazo o del tráfico de
influencias. Se calcula que en los últimos diez años se han sustraído unos
4.500 millones de euros del erario público. Eso sin contar los viajecitos, los
vestiditos y modelitos, las joyitas, los coches oficiales, las dietas y mil y
un privilegios ¡Luego nos exigen austeridad! Ya lo creo. La familia real
dedicada a la dolce vita; los Reyes, el Príncipe y doña Leticia, las infantas,
todos gozando de lo lindo en sus palacios de verano o de invierno. El
Presidente del gobierno y su camarilla de ministros y consejeros cobrando unos
sueldazos millonarios y nosotros a verlas venir deshojando la margarita.
Por paradójico que parezca la
banca ha multiplicado por diez sus ganancias en el último quinquenio, los
usureros y especuladores amasan grandes fortunas y las ponen a buen recaudo en los
paraísos fiscales. Emilio Botín y el Banco de Santander se embolsaron 8.181
millones de euros en el 2010, Amancio Ortega, presidente del grupo INDITEX,
cobrará un dividendo record de 600 millones de euros, el BBVA ha superado todas
las previsiones ganando 2.527 millones en el 2010.
La cosa está que arde y menos mal
que existe la solidaridad familiar pues papá o mamá siempre están dispuestos a
echarte un cable. La opción más sensata es emanciparse a los 40 o 50 años. En casa
se vive muy a gusto; mamá prepara la comida mientras papi deja caer de vez en
cuando una sustanciosa propina.
Existe más de un millón y medio
de personas que no cobran el paro, carecen por completo de ayudas estatales y
tampoco cotizan a la seguridad social. Sin olvidarnos los parados de larga
duración que en silencio mascullan su desasosiego o los viejos que devengan
unas escuálidas pensiones. ¿y los gastos familiares? mantener una familia
supone un esfuerzo titánico que a veces pasa desapercibido. Sólo los guerreros
más valientes pueden afrontar tamaño desafio. No queda más que resignarse a la
ración de guerra y llevar una vida espartana ahorrando hasta el último céntimo
de euro. Lo único que nos levanta la moral es cuando nos comparamos con esos
indigentes que duermen en las calles metidos en ataúdes de cartón.
Esta crisis tan devastadora tiene
unos perdedores y, por supuesto, también unos ganadores. La santa madre iglesia
aparece en la escena igual que el séptimo de caballería de las películas del
oeste. Ellos vienen a socorrernos y administrar «desinteresadamente» la
pobreza. Los curas y monjitas y los voluntarios seglares son los nuevos
superhéroes solidarios. Los cooperantes de las Ongs y los organismos de ayuda
humanitaria ya no tienen que irse a África o Suramérica a salvar negritos o
indiecitos, pues a la vuelta de la esquina sobran españolitos a puñados que
suplican de rodillas una limosnita.
La «acción caritativa y social de
la iglesia española» más conocida como «Cáritas» es una compleja organización
que cuenta con 65.000 voluntarios, 5.000 delegaciones y 68 «Cáritas diocesana»
repartidas a lo largo y ancho del estado. Esta ONG católica es una exitosa
multinacional que tiene presencia activa en más de noventa países del mundo
entero. El amor al prójimo mueven un capital de aproximadamente 800 millones de
euros anuales.
La emergencia social es aún más
acuciante en las regiones históricamente deprimidas como Andalucía,
Extremadura, Murcia o Castilla la Mancha. A los hijos de la octava potencia
mundial no les queda más remedio que tocar la puerta de las parroquias y
conventos.
Cáritas es una organización cuyo
objetivo no es erradicar la pobreza ni encontrar una solución integral a la
lacra del desempleo y la marginalidad. Ellos vienen a poner pañitos de agua
tibia sobre la herida.
Esta visto que la pobreza es una
filón inagotable del que se obtienen grandes beneficios. La fórmula es muy
simple: entre más pobres hayan, más clientela para las parroquias y mayores
posibilidades de captar las subvenciones del estado, la empresa privada o de la
Comunidad Europea. La clave es mantener el yugo de la dependencia y el
asistencialismo para que los menesterosos se acostumbren a beber de la manita
de sus benefactores.
La Conferencia Episcopal sostiene
que: «la solidaridad es el valor que prevalece ante los rigores de la crisis»
«Cáritas se pone al lado de quienes más sufren y trabaja a destajo, día y noche
por subsanar los efectos de la miseria, la exclusión, la marginalidad, la
violencia intrafamiliar. el alcoholismo, la drogadicción, la niñez desamparada
o cualquier situación límite».
Es increíble que un estado,
supuestamente laico, con todo el descaro delegue sus responsabilidades en la
iglesia católica. ¡Esto es aberrante! Cáritas se ha convertido en una especie
de «Ministerio de la Pobreza» que incluso ha firmado un convenio con el gobierno
socialista para atender la avalancha de nuevos pobres.
Pero, hijos míos, todo esto no os
va a salir de balde. Si queréis la sopa boba la catequesis y la formación del
espíritu cristiano es una obligación ineludible para que el maná siga cayendo
del cielo.
Las colas en las oficinas del
INEM son kilométricas, la marabunta de parados con cara de viernes santo y
muecas de resignación vienen a cumplimentar el papeleo de rigor. De antemano ya
saben lo que les espera: Firma aquí, vuelve mañana, pasado mañana o la próxima
semana a ver si hay suerte. Y ante la falta de oportunidades: ¡adiós mi España
querida! y a buscarse la vida en Alemania, Inglaterra o en Francia como un día
hicieran nuestros abuelos.
Los políticos socialistas, en un
intento por recuperar el electorado perdido, pronuncian apasionados discursos
plagados de quimeras y fantasías. Utilizan todo tipo de artimañas para rebajar
las cifras del paro, borrar los ceros y cuadrar las estadísticas a su acomodo.
Normal, se acercan las elecciones municipales y autonómicas, y el próximo año
las presidenciales, y las encuestas les auguran una hecatombe. El partido
gobernante no quiere reconocer su derrota y lanza mensajes esperanzadores a sus
incondicionales: la actual crisis es producto de un desajuste coyuntural, este
ciclo lo estamos superando y dentro de muy poco comenzaremos a remontar el
vuelo. Olvidaos de los contratos basura y la inestabilidad laboral. Crearemos
800.000 puestos de trabajo y reactivaremos la productividad y la
competitividad.
Los curitas se frotan las manos y
lanzan las campanas al vuelo ¡aleluya! Este es el escenario perfecto jamás
soñado: semanalmente el manso redil se acerca hasta la parroquia del barrio a
reclamar la cesta de los aguinaldos. Los ángeles de la guarda van repartiendo los
mercados de caridad a los menesterosos: tres paquetes de arroz, un kilo de
lentejas, uno de garbanzos, dos de galletas, uno de café, un bote de Colacao,
seis tetra brik de leche, dos botellas del aceite, cuatro natillas Danone, un
paquete de azúcar, los espaguettis, una cajita de quesitos la Vaca que ríe, una
lata de tomate frito Orlando, en fin, ¡bienaventurados los pobres porque
vuestro es el reino de Dios! Tanto se lava el dinero como se lavan la
conciencias.
Esto ya es el colmo pues las parroquias
se han convertido en oficinas de empleo e inserción laboral. Allí llegan los
inmigrantes, los refugiados, los españolitos de tercera y cuarta categoría a
ver si les resuelven la papeleta. Los curitas ejercen de intermediarios ante
las familias de prestancia que demandan: sirvientas, niñeras,cocineros,
chóferes, cuidadores de ancianos, trabajadores del campo, jardineros, porteros
o conserjes.
Nuestros políticos juraban y
perjuraban que nos íbamos a poner a al altura de las naciones más industrializadas
del planeta, que el estado del bienestar iba a reinar por los siglos de los
siglos. Y nosotros cual inocentes tortolitos nos dejamos llevar por el delirium
tremens y empezamos a tirar la casa por la ventana. Venga a consumir y cosumir,
comprar pisos y chalets, coches último modelo, teléfonos móviles, computadoras,
joyas, vacaciones en el Caribe y mil y un caprichitos.
Y ahora que estamos en quiebra y
la aconomía mundial se hunde lo único que puede redimirnos es un golpe de
suerte. Así que a jugar al bingo, a las tragaperras, a apostar a las quinielas,
a la lotería primitiva y los cupones de la ONCE o la lotería de Navidad.
La iglesia que ya se veían
cerrando el kiosko ante la caída de las vocaciones y el anticlericalismo
rampante, renace con renovado ímpetu. Los feligreses vuelven a las parroquias,
los comedores sociales de Cáritas no dan abasto, los roperos, los centros de
día, el dispensario médico, los orfanatos, auspicios, escuelas,
Según los últimos informes en el
año 2010 Cáritas brindó ayuda a más de 850.000 mil personas, el doble que en el
año 2007. Esta entidad de acción caritativa cuenta con 450.000 donantes que han
pagado alquileres, hipotecas, gastos médicos, alimentación, higiene, el recibo
de la luz o el agua y hasta entierros de caridad, 4 de cada diez hogares tienen
problemas para llegar a fin de mes, hay 1.400.000 hogares españoles en los que
nadie trabaja, ocho millones de ciudadanos malviven por debajo del umbral de la
pobreza, el desempleo afecta al 50% de los jóvenes, dos de cada cinco parados
viven en un hogar con todos los miembros sin empleo, uno de cada cuatro niños
es pobre, más de 200.000 familias no pueden seguir pagando la hipoteca de su
casa, 600 personas duermen a la intemperie en Barcelona y 1.200 en Madrid, los
refugios de transeúntes no dan abasto y las hordas de indigentes se pelean por
los alimentos caducados que desechan las grandes superficies en los
contenedores de basura.
Los recursos totales invertidos
por Cáritas el año pasado superaron los 230 millones de euros. La Conferencia
Episcopal astutamente se sacan un as de la manga y mueven sus activos del pon
la x en los impuestos, de los fondos privados o de los públicos y sin ningún
reparo los utilizan para hacerse propaganda y sublimar su imagen. Su altruismo
no admite ningún reparo y para demostrarlo han empeñado su inmenso patrimonio
para tratar de reactivar la economía española.
Pero no es solamente Cáritas la
única organización dedicada a estos menesteres pues la Cruz Roja y el Banco de
Alimentos también entregan ayudas a casi 1.500.000 de personas. La crisis es
tan intensa que ya afecta a un 20% de la población. Casi 17 millones de
personas ganan menos de 13.400 euros anuales, lo que representa una cantidad
inferior a 1.100 euros al mes. Con estos ingresos deben hacer frente a sus
principales gastos: alimentación, vivienda, transporte, vestuario, facturas
domésticas, etc. Algo que los coloca entre la espada y la pared pues no se
corresponde con el altísimo costo de la vida. Además, tienen limitado el acceso
a las principales vías de financiación bancarias, a excepción de préstamos
cortos y de elevados intereses.
Vamos camino de los cinco
millones de parados y la destrucción de la mitad de las empresas del sector
público y privado. Y lo más lamentable es que no existe un plan serio de
inserción laboral ni de creación de empleo estable.
Las millonadas de parados pronto
se les agotarán las prestaciones sociales y el subsidio de desempleo. No queda
otra posibilidad que trabajar en negro, hacer alguna que otra chapucilla o
seguir dando el pego en los cursos del INEM. Sin contar los cinco millones de
inmigrantes se han convertido en una onerosa carga para el estado. Claro,
después de explotarlos hasta la extenuación ahora se les deshecha como si
fueran latas o botellas. Y encima los han convertido en los chivos expiatorios.
El racismo y la xenofobia se disparan hasta cotas inimaginables porque siempre
alguien tiene que pagar los platos rotos.
Algunos ingenuos proponen
organizar una intifada al estilo de Túnez o Egipto, es decir, que salgamos
todos a la calle a reclamar por nuestros derechos. Es triste reconocerlo, pero
el individualismo ha castrado el espíritu colectivo que en otras épocas
caracterizaba las luchas sociales. No hay más que ver a los sindicatos vendidos
al partido de gobierno y el aburguesamiento de la clase trabajadora que ha
traicionado por completo la utopía revolucionaria.
Según la constitución somos un
estado social y democrático de derecho. Permitid que me sonría nuestro estado
se rige por las leyes del libre mercado la oferta y la demanda, la
competitividad, es decir, la esencia pura del capitalismo que patrocina el
consumo más desaforado y voraz.
Hemos reprobado la calificación
de Moodys. La deuda pública y privada alcanza la cifra record de 3,07 billones
de euros, eso sumado al agujero negro de nuestra banca nos coloca en una
posición comprometedora, el impago de los créditos, la quiebra de las
constructoras, los especuladores que nos dan gato por liebre, los
inversionistas que pierden la confianza y venden sus acciones, la fuga de
capitales, Lehman Brothers exige que se reconstruya el sistema financiero, el
Euribor se ha incrementado peligrosamente, el FMI lanza un llamado para que se
hagan reformas urgentes y decisivas. Y como si fuera poco, el capitán del
barco, Rodríguez Zapatero, abandona el puesto de mando. Todo ha sido una mera
ilusión, el fuego fatuo de una farsa bufonesca.
Mirad lo que pasó con Islandia,
Grecia, Irlanda y ahora Portugal. No podemos ir en contra de los hados del
destino. ¡Qué Dios nos coja confesados! Porque hasta se habla del rescate de la
economía española por parte de sus socios europeos. Queridos, estáis con la
soga al cuello y os dedicáis a tocar la lira como Nerón mientras Roma arde
pasto de las llamas.
Carlos de Urabá 2011.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire